¿Qué Pasa?

50 años de la creación del clásico vallenato ‘Mi gran amigo’

Esta canción la escribió Camilo Namén tras enterarse de la muerte de su padre.

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Hasta del dolor más desgarrador sirve como inspirador para crear grandes obras musicales que perduran en el tiempo, pese a tanto ruido que se escucha hoy en las grandes urbes.

Perder a un ser querido estremece el alma y despierta la mayor de las tristezas, esas que muchos alcanzan a reflejar al dejar correr las lágrimas por sus mejillas. Sin embargo, para el destacado compositor de música vallenata Camilo Namén Rapalino, la muerte de su padre Felipe Namén Frayja, lo llevó expresar toda su gratitud en una canción por haber sido su cómplice.

El próximo domingo 19 de enero se cumplirán 50 años de la inesperada partida de su papá, hecho que además de doloroso, le dio pie para crear Mi gran amigo, un clásico que con medio siglo a cuestas, sigue sonando con fuerza y pone a reflexionar a cualquiera que lo escuche con detenimiento en la portentosa voz de Jorge Oñate.

En dialogo con AL DÍA, el compositor de 76 años oriundo de Chimichagua (Cesar), recordó detalles de la creación de esta letra y también de todo el amor que le profesaba su padre y la complicidad que tuvieron.

Lo primero que hay que decir con relación al proceso creativo de Namén quien también ha hecho éxitos como Recuerdos de mi pueblo (Hermanos Zuleta) y De la misma manera (Diomedes Díaz), es que no necesita empuñar un lápiz y papel para fijar sus estrofas, estas van brotando de su mente con melodía incluida y tras entonarlas varias veces quedan grabadas como si se tratara de un lingote de oro al que le imprimen una serie de números. “Mi gran amigo es un canto de un hijo dedicado a su padre fallecido. Es una historia cantada que está basada en el amor de un hombre por sus hijos, a los cuales llenó de amor, vocación de servicio y fue motivo de alegría”, es lo primero que explica este hombre que tiene una sonrisa a flor de piel.

“Cuando él murió a mí se me hacía imposible verlo muerto y no tuve más que hacerle un canto que lo reviviera el cual titulé Mi gran amigo, porque ese fue Felipe Namén Frayja, un hombre que me transmitió mucho amor y me llevó por el camino del bien. A mis hermanos los hizo profesionales, mi hermano Jesús Namén Rapalino fue alcalde de Chimichagua (Cesar), senador y representante a la Cámara”, agregó Camilo mientras sus ojos miraban hacía el techo como queriendo reencontrarse con el rostro de su padre.

Es por eso es que en la introducción del disco le cantó: “Tan bueno y tan noble como era mi padre/ y la muerte infame me lo arrebató/ eso solo son dolores y las penas tan grandes/ que a sufrir en la vida le pone uno a Dios”.

UNA MUERTE INESPERADA

Cuenta Camilo que su padre de ascendencia libanesa, tenía 54 años, y era un roble que no sufría de nada, por lo que la idea de perderlo fue algo que no rondó por su mente, ni por la de sus ocho hermanos. Sin embargo aquel 19 de febrero de 1970, se marcharía sin despedirse de nadie.

A las seis de la tarde jugaba billar en su Chimichagua natal. A la entrada del establecimiento un amigo lo llamó para proponerle un negocio y él, como buen negociante, acudió al llamado, con tan mala suerte que fue a ‘volarse’ un muro bastante alto y resbaló. Al caer, el fémur se partió y le atravesó una vena. Se lo llevaron en un camión desde Chimichagua para Valledupar y en el camino se desangró, porque era un viaje de ocho horas.

“Mi gran amigo nace en el momento en que veo a mi papá en el cajón. Yo salgo con mi hermano Ismael a hacer las pertinencias para el entierro y en el camino le dije que acababa de nacer la melodía del canto que le iba a hacer a nuestro viejo. Me preguntó qué cuál música y le contesté que un merengue, eso lo impresionó mucho y me refutó: ‘merengue pa’l dolor’, y me mantuve firme en mi idea. En la tarde le canté el primer verso y fluyó todo el tema”, narró Namén aún con mucho lamento.

El asombro de su hermano Ismael obedeció a que el merengue es el aire más alegre del vallenato, ideal para bailar y en esos momentos no estaban para festejos. “Pensé que si Piero le había cantado a su papá, Mi querido viejo (1969), yo podía hacer lo propio con ese gran amigo que fue mi padre”, aseveró Camilo que en ese entonces tenía 26 años.

“Lo más especial que mi padre tenía conmigo era su sonrisa permanente y su alegría, eso se lo heredé. Si él se veía conmigo 10 veces, las mismas veces me besaba. Él era de raza libanesa, mis abuelos se radicaron en Chimichagua y se casó con Concepción Rapalino Blanco, oriunda de El Paso (Cesar), producto de ese amor nació una familia grande”.

OÑATE, EL ELEGIDO

Para que Mi gran amigo fuera grabada pasó un año, lapso en el que este virtuoso compositor cayó en un dilema por una de las estrofas. “Tuve un problema en ese canto, yo digo: ‘Esos son los dolores y las penas tan grandes que a sufrir en la vida le pone uno a Dios’. Entonces caí en cuenta que Dios no le pone pero a nadie, así que fui a donde un amigo y me dijo que la dejara intacta, porque los seres humanos a veces creemos que somos castigados. Una vez la tuve lista llegó directa a las manos de Jorge Oñate”.

El ‘Jilguero de América’ quien hacía parte del conjunto de los Hermanos López, era muy amigo de Namén y “como mandado por Dios” llegó a visitarlo en búsqueda de una canción, ya que crecía la fama del compositor chimichaguero a quien ya el juglar Luis Enrique Martínez le había grabado El reparto. “Me pidió que le diera una nueva canción y es así como le canté Mi gran amigo, sin dudarlo dijo que se la presentaría a los hermanos López que no tuvieron reparo en grabarla, porque ya me habían hecho el merengue El libre que fue un éxito”.

Mi gran amigo fue grabado por el conjunto de Los Hermanos López y Jorge Oñate en el LP El jardincito que salió en 1971 bajo el sello CBS (actual Sony Music). De esta producción se desprenderían también éxitos como Amor sensible, Amor de quinceañera y El colibrí. “En las parrandas vallenatas este es un tema infaltable, debido a que tiene en el fondo mucha melancolía y narra el verdadero amor de un hijo hacía su padre muerto”, recalcó Namén Rapalino, quien agrega que Oñate grabó el tema acompañado por el acordeón de Miguel López, Pablo López en la caja y en la guacharaca Efraín ‘el Toto’ López. “Oñate le dio una tonada de éxito, porque es que él es el rey del merengue, le quedó perfecta”.

UN CONSEJO INOLVIDABLE

Ahora este artista cesarense tiene cuatro hijos que les han permitido ejercer el mismo papel que desempeñaba su padre. “Yo soy muy cariñoso y creo que a todos los he contagiado de ese sentir. Mi amor se ha derramado en iguales proporciones desde el mayor que es Felipe Andrés, pasando por Maryoris y unos mellos que hice a los 64 años, se llaman Camilo y Camila, ellos son mi alegría”.

“Mi padre fue mi gran amigo/ mi padre fue mi amigo fiel/ mi padre se jugaba conmigo/ y yo me jugaba con él”, cantando este estribillo, Camilo le aconseja a los hijos que edifiquen así su relación con su progenitor.

“Concebí este canto sentido para que se convirtiera en el verdadero regreso del amor y del respeto a un padre muerto, así lo visione, para dejarle a la música vallenata un canto sublime. Quienes tengan a sus padres vivos deben entregarle todo su amor y respeto y por ninguna razón deben engañarlos, cuando tu engañas a tu viejo de paso lo haces contigo, porque ya no te podrá entregar el consejo acertado que estás necesitando. No olviden eso y entréguenle todo su amor, porque después que mueren pueden llegar los lamentos y eso mata el alma”.