Una de las leyendas sobrenaturales más reconocidas por su resonancia en todo el cono occidental es la de los duendes, criaturas sobrenaturales de naturaleza maliciosa hacia los humanos, caracterizados por su profunda habilidad para cometer delitos y detectar riquezas.
De tamaño no superior a un metro y 30 centímetros, los duendes poseen la particularidad de traer fortuna a quien se topa con ellos por la vida, aunque también serían augurios de desgracia en quien les desagrada, de acuerdo con los relatos del fray Antonio de Fuentelapeña, que en El ente dilucidado: discurso único novísimo que muestra que hay en naturaleza animales irracionales invisibles y quales sean, comenta pormenores del actuar de estas criaturas.
Pese a que el discurso data de 1676, aún en el siglo XXI permanece la creencia de que es posible encontrar duendes en el camino por la vida, y esa creencia motivó a un joven universitario a ser protagonista de un insólito suceso.
Una joven de Medellín utilizó su cuenta de Twitter para contar la experiencia de un grupo de estudiantes, quienes perdieron de vista a un compañero de excursión cuando habían decidido vivir una experiencia con hongos alucinógenos.
De acuerdo con la relatora, identificada como ‘KatVour’, el joven desaparecido se había separado de sus amigos en un punto, y solo regresó a su encuentro en la jornada siguiente, cuando fue visto en la puerta de su habitación en el hotel donde se alojaban.
Todavía habían secuelas en su cuerpo de la experiencia con los hongos. En todos se había provocado un estado de ‘mal viaje’, definido así como una mala experiencia con sustancias alucinógenas, lo que puede derivar en estados que, de una forma u otra, generan en el afectado la sensación de discernimiento entre lo que es real y lo que no.
Aún sin salir del efecto alucinógeno, el joven no ocultó su emoción al reunirse con sus compañeros, puesto que les confesó que había encontrado a un duende en su noctámbula travesía, y había logrado secuestrarlo para ‘que lo condujera hasta la olla de oro’.
Sus amigos no comprendieron bien lo que estaba pasando, hasta que el malviajado los invitó a ingresar a su cuarto. Una vez instalados, y al borde de la expectativa, descubrieron que no era un duende, sino una persona en condición de enanismo, a la que su amigo había confundido en medio de su estado.
Una vez dejada en libertad, la persona en condición de enanismo decidió emprender acciones legales contra el joven, a quien denunciaron por el delito de secuestro.
Se desconoce en qué terminó la querella legal, pero lo cierto, de acuerdo con la autora de la publicación, es que la historia fue contada por un egresado de la universidad en la que la historia hace parte del imaginario colectivo.