Cormane, quien es ingeniero de profesión, tenía 31 años cuando se encontraba con Nancy Mestre, su pareja en ese entonces, al interior de una vivienda en la carrera 49C con calle 85 el primero de enero de 1994. La casa era propiedad de la familia Saade Cormane.
El lugar fue el escenario donde la joven barranquillera, estudiante de derecho, fue vilmente abusada y violentada por, al parecer, Jaime Saade Cormane y un tercero aún no identificado.
De hecho, en la sentencia condenatoria emitida contra Saade Cormane en 1996 por el Juzgado 11 Penal del Circuito de Barranquilla, en la exposición de la defensa de este se trata de plantear que “probablemente pudo haber una tercera persona en la habitación” donde ocurrió el crimen.
Por su parte, Martín Mestre, padre Nancy, está seguro que en el crimen de su hija hubo terceras personas involucradas y eso precisamente es lo que le quiere preguntar a Jaime Saade, quien ya se encuentra en Colombia.
“Preguntarle nuevamente quienes estaban ahí, está demostrado que él no estaba solo, que habían otras personas, que hable y digan quienes estaban ahí o si quiere asumir toda la responsabilidad”, afirmó Mestre.
Desde el primero de enero de 1994, la fecha en que se perpetuó el crimen, Jaime Saade huyó hacia territorio brasileño donde se internó por más de 25 años y usó el nombre falso de Henrique Dos Santos Abdala para intentar ocultar su pasado.
En el gigante Latinoaméricano se hacía pasar por un médico de profesión. Allí vivió una vida normal y cómoda en la que se casó con una brasileña y tuvo dos hijos.
Mientras, en Colombia fue condenado como reo ausente por la justicia tras su desaparición desde aquel mes de enero de 1994, luego del asesinato de Nancy Mariana Mestre.
La sentencia a 27 años de prisión salió en 1996, pero Jaime Saade ya estaba prófugo, siendo capturado en 2020 en la ciudad de Belo Horizonte, Brasil, cuando finalmente fue dejado a disposición de las autoridades.
Pocos meses después de su arresto, el STF negó la extradición de Saade con el argumento de que el delito había prescrito en Brasil, aunque esta decisión fue revertida hace pocos días.
Su captura en 2020 se logró gracias a que la Interpol logró identificarlo por una huella que dejó en un vaso que había utilizado en un lugar público.
Luego de su captura, inició un proceso legal en el que se le impuso una medida de cárcel preventiva en Brasil, la cual fue apelada por su abogado alegando que Saade no volvería a escapar por tener arraigo en ese país y encontrarse el mundo en plena pandemia de covid-19.
Cormane faltó a la medida de cárcel preventiva y fue capturado el pasado primero de mayo. De acuerdo con las autoridades brasileñas, el hombre fue encontrado en un domicilio del municipio de Marecha Deodoro, en el estado de Alagoas, Brasil.
Al parecer, Saade Cormane intentó correr para huir de los agentes en el momento del operativo; sin embargo, fue rodeado y luego detenido.
¿Qué sigue en el caso Nancy Mestre?
Las expectativas se centran en el ahora, tras su extradición, pues se han escuchado versiones en que este pudo haber estado acompañado de terceros la madrugada del 1 de enero de 1994.
De acuerdo con la justicia colombiana Saade está obligado a pagar una condena de 24 años por el acto criminal. Y en medio de los trámites de extradición que adelanta la Policía de Colombia en Brasil, y de lo que derive tras el procedimiento de su captura en Belo Horizonte, donde fijó residencia por más de 25 años, los interrogantes están en si este decide abrir esa ‘Caja de Pandora’ que todos estos años ha estado cerrada.
En su momento, el apoderado del entonces sospechoso expresó para tratar de vencer a la Fiscalía: “está claro que como mínimo había una tercera persona…En conclusión la participación del señor Jaime Saade Cormane en estos hechos no está determinada y menos podemos creer que ante unos confusos hechos donde, al parecer, estuvieron presentes hijos de algunas personalidad a la ciudad se deba colegir que la no comparecencia del acusado del proceso sea la lógica consecuencia de un proceder criminal.
La responsabilidad penal se demuestra con la certeza no con la tesis de las aproximaciones y la sospecha no se sabe ciertamente qué fuerza superior a la voluntad del acusado le ha impedido comparecer al proceso. Creo que en definitiva no hay méritos para condenar a Jaime Saade Cormane”.
No obstante este aceptó que evidentemente Nancy Mariana Mestre Vargas fue salvajemente violentada, pues así lo demostraron los exámenes clínicos practicados. Pero en su trabajo ante el juez, el penalista planteó que “el autor del acceso carnal violento y el homicidio no es Jaime Saade”, fundamentando sus argumentos en el hecho de “haberse encontrado una mancha de sangre tipo A en el cubrelecho que se arrimó a la investigación y está aprobado que tanto el sindicado como la víctima son del tipo de sangre O, por lo tanto existe una tercera persona que, según su dicho, fue el causante de los hechos ilícitos cometidos…”.
Detalles de los hechos
AL DÍA tuvo aquella carta anónima, escrita a puño y letra por un supuesto testigo, que llegó a manos de Martín Mestre Yunez en 1997, un año después de la condena de Jaime Saade. Esa carta luego fue publicada por este medio en un reportaje del desaparecido Ernesto McCausland.
En el documento ese anónimo también señala lo planteado en el juicio contra Saade. “El día 1 de enero, al amanecer, yo estaba esperando que un señor que es celador por ahí cerca me cambiara una de las llantas del carro, a muy pocos metros del sitio de los acontecimientos y observé a una jovencita que estaba parada a lado de una camioneta Chevrolet negra y blanco, hacía ademanes de desespero y miraba el reloj como impaciente, también pitaba la camioneta y como no le respondían subió a un 2 piso, era para buscar o llamar a alguien”.
“Ya habían terminado mi carro cuando alcancé a oír tremendos gritos de hombres y fue cuando decidí subir también y alcancé a ver a tres o cuatro hombres desnudos, de los cuales por las fotografías de Jaime Saade, él era uno de ellos, gritaban no puedes dejarla ir porque nos vio y lo va a contar a todo el mundo”, dos estaban como abrazados y otro pedía ayuda porque la joven se le soltaba. El pánico me hizo salir corriendo a mi carro y luego desde mi casa llamé a la Policía, por lo que leí, nunca fueron…”.