Historias

Alexya Salvador: la mujer transexual que es profesora y pastora

De acuerdo con Salvador, los niños no nacen con prejuicios.

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Alexya Salvador, de 36 años y quien trabaja en un colegio estatal en Mairipora, Sao Paulo, no es como todos los profesores. Su forma de reír, de hablar y de dar las clases es completamente diferente a la de los demás.

Pero, no solo su personalidad, sino su físico, pues Alexya es la única maestra transexual que la mayoría de los adolescentes ha tenido. No solo enseña portugués, inglés y a escribir correctamente, sino que también enseña sobre la diversidad, según Semana.

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Todo comenzó desde el año 2012, cuando pasó de ser Alexander a ser Alexya. En ese momento ella trabajaba para otra escuela en la que pidió un permiso de 15 días para hacerse la transformación completa y cuando regresó se volvió a presentar ante los estudiantes.

Ahora, como mujer, no solo es profesora, también es pastora auxiliar en la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), un grupo cristiano que acepta a la comunidad LGBTI, y madre de dos niños que adoptó, Gabriel y Ana María, quienes son hijos de su esposo Roberto.

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Salvador fue la primera transexual que adoptó un niño en Brasil y será la primera reverenda de la ICM en América Latina.

REACCIONES EN LA ESCUELA

Su cambio ha generado polémica sobre los géneros en su clase, las preguntas comenzaron por primera vez en las lecciones de gramática. "Profesora, para mí siempre será un hombre", le comunicó un estudiante una vez, pues se sentía incómodo con el maquillaje, pelo largo y cuerpo de Alexya, que mide más de 1,80 metros.

"Vi que él estaba nervioso y le dije: ‘Habla, vivimos en una democracia, te escucho‘. No le impuse nada. Solo lo invité a la reflexión y le dije: ‘Si aun después de todo lo que te he mostrado ves a un hombre vestido de mujer y respetas a ese hombre vestido de mujer, está muy bien. Eres libre de estar de acuerdo o no, pero debes respetar‘", contó la profesora.

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Para Alexya Salvador, hablar sobre la identidad hace que los niños sean más tolerantes, además debatir los ayuda a tener argumentos de peso. "Dejo que traigan sus realidades. Porque los niños quieren ser escuchados. Muchos de ellos no tienen un padre y una madre que se siente a hablarles".

Asimismo, advierte que los niños no nacen con prejuicios sino que los mismos adultos les enseñan a juzgar. Un buen ejemplo que tiene es cuando en una escuela en la que trabajaba, el director quería seguir llamándola Alexander, el personal la miraba mal y hasta los padres de sus alumnos la atacaban.

"¿Cómo una madre puede venir a pelear porque le hablé a su hijo de que tiene que ayudar con las tareas del hogar? Hablar de género no es sobre el sexo, es discutir sobre la condición humana", advierte.

PADRES Y ALUMNOS

A pesar de que la mayoría de padres y colegas prefieren que no hable sobre esos temas, los adolescentes y niños prefieren que lo haga.

Larissa Oliveira, una de sus estudiantes de 12 años, siente que ha cambiado positivamente desde que Alexya llegó. "A mí, por ejemplo, me gusta jugar con la pelota y los chicos decían que yo era lesbiana. Pero la profesora de inmediato explicó las cosas, dijo que el fútbol no es sólo para los hombres, que no hay que elegir entre qué es correcto para hombres o mujeres".

"Nos enseñó mucho acerca de los prejuicios, del sexismo y otras cosas. Es una persona maravillosa, me encanta su pasión", concluye Oliveira.

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La profesora se volvió en la confidente de varios estudiantes. Ella recuerda a uno en especial que la llamó para pedirle un consejo, pues era gay y su familia era religiosa. Sus padres prohibieron la entrada de un primo a la casa desde que se enteraron que era homosexual.

"Mientras él lloraba, lo único que podía decirle era que no era una aberración, sino un niño hermoso y sano. No quería darle un consejo para que mañana dijera ‘hice lo que me dijo y ahora estoy en la calle, mi padre me golpeó‘. Le dije que iba a llegar el momento adecuado. Le aconsejé que estudiara mucho para un día ser independiente y vivir su vida", aseguró Alexya.

Cuando abrazó al adolescente, se vio a ella misma, cuando estaba en la escuela, llorando en el parqueadero porque sus compañeros la golpeaban por ser diferente.

Veinte años atrás un profesor le había dicho que si no quería ser molestado mejor se quedaba callado, sin embargo, hoy en día es una defensora de los derechos LGBTI.