Un joven asistió a urgencias luego de presentar un fuerte dolor estomacal y nauseas, tras comerse una porción de pollo que había guardado 'para luego'.
El afectado nunca pensó que decirle a la mesera que le guardara las sobras que no se había comido para ingerirlas en la casa al día siguiente, desencadenaría en la pérdida de sus extremidades inferiores.
Sin embargo, luego de estar un tiempo bajo observación médica, empezó a sufrir de constante dolor en el pecho, lo que le dificultaba respirar, pero también a experimentar visión borrosa, debilidad en todo el cuerpo y múltiples episodios tanto de vómitos, como de fiebre.
Aunque con esto los médicos que lo atendieron en una clínica de Nueva Inglaterra, Estados Unidos, estaban preocupados, todo empeoró cuando el paciente empezó a tornársele la piel de una especie de color morado. Fue en ese momento que los especialistas pudieron definir un diagnóstico.
Una fuerte infección bacteriana llamada Neisseria meningitidis producto de la comida en mal estado por el tiempo que pasó empacada, se había apoderado del cuerpo del joven. Esto provocó que fuera trasladado al Hospital General de Massachusetts, de mayor complejidad, pero en ese lugar tampoco pudieron hacer mucho por evitar que sus cuatro extremidades se llenaran de manchas y sufrieran de gangrena.
Al final, para poder estabilizar al afectado, tuvieron que amputarle ambas piernas y parte de cada uno de los diez dedos de la mano, sin embargo, pudieron mantenerlo con vida.