Al ingresar por estos días al centro de convenciones Puerta de Oro, inmediatamente los olores de los platos de nuestra tierra cautivan a los visitantes a Sabor Barranquilla, feria gastronómica en las que platos a la parrilla, guisados y mayormente cocinados en salsa, le abren el apetito a cualquiera.
En la jornada inaugural de esta feria que en horas de la mañana estuvo marcada por la franja académica, con el foro Agrodiversidad, Campo y Cocina: una mirada hacia la paz, apenas llegó la hora del almuerzo se desataron los más agradables aromas que emanaban de algunas ollas.
Más de 35 restaurantes hacen parte de una amalgama de opciones para disfrutar el placer de comer, y 142 expositores estaban prestos a dar a conocer la información de sus productos. En esta edición XI la afluencia de público es indiscutible, puesto que el promedio de asistentes está por encima de los 20.000, según explicó Patricia Maestre, directora de Sabor Barranquilla, presentando así un crecimiento del 7% con relación al año pasado.
Este año la feria tiene un área de exhibición de 3.000 m2, y en tarima estarán 42 chefs nacionales, internacionales y locales, que rinden homenaje a la cocina del departamento del Magdalena. “Creo que la feria es un espacio maravilloso para dar a conocer nuestros productos”, dijo Ana Griselda Cabarcas con una enorme sonrisa mientras acomodaba una palangana sobre su cabeza para gritar su pregón.
“¡Alegríaaaa!”, decía al tiempo que algunos asistentes curiosos se acercaban a su stand para probar los enyucados, caballitos y cocadas. Esta palenquera se dedica a su arte de hacer dulces desde los 15 años. Para ella, esa tradición de su tierra es su mayor orgullo.
Al frente, Alexander Villafaña Torres y Francisco Villafaña Pérez, llamaban la atención por su atuendo indígena. Estos miembros de la etnia arhuaca les enseñaban a los visitantes las propiedades del cacao, mientras algunos interesados admiraban sus productos 100% naturales.
ARTESANOS PRESENTES
Más adelante un canasto gigante adornado con fique, madera natural y luces cálidas, llamaba la atención de todo el que pasaba cerca y como un imán era atraído a su interior. El canasto de pino y fique fue realizado por las manos de 100 artesanos que hacen parte del proyecto ‘Atlántico Líder Huella Artesanal’.
De otro lado, una casa de puertas abiertas que emula las viviendas del populoso Barrio Abajo, fue uno de los grandes atractivos en el marco de la feria. “Abuela tenemos visita”, se escuchó una voz al interior de la casa.
“Mijoo pero cuanto tiempo sin verte bienvenido a tu casa, quieres jugo de corozo”, con esa invitación en La Casa de Alejo, la Oficina de Turismo de la Secretaría Distrital de Cultura, les mostró a los presentes esas fuertes tradiciones arraigadas en muchos hogares barranquilleros, en los que la hospitalidad es casi una ley de “esa tierra que somos”.
La abuela y la tía les dan la bienvenida a La Casa de Alejo, que con la alegría y la buena vibra del Caribe Colombiano se puede jugar en el patio un partido de parqués o dominó mientras la estancia es amenizada por esa música bacana y bailable del picó.