Si por casualidad ha visto a personas haciendo piruetas y malabares con un balón de fútbol en cualquier calle o parque de su ciudad, no se equivoque.
No vaya a pensar que son jóvenes desocupados que se quieren ganar unas monedas, o quieren pasar el rato. No. Son deportistas que practican algo llamado fútbol freestyle (estilo libre).
Esta modalidad deportiva, que muestra habilidad y destreza con la pelota, de a poco ha tenido masificación en los medios de comunicación a nivel mundial, y cada vez se han hecho más importantes las competencias en las que participan sus mejores exponentes.
Freestyle es el arte de expresarse con una pelota de fútbol, mientras se realizan varios trucos con cualquier parte del cuerpo. Dependiendo el grado de dificultad de los malabares, mejor es la puntuación otorgada al competidor.
Uno de ellos es colombiano y su nombre Sebastián Ortiz, pero conocido en el mundo del freestyle como Boyka.
Tiene 23 años y logró el título del mundo en el torneo orbital que se celebró en Londres en el 2014, en el que disputó la final ante el argentino Charly Iacono.
De ahí para adelante adquirió relevancia en este deporte, y las marcas privadas que organizan campeonatos lo invitan constantemente a competir. Su nivel de habilidad lo han llevado a ejercer como juez en competencias internacionales.
Actualmente es el número cuatro del planeta, por detrás de los noruegos Erlend Fagerli, Tobias Brandal Busaet y Brynjar Fagerli, pero en 2019 espera poder subir de nuevo a la cúspide alcanzada en 2014.
Boyka habló con AL DÍA desde Miami, donde intenta darle más cabida a este deporte y con su talento y perseverancia obtener un espacio a nivel mundial, como él y otros competidores del freestyle lo han venido haciendo en los últimos años.
¿Cómo es esa historia de que le fue mal en su intento de ser futbolista con Atlético Nacional?
El fútbol siempre lo practiqué desde los 5 hasta los 14 o 15 años a nivel competitivo en la calle, en el colegio, en cualquier lado practicaba fútbol. A partir de ahí conocí el freestyle, yo estaba entrenando en el Atlético Nacional, duré tres meses de prueba, pero pues yo estaba en el colegio y obviamente tenía que cumplir con mi deber que era estudiar, y mi familia entendía que para practicar fútbol se necesitaba mucho tiempo y estaba perdiendo muchas clases, entonces tomé la decisión de dejarlo. Con el freestyle se me facilitaba todo porque podía entrenar en mi casa, en los parques, podía competir y solo dependía de mí mismo, mientras que el fútbol no.
¿Era dura la vida en la Comuna 15 de Medellín?
Todo lo que te estoy contando fue en la Comuna 15, yo vivo en el barrio Guayabal en el sector de Planeco. Siempre me he criado con los parceros del barrio jugando fútbol. Es una comuna agradable, tuvo sus problemas anteriormente como todo barrio. Pero es muy bueno, sin problemas, sí tuvo unos años que fue peligroso, pero fue muy esporádico. Muchos de los jóvenes de allí quieren ser futbolistas, otros desafortunadamente caen en las esquinas, pero depende mucho lo personal.
¿En algún momento del inicio de su carrera pensó que podía tener otra ocupación, ya sea por circunstancias externas o por necesidad?
Yo siempre quise ser profesional en algo. Gracias a Dios se me dio la oportunidad en un deporte totalmente diferente. Tenía la mentalidad de ser futbolista, pero no pensaba más allá, mientras que en el freestyle siempre le aposté a ser campeón del mundo, entonces fue esa motivación, también veía muchos videos de Ronaldinho de los primeros campeonatos del mundo de unas marcas privadas que se realizaron y ahí fue que mi mente reaccionó. Siempre quise hacer esto, nunca me vi en un trabajo normal y pues me gusta practicar y enseñar este deporte.
¿Cómo fue la historia del evento en el que se empezó a mostrar cómo freestyler?
Empecé pues entrenando en los parques, así se dio una voz a voz que fue creciendo en las redes sociales. Luego a través de los videos en Youtube me fui mostrando en las competencias y eso me dio un aire para seguir adelante. Gracias a eso me invitaron a un torneo nacional en Medellín y terminé campeón. También gracias a personas como Carolina Correa que me ayudó a mostrarme en los medios de comunicación.
¿Fueron complicados los inicios, teniendo en cuenta la forma en que se manejan los apoyos para deportes llamados ‘diferentes’ en Colombia?
Los inicios fueron complicados. En Colombia el apoyo a este deportes es nulo, no lo hay. Ya hay una asociación de freestyle que está Canadá. También las marcas privadas hacen los campeonatos y en varios de ellos he representado a Colombia. Desde el 2012 que fue mi primer campeonato Mundial en Italia se me abrieron las puertas. De hecho me siguieron invitando también como juez. Llevo 10 años practicando y como juez he estado en competencias en Nueva York, en Francia, mira, he conocido 26 países y estoy seguro que si hubiera sido futbolista no habría conocido tanto a mi edad. Sobre todo el conocer personas que practican lo mismo que tú y lo disfrutan, es muy grato.
¿De dónde nace la idea de tener una escuela gratuita, cómo la mantiene?
Nosotros entrenamos todos los sábados en el estadio Atanasio Girardot de Medellín. Es gratuita porque hay personas que de pronto no tienen para comprar un balón y poder aprender los trucos, solo necesitan actitud y parchar con nosotros para que se puedan ir abriendo campo. También igual tenemos clases personalizadas en las comunas de Medellín, para algunas personas que sí pueden pagar estas clases.
¿Qué retos tiene Boyka para este 2019?
En estos momentos estoy en Estados Unidos enseñando freestyle en una escuela de fútbol sala, para combinar ambas modalidades. Los jugadores que practican fútbol sala tienen que dominar muchísimo el balón, entonces se necesita que tengan una mentalidad diferente. Ahora en abril estaré en una competencia en México y las paradas del Mundial, una es en República Checa y la otra es en Miami, a eso le estamos apuntando. Pero uno de los aspectos más importantes que tengo en este año es seguir masificando este deporte, que en Colombia de pronto no es tan reconocido.