Si analizar la mente de los seres humanos es de por sí difícil en vida, ¿cuánto más ha de serlo después de la muerte? Pues bien, esta es la labor que ahora le compete a los peritos de la sede en Atlántico del Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias Forenses, luego de que la Fiscalía les solicitara la realización de una autopsia psicológica a Madelayne Sofía Ortega Villa, la adolescente de 17 años que fue hallada sin vida al interior de la sede Centro de la Universidad del Atlántico, en Barranquilla, el pasado miércoles 18 de diciembre de 2019.
De acuerdo con la directora de fiscalías en Atlántico, Claudia López Duncan, con esta técnica forense se busca conocer el estado emocional de la joven estudiante de Derecho en los momentos previos a su muerte y, de esta manera, orientar el curso de la investigación a partir de una hipótesis más clara.
Esto es debido a que, hasta el momento, la Fiscalía sigue teniendo sobre la mesa las teorías de muerte por homicidio, suicidio o accidental, por igual.
Esto convertiría al caso de Madelayne en uno histórico pues, según fuentes de la Fiscalía, esta sería apenas la segunda vez en al menos 20 años que el ente investigador solicita este tipo de pruebas en la ciudad de Barranquilla.
“A finales de la década de los 90, entre 1997 y 1999, la seccional Atlántico solicitó aproximadamente 50 autopsias psicológicas; sin embargo, desde entonces se dejaron de solicitar por mucho tiempo hasta 2019 cuando el ente investigador solicitó practicar el examen en un caso de violencia sexual en el que la víctima se suicidó mediante ahorcamiento”, explicó la fuente.
Esto lo ratificó Juan Isaac Llanos, ex director regional y, posteriormente, nacional de Medicina Legal, quien dijo que, incluso a nivel nacional, son pocas las autopsias psicológicas que se han realizado debido a que las muertes, sobre todo por suicidio, suelen producirse en condiciones muy claras.
De hecho, los casos en los que se ha aplicado recientemente la autopsia psicológica como orientador del proceso judicial han sido sucesos de impacto nacional e incluso internacional.
Tales son la muerte de Alejandro Pizano, hijo de Jorge Enrique Pizano, testigo clave en los sobornos de Odebrecht, quien falleció en extrañas circunstancias a finales de 2018 tras tomar una botella con agua que contenía cianuro; y en el caso de Sergio Urrego, el joven de 16 años que se suicidó en 2014 luego de haber sido víctima de discriminación debido a su orientación sexual, aparentemente.
Método orientador
Según la ‘Guía para la Realización de Pericias Psiquiátricas y Psicológicas Forenses Mediante Autopsia Psicológica en la Determinación de la Manera de Muerte (Suicida, Homicida o Accidental)’ (2010), del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forense, la autopsia psicológica se utiliza en el campo forense para orientar a las autoridades en casos de muerte dudosa, en victimología y en el proceso de investigación.
Así las cosas, la autopsia psicológica es un procedimiento científico que, después de la muerte de la persona, busca describir cómo era la víctima en vida; además permite una reconstrucción psicológica de la personalidad del fallecido, cuya muerte no tiene un contexto claro.
Según el doctor Jorge Isaac Llanos, quien por más de 17 años fue perito en Medicina Legal y que se encuentra entre los pocos psiquiatras forenses titulados en Colombia, esta técnica nació en California (Estados Unidos) y quien la practique “debe obtener una serie de datos y registros familiares que permitan identificar si los comportamientos de la víctima cursan con los signos que se conocen de una persona que diga ‘tengo tantos problemas que prefiero morirme’ o, por el contrario, pueda descartarse el suicidio”.
“Esta es una prueba más que va en unidad con la necropsia tradicional, a las huellas externas, a la investigación que hacen las personas que inspeccionan el cadáver y a todas las indagaciones que hace el fiscal y su equipo. Unir todas estas pruebas permite identificar la manera y la forma de muerte de una persona”, explicó el psiquiatra forense.
Precisamente, en el caso de Madelayne, la directora Seccional de la Fiscalía indicó que con el procedimiento se busca establecer, “a través de sus padres y del núcleo cercano, cómo habría actuado momentos previos a su muerte y orientarnos en el caso”.
Jeisson Orjuela, psicólogo e investigador criminal de la Unidad de Investigación Criminal de la Defensa (UID), destacó que lo importante del procedimiento es explorar los antecedentes de la víctima, su trayectoria médica, educativa, social y familiar, aquellos rasgos e impresiones en su entorno.
“Sin embargo, hay que aclarar que la técnica forense es un análisis orientativo para la investigación, sin que exprese certeza absoluta”, apuntó el investigador.
El proceso
De acuerdo con la guía de Medicina Legal, la autopsia psicológica es un proceso sistemático de recolección de datos, que se desarrolla por etapas, las cuales pueden variar, dependiendo de las características del evento en estudio.
Para la realización del procedimiento es requisito indispensable que el perito psiquiatra o psicólogo cuente con la copia del Acta de Inspección Técnica a Cadáver y/o Acta de Inspección a Lugares (escena primaria, escenas secundarias o asociadas) y el Protocolo de Necropsia.
Para el doctor Juan Isaac Llanos, en esto es indispensable que el analista tenga acceso a un buen informe pericial.
“Es importantísimo que los investigadores averigüen bien, por ejemplo, sobre las personas que estuvieron con la víctima en los minutos previos al fallecimiento, que puedan saber lo que esta persona haya manifestado”, dijo.
Así mismo, aseguró que “lo primero es que la Fiscalía llegue a la escena del crimen con sus investigadores. Siempre hay un relato de los hechos y elementos alrededor de la inspección del cadáver. La autopsia psicológica viene después”.
Este medio intentó acceder a un informe de autopsia psicológica hecha en casos anteriores, pero no fue posible.
Según el investigador Orjuela, esto se debe a que los resultados de dichos análisis psiquiátricos forenses hacen parte de la reserva de las investigaciones, pues de ser tomados a la ligera podrían conducir “a un error en el proceso penal”.