Para Enrique Blanco, uno de los más fieles seguidores de Diomedes Díaz en Valledupar, estos cinco años sin El Cacique de La Junta han sido de profunda tristeza. “Sigo con un dolor inmenso en el alma, desde su muerte no he vuelto a parrandear, no me provoca”, señala este pintor residente en el barrio San Martín, en el sur de la capital del Cesar, quien guarda y escucha con frecuencia los éxitos del artista.
“Cuando Diomedes sacaba un nuevo disco eso era una fiesta para mí, la celebración podía durar dos o tres días, ahora me conformo con los recuerdos y tenerlo vivo en mi mente. Desde que falleció el 22 de diciembre de 2013 nunca más me he vuelto a tomar un trago, es como un luto que llevo”, precisó.
Lo mismo siente el abogado Cristian Torres, quien afirma que después de cinco años cuando escucha una canción sentida del Cacique, se le nublan los ojos. “Ese era un grande del folclor, el mejor artista, quienes lo seguimos no hemos podido superar su ausencia”, indicó.
En el natalicio o aniversario del fallecimiento del cantautor guajiro, Torres dice que llega al cementerio Jardines del Ecce-Homo, y se suma a la romería de fanáticos, turistas, amigos y familiares que lo visitan.
“En mi casa no falta la música de El Cacique, mis hijos que están pequeños ya saben por mi cuenta que Diomedes era uno de los mejores cantantes y compositores que ha dado el vallenato”. El 22 de diciembre se ha convertido en una fecha de sentimientos encontrados alrededor de Diomedes Díaz.
Es un tiempo en el que sus seguidores lloran, pero también cantan y lo recuerdan con alegría. En las emisoras suenan desde temprano sus éxitos y se revive la historia de El Cacique, mientras cientos de fanáticos visitan su tumba, y se suman a una serenata con mariachis. Otros le llevan flores, muchos toman cervezas y whisky, mientras en el fondo se escuchan en los parlantes de los vehículos los temas que hicieron famoso al ‘cantor campesino’.
Es una especie de ritual que se ha repetido en los últimos cinco años, manteniendo viva la memoria de Diomedes. Elver Díaz, hermano menor del artista, sostuvo que “esta es una fecha que nos llena de tristeza por su partida, pero también de alegría por ver a tanta gente que sigue cantando sus canciones, y vienen a acompañarlo en su tumba”.
Y LA MUERTE DEJÓ DE ESPERAR
En los últimos años de su vida Diomedes sufrió muchos quebrantos de salud. Padeció Guillain-Barré, que lo postró en sillas de ruedas, y del cual pudo recuperarse. Fue sometido a una cirugía de corazón abierto, también estuvo internado en clínicas por dificultades respiratorias y otras afectaciones, pero de todas salía, y con una amplia sonrisa, cuando era dado de alta, y sus seguidores lo esperaban en las puertas de los centros asistenciales, solía decirles: “Por ahora la muerte tendrá que esperar”.
La misma frase la usó en varias de sus canciones, pero la mañana del 22 de diciembre de 2013, fue la última vez que familiares y amigos lo vieron con vida. Su voz se apagó y el folclor se llenó de luto. La noche antes de su deceso El Cacique de La Junta cumplió una presentación en Barranquilla, donde ya se observaba afectado, tanto que tuvo que terminarla sentado.
Después tomó rumbo a Valledupar donde en horas de la mañana estuvo departiendo con amigos e integrantes de su conjunto, entre ellos su último acordeonero, Álvaro López. Luego se retiró a dormir a su habitación en la casa del barrio Los Ángeles para nunca más despertar.