Le ponen la lupa al ‘vibrante’ negocio de las tiendas sex shop
El Invima decomisó en Cali 3.000 unidades de productos y juguetes sexuales. En Barranquilla y Atlántico, Cámara de Comercio solo tiene registrados 9 negocios.
María Camila lleva trabajando cerca de un mes en una tienda erótica del centro de Barranquilla. Es su primer empleo en la industria de juguetes y accesorios sexuales y confiesa que sus jefes, para iniciarla en este negocio, la “dejaron sola”, así que aprendió por sí misma los usos de cada aparato para resolver las preguntas de los clientes.
“Uno debe quitarse la pena y hablarle al cliente con confianza”, recalca.
La semana anterior el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, Invima, emprendió una cruzada en todo el país contra los negocios ilegales o sin registros de funcionamiento de este tipo llamados ‘sex shop’.
Solo en la ciudad de Cali se hicieron efectivas ocho diligencias de allanamiento de manera simultánea a hipermercados eróticos de razón social “Pantera Roja”, al cual le fue suspendida su actividad comercial por irregularidades.
Estos establecimientos se dedicaban a la comercialización, distribución y almacenamiento de productos sexuales, indicó la fuente. También se logró la captura de dos mujeres y la incautación en estos lugares de cerca de 3.000 mil unidades de mercancías no aptas para la utilización o ingesta, con un avalúo que superó los $208 millones de pesos.
El director del Invima, Julio César Aldana Bula y el general de la Policía Fiscal y Aduanera, Juan Carlos Buitrago, informaron que en las tiendas allanadas encontraron irregularidades como: “almacenamiento en condiciones inadecuadas, artículos que no tenían fecha de vencimiento, además no contaban con el registro sanitario Invima y otras no presentaron la documentación que soporta el ingreso legal de la mercancía a territorio nacional”.
De las unidades que más incautaron, de acuerdo con el Invima, se encontraban potenciadores sexuales y productos que al llegar ilegales “ponen en riesgo a los consumidores”.
En Barranquilla y el Atlántico, la Cámara de Comercio solo reconoce nueve establecimientos para la venta de artículos relacionados con el sexo y en el que María Camila trabaja no está en esa lista.
La joven asegura que le llama mucho la atención cuando las personas llegan a la tienda y manifiestan que “vienen de parte de otra persona”, una situación que, según ella, resuelve con un gesto de aceptación y de inmediato atiende con soltura. “He memorizado los precios y los productos que tienen mayor demanda para que el cliente se sienta cómodo”, señala.
“Los hombres vienen buscando retardantes y pastillas potenciadoras, mientras que las mujeres buscan artículos multiorgásmicos y estrechantes vaginales”, comenta, mientras saca de la vitrina cada producto.
Después de presentar las capsulas y cremas, se acerca los vibradores y dice: “Los vibradores y consoladores tienen bastante demanda, los más económicos cuestan 65.000 pesos, pero también tenemos de hasta 120.000 pesos”, sostiene María Camila.
En el tiempo que lleva al frente de la tienda, la joven sostiene que ha notado que se acercan tanto hombres como mujeres. “He visto también que vienen muchas personas homosexuales y personas mayores de los 40. Las mujeres mayores vienen en busca de multiorgásmicos”, dice.
Reglas
Los productos una vez que se compran no tienen devolución. En sus primeros días, la joven vendedora tuvo que lidiar con un hombre que deseaba devolver una vagina inflable. “El me argumentó que estaba rota, pero se le vendió en buenas condiciones y era complicado hacerle el cambio”.
María Camila afirma que aproximadamente 20 personas llegan al día a “curiosear” al negocio, y las ventas en un día de baja compra son de “200.000 a 170.000 pesos, mientras que un buen día se pueden hacer de 300.000 a 500.000 pesos”.
Los “huevos vibradores”
Mientras que María Camila apenas empieza a aprender del comercio del ‘sex shop’, Jorge Gutiérrez, quien es oriundo de Medellín, es dueño de una reconocida cadena de tiendas eróticas. “Tengo 12 años en este negocio, creo que soy el más antiguo de Barranquilla”, afirmó.
Una de los motivos que lo impulsó a abrir este tipo de establecimiento junto a su esposa, fue las pocas opciones que tenían los barranquilleros, pero recalcó que el éxito que ha llevado en su negocio radica en la “delicadeza” con la que maneja a los clientes.
“Es muy importante el trato con las personas y descifrar realmente que es lo que necesitan, porque hay quienes vienen buscando un lubricante cuando realmente necesitan es un estimulante o juguete sexual”.
En la tienda de Jorge hay dos personas que atienden con formalidad y están empapados del tema. Los artículos se ven bien dispuestos en sus organizadores y el ambiente organizado del establecimiento hace que caigan los estigmas de que encierran este tipo de industria.
“Tratamos de que el local tenga un ambiente ameno y buena música para que los que vengan se desinhiben y puedan abrirse más fácil con nosotros”, explicó Jorge, además añadió. “En Bogotá y Medellín las personas son más abiertas, pienso que el costeño es muy conservador”.
En cuanto a cuál es la temporada en que más tiene ventas, manifestó que todos los meses se mueve, que así como un día pueden llegar “15 personas, en otros momentos reciben 50 clientes”.
Sin embargo, según la experiencia que ha tomado en la observación del movimiento de la clientela aseguró que en el Día de Amor y Amistad llegan muchas parejas y le llama la atención que después de Carnaval se “mueve” más que en la misma temporada de fiesta.
Al presentar los artículos que más tienen demanda en sus clientes señala un vibrador al que llama “huevos vibradores”, que ha tenido buena venta por ser “sutiles y menos vulgares”, además tienen un sistema “más tecnológico que los tradicionales”. Este artículo es para uso femenino, especialmente. Así como Jorge los ofrece a 80.000 pesos, hay otras marcas que están en 400.000 pesos.
Dentro de su percepción el público femenino le gusta mucho los aceites y las feromonas, los hombres prefieren los estimulantes y lubricantes para sus parejas”.
Una manera de emprender
Casi a la vuelta del local de Jorge, Juan y Raúl son socios de un ‘sex shop’ que tiene nueve años y medio en la ciudad.
“Generalmente cuando la persona no sabe qué quiere nosotros preguntamos si tiene algún tipo de problema. Alguien viene porque está buscando algo o quiere resolver algo”, expresaron el par de amigos.
Curiosamente Juan era uno de los empleados de una de las tiendas de Jorge y la experiencia lo impulsó a tener su negocio propio.
“Las inquietudes más comunes de las personas que atraviesan la puerta son problemas de erección, eyaculación precoz y frigidez en la mujer. Algunos padecen de falta de lubricación, mientras que otros son más sensibles y se irritan”.
En ventas de accesorios y juguetes, Juan y Raúl están produciendo desde 9 a 11 millones de pesos al mes, según dicen.
“Vienen de 10 a 15 personas en días normales pero hay veces que compran de 60 a 70 personas. Por otro lado han llegado 3 clientes que se llevan 700.000 pesos”.
“Poquitos vienen a curiosear, la mayoría que entra se lleva algo, si no encuentran lo que busca se llevan otra cosa”, aseguraron los socios, quienes también sostuvieron que manejan uno de los mejores precios en las tiendas ubicadas al norte de la ciudad.
Sin embargo estuvieron algo prevenidos en entregar más información sobre sus productos.
La otra cara de la moneda
Vanessa pasaba a menudo con su pareja cerca de una tienda erótica, hasta que un día ambos quisieron conocer el lugar. “En aquella ocasión compramos varios geles, unas tangas comestibles y unas esposas”, confesó.
Sin embargo asegura haber revisado en varias ocasiones las tiendas por internet, donde le han llamado la atención la lencería erótica, pero por ese medio no se atreve a adquirir productos aplicados en la piel, ya que prefiere asegurarse de que no le den ningún tipo de “alergia”.
Al hablar de su percepción considera que las tiendas deberían tener ambientes “más románticos”, ya que considera que muchos usan artículos para placer en pareja.
Por otro lado, Carolina recibió el único juguete sexual que guarda gracias a su exnovio, quien una vez le obsequió una bala vibradora, usada comúnmente en el clítoris o en la vagina que tiene su propio control remoto.
“La verdad que no uso mucho la bala, prefiero jugar con ella cuando tengo intimidad con alguien”, mencionó.
Aunque Carolina dice que está “abierta a probar cosas nuevas” y sigue visitando tiendas, se abstiene de comprar porque “a veces nota que los artículos no tienen fecha de vencimiento”.
Para Tatiana las mayoría de compras que ha hecho ha sido por internet y la primera vez que visitó un establecimiento físico fue en busca de un vibrador que en ese entonces le costó de 60.000 a 70.000 pesos según recuerda.
Por Groupon esta mujer barranquillera ha encontrado ofertas y descuentos que le han llamado la atención y con las que ha conseguido varias piezas. Con eso, según la mujer, se evita acudir a los negocios de la ciudad y las cosas le llegan por correo a la casa.
Así como hace esta última consultada, los comerciantes de este tipo de artículos hacen contacto con países tan lejanos como China para introducir al mercado local potencializadores sexuales, ungüentos y pastillas. Lo peligroso es que desconocen de qué están elaborados y así se atreven a venderlos.