Generalmente se escucha en los velorios que se realizan en la Costa Caribe que “El muerto no se lleva nada”. Pero dentro de estas mismas conversaciones salen a la luz testimonios que narran de manera terrorífica que muchos difuntos han regresado del más allá para reclamar sus pertenecías, para que le cumplan alguna promesa que alcanzó a ser pactada o para que le sea saldada alguna deuda y solo así poder descansar en paz en el otro mundo.
Por muy increíble que parezcan todas estas aseveraciones, se han conformado un conjunto de leyendas urbanas a las que el grupo Costa Paranormal tuvo acceso, encontrando así testimonios asombrosos de cómo los muertos regresan a nuestro plano para quedarse con los que les pertenece.
Inicialmente hay que explicar que muchas personas recurrían a brujos para poder pagar las deudas a los muertos y se sometían a muchos de los rituales que en su mayoría consistían en entregar la suma de dinero al brujo y vendar los ojos al deudor con una pañoleta negra, hasta esperar que el espíritu del difunto golpeara al deudor por demorar tanto en cumplir con su palabra.
A continuación presentamos dos historias.
LOS ZAPATOS POSEÍDOS
Martelo Escalante, conocido como ‘La Roca o Azabache’ en el Cementerio Universal donde se destacaba como sepulturero relata una historia que demuestra “que con las cosas de los muerto no se juega”.
Según él, un compañero de trabajo le vendió unos tenis marca Nike de color blanco, a un muy bajo precio. Los estrenó en un baile de picó en el barrio La Esmeralda, aunque confiesa que al ponérselos algo raro empezó a pasar.
“Ya tenía mi pinta con mis tenis y apenas salí de la casa sentí un fuerte escalofrío que me recorrió el cuerpo, una anciana del barrio me llamó y me dijo que alguien me seguía, volteé hacia atrás y vi a un hombre moreno con ropa vieja y descalzo que me perseguía”.
Escalante pensó que se trataba de un pandillero que lo quería atracar, por lo que aceleró su paso. Llegando al baile, se percató que el tipo que había desaparecido, volvió a estar a su lado, por lo que le contó a sus amigos para que lo defendiera. “Ellos se reían de mí porque no veían a nadie”.
Desesperado regresó a casa y su madre al abrirle la puerta lo vio pálido y sudando frio. “Mi vieja me preguntó que si había tomado algo raro o me había puesto algo nuevo y le señalé los tenis. Le expliqué que los había comprado en el cementerio y enseguida me pidió que me los quitara porque pertenecían a un muerto”.
Al día siguiente su compañero le confesó que se los había quitado a un pandillero antes de sepultarlo. Escalante confiesa que tuvieron que cavar otra vez en la bóveda del difunto para depositarles sus zapatos y solo así lo dejó tranquilo.
UNA DEUDA TORMENTOSA
Randy Roncallo, cuenta que una vez tuvo que pagar un dinero a un muerto. Según su testimonio le había pedido prestado dinero en 1989, a una mujer para ponerse un diente de plata; pero esta murió días después, por lo que dio la deuda como olvidada.
Sin embargo, la hija de la mujer le cobraba y él mintiendo decía que no debía nada. “Por las noches comencé a sentir que me movían las cosas y dije esa debe ser la muerta, así que me compré un escapulario para que se fuera”.
Roncallo cuenta que se lo compró a un brujo y se lo puso esa noche, pero cuando estaba dormido sintió que lo voltearon y le aruñaron en la espalda.
“Llamé a la hija de la mujer y le dije que le iba entregar el dinero delante de la tumba de su mamá, cuando llegamos al cementerio empecé a escuchar un maullido y sobre la tumba apareció un gato que tenía mi escapulario atado en una pata”.