Los circos siempre han sido asociados con la diversión. Son escenarios móviles que se pasean de país en país o de barrio en bario como ocurre en diferentes ciudades de Colombia. Sin embargo, en su interior se encuentran algunos payasos que con sus excéntricos actos, además de sacar sonrisas, causan terror en algunos espectadores.
Estos payasos son recordados por muchos al irse de la escénica carpa, tejiendo así en la mente de muchos historias terroríficas que han sido reforzadas por películas como It (Eso o La cosa), que causó gran revuelo en 1990, cuando fue proyectada en las salas de cine; mostrando un payaso despiadado que acabó con la vida de muchas personas que anteriormente se reían junto a él.
Esta historia parece repetirse en el municipio de Soledad (Atlántico), donde el espíritu de un payaso, denominado Circocus, se ha convertido en una leyenda cirquera que se aparece en el barrio El Ferry y Manuela Beltrán, en los que abundan testimonios de personas que afirman haberlo visto en varias ocasiones.
AL DÍA quiso conocer esta historia que hace parte de los archivos paranormales de la Región Caribe, obteniendo datos y testimonios, que demuestran que este payaso le ha hecho pasar un mal rato a más de uno.
LA LEYENDA DE CIRCOCUS
Según testimonios recolectados desde la década de los 50, Circocus era un payaso que deambulaba por toda la Costa, ofreciendo funciones en un circo desgastado y decadente con su mismo nombre. Este payaso tenía una deformidad en los dientes y labio leporino, lo que hacía que su aspecto fuera diferente
Circocus al parecer se obsesionó con una niña rubia y algo obesa en condición de discapacidad cognitiva, la cual asistió a su fusión y posteriormente con engaños logró convencerla de que entrara a su camerino, lugar donde abusó sexualmente de ella y posteriormente la asesinó, enterrando su cuerpo debajo del mástil del circo.
Tras sentirse temor por las sospechas que había levantado, Circocus terminó ahorcándose en el mismo mástil. Este hecho fue callado por los otros payasos y su carpa fue heredada por propietarios de otros circos; pero sus tormentosas apariciones empezaron a darse, evidenciando así una gran maldición.
SUS ‘GRACIOSAS’ APARICIONES
Misael Moreno, vendedor de aguacates del barrio El Ferry, habló de su escalofriante encuentro con el payaso.
“Eran las 3:30 de la madrugada, yo venía del mercado listo para vender mis aguacates en el barrio y me topé con una niña gorda que estaba al lado de un árbol y se reía a carcajadas; tras levantar mi mirada observé a un payaso que colgaba de una rama. Me llené de miedo y traté de mirar nuevamente a la niña, pero ya se había ido, salí corriendo y dejé los aguacates tirados”, recordó Moreno.
Otro que asegura haber visto al temible payaso es Jairo Díaz, de 51 años, quien es cristiano y asegura tener el don de la visión. Díaz, quien vivió en una casa ubicada dentro de una parcela en el barrio Manuela Beltrán, donde se cuenta que el payaso montó hace años su circo, explica que cuando compró su vivienda, comenzó a ver tres sombras que entraban por su patio y se aterró al ver lo que estas hacían.
“Decidí quedarme a solas, en completa oscuridad para enfrentar las sombras que veía. Llené los bolsillos con sal y me puse a leer la Biblia, justo cuando comenzaba a quedarme dormido, vi astralmente que entraban tres personas: un hombre vestido de negro, una mujer y un payaso horrible que empezaba hablar en leguas. Observé como se armaba una gran carpa a la que entraban ánimas y espíritus de niños. Allí el hombre de negro con una mesa en la mitad del circo movía las mano en señal de evocación y salía del centro un macho cabrío; mientras que las almas se reían con las travesuras del payaso”, concluyó Díaz.