Sergio Rivero, el ‘haitiano’ más cubano del mundo, que en los 80 sonó insistentemente éxitos como Anita tun tun y Llueve que llueve, vuelve a aparecer en nuestro radar musical por la grabación que hará a dúo con Juan Piña del súper clásico La Piragua, una de las grandes obras del meastro José Barros.
Así lo confirmó Rivero desde Nueva York en diálogo telefónico con
AL DÍA
. El cantautor de 86 años, oriundo de Santiago de Cuba, es reconocido artísticamente como El Haitiano. Cuando se le anunció que lo llamábamos de Barranquilla, fue evidente su emoción, y enseguida reguntó entre risas, si estaba haciendo mucho calor.
“Esa es una ciudad maravillosa, la recuerdo mucho no solo por su clima caliente, sino porque por allá la gente me hizo sentir por primera vez como un grande de la música”, agregó.
El experimentado artista dijo que vive tranquilo acompañado de su esposa Amada Rivero, sus hijas Yamila y Jazmín, y siete nietos. Aún realiza presentaciones en Estados Unidos, y aseguró que se siente preparado para regresar a Colombia.
Sergio Rivero, el Haitiano, se define también como un gran dibujante y amante de la fotografía.
En el extenso diálogo con
AL DÍA
se refirió a otros temas no tan agradables para él, como los tres años que permaneció presó en Cuba por querer migrar en búsqueda de mejores oportunidades.
En Colombia estuvo por primera vez en 198, y entró por Barranquilla para presentarse en los Carnavales de ese año.
¿Por qué un cubano como usted termina siendo conocido por el mundo como El Haitiano?
R.:
Nací en Santiago de Cuba, pero luego junto a mi madre nos trasladamos a La Habana, ahí me dedicaba a cantar en los bares, y en 1956 logré mi primera presentación en radio Cadena Habana, emisora en la que actuaba La Sonora Matancera. Esa vez me presenté con un tema muy jocoso de mi autoría, al que llamé El Haitiano, un cha cha chá en el que me imaginaba cómo cantaría un haitiano tratando de hablar en español: “Desde la tierra lejana de Haití/yo querido vení hasta aquí/porque tiene mucho gana/de aprender a balar/yo quiere balar chia chia chiá”. Ese tema resultó muy simpático, porque en Cuba el haitiano era un personaje cotidiano, ellos eran los que iban a cortar la caña. Esta canción jamás la grabé a nivel profesional, pero es importante porque me dio mi nombre artístico, desde esa vez los periodistas me empezaron a decir El Haitiano y hasta el día de hoy soy conocido así en muchos países, incluyendo Haití.
También se destaca por ser compositor, háblenos sobre esa faceta.
R.:
Mi talento es natural, yo empecé oyendo a los grandes músicos de Cuba, especialmente a Benny Moré, sus canciones me inspiraban. A los 14 años siendo un chico muy inquieto compuse mi primer número, y un amigo mío de toda la vida, Javier Vásquez, me hizo los arreglos. Ese tema no fue conocido, es más ni recuerdo el nombre, solo sé que era un bolero que dediqué a una amiga. Lo que si te quiero dejar claro es que no tengo antecedentes musicales en mi familia. La verdad, creo que nací marcado por el arte, porque nadie me explicó cómo se hacía un bolero ni una guaracha.
¿Cuándo graba a nivel profesional?
R.:
No te creas que mi carrera se dio de la noche a la mañana, yo tuve que pasar por muchas situaciones complicadas. Durante dos años me vi obligado a vivir en la calle ya que no podía pagar una habitación, yo sé lo que es el hambre, porque hubo días en los que me tocaba acostarme sin comerme un pedazo de pan. Pero esa misma necesidad me llenó de fuerzas para encontrar nuevos rumbos. Fue así como se me dio por participar en los concursos que organizaban las emisoras de La Habana. Inicié como corista con una orquesta llamada La Sublime, con la que también tenía montado un buen show de baile, pero en realidad mi primer disco lo grabé en 1957 con la Charanga Súper Colosal, convirtiéndonos en sensación en toda Cuba. Mi proyecto como solista lo inicié en 1965 con temas como Anita tun tun, que es de mi autoría; el calipso La muchacha ingenua, Seremos amigos y Llueve que llueve, aclaro que este último no es mío, sino de José Robles. Esos cuatro temas salieron en un disco de 45 r.p.m.
Háblenos de Anita Tun Tun, uno de sus grandes éxitos que aún suena en Barranquilla
R.:
Yo galanteaba a una bailarina muy elegante y hermosa. Ella no se llamaba Anita, pero hice la letra inspirado en sus movimientos de cadera, eso era una cosa que me ponía el corazón a millón. Yo le ponía serenata todas las noches, le tocaba la puerta, pero esa chica nunca me prestó atención, ni me abrió la puerta para escucharme. Por eso le supliqué en el coro “Ay Anita, ay Anita/ ábreme la puerta/Anita tun tun tun”...
En cuanto a la parte melódica tiene una fusión de ritmos cubanos alegres, bachata, merengue y un poco de cumbia. Ese tema es el ideal para prender la rumba.
Sabía usted que cada vez que caen unas gotas en Barranquilla, las emisoras programan su canción Llueve que llueve...
R.:
Eso que me estás diciendo me llega directo al corazón, me lo han dicho varios seguidores colombianos que me he encontrado por acá en Nueva York, y créeme que se me aguan los ojos en este momento que me lo recuerdas, porque siento que ya no son mis canciones, sino del pueblo. Eso me regocija porque sé que me tienen presente después de tantos años, a pesar de tanto reguetón que nos ha invadido. Estos ritmos urbanos no los considero música, lo que nosotros hacíamos tenía mucho sabor y letra, pero esto de hoy es un completo disparate.
¿Cuándo abandonó Cuba?
R.:
Me fui de Cuba porque ese sistema socialista nunca me gustó, de hecho estuve preso en 1968 por querer salir del país sin permiso. Fui castigado con tres años de cárcel y cuando me dejaron libre pedí exilio en España. Posteriormente me vine a Nueva York en 1983, y aquí sigo pasando mis días feliz y tranquilo con mi familia. Estar en prisión es de los tragos más amargos que he bebido, pero fue un tiempo que me sirvió para reflexionar y también para fortalecer otros de mis talentos, el de la pintura.
Veo que la isla comienza a abrirse al mundo y ojalá los dirigentes entiendan que hay mejores formas de gobernar. Estuve en 2003, pero no he regresado.
Podría ahondarnos sobre su faceta como pintor
R.:
Ese es otro de los talentos que Dios me ha regalado y que he podido perfeccionar. Estando en la escuela nunca me gané un cinco en dibujo, pero a los 16 años tras hacerme una herida en un brazo comencé a matar el tiempo dibujando, y me di cuenta de que tenía un don que desarrollar. Al día siguiente compré una caja de colores y seguí haciendo mis trazos, hasta que los enseñé a muchos amigos y comenzó a correr mi fama como pintor. Los primeros dibujos que hice fueron los rostros de grandes artistas como Beny Moré, Nat King Cole, Carmen Miranda y Nelson Pinedo. También me apasiona la fotografía, el año pasado hice una exposición y ahora me acaban de contactar para inaugurar otra el año entrante en la que mostraré muchos paisajes.
Actuó en el Carnaval de Barranquilla en 1983 ¿Qué recuerdos tiene de esa presentación y de nuestra ciudad?
R.:
Lo recuerdo a la perfección porque es que Colombia fue el primer país que visité con mi música. Fue en los Carnavales donde me sentí pleno, gracias a Barranquilla mi música se regó por América. En 1983 me presenté en el baile La Saporrita, eso estaba llenó y la gente coreaba Anita Tun tun, y bailaban como locos, ustedes por allá sí que saben lo que es una buena rumba. Eso para mí fue como haber nacido por segunda vez.
¿Qué artista barranquillero destaca?
R.:
Nelson Pinedo, él tenía una voz muy versátil y logró hacer historia con la Sonora Matancera, hoy quizás se habla por el mundo de Shakira, pero Nelson en mi concepto fue muy grande.
Va a grabar La Piragua a dúo con Juan Piña ¿cómo se dio esto?
R.:
Tengo muy bien referenciado a Juan Piña, es un hombre con mucho sabor caribeño, él me invitó a grabar a dúo La Piragua ,y en esas estamos cuadrando todo para que salga pronto. La cumbia colombiana es música que me gusta mucho, esta canción la había escuchado varias veces, pero lo que menos imaginé era que algún día la grabaría con uno de los grandes músicos colombianos.
¿Qué mensaje les envía a los barranquilleros?
R.:
Les digo que cada vez es mayor mi cariño y agradecimiento por Barranquilla donde admiran y gozan mucho la música cubana. Allá nos han dado un lugar de privilegio, sé que gozan en las esquinas y cantinas cada fin de semana con nuestras canciones, y espero que la vida me dé la oportunidad de volver a cantarles pronto.