La Iglesia Católica se prepara para uno de sus momentos más trascendentales y enigmáticos: el cónclave, este miércoles 7 de mayo. Esta reunión a puertas cerradas del Colegio Cardenalicio tiene como única y fundamental misión elegir al sucesor de San Pedro, el nuevo Sumo Pontífice que guiará a los más de mil trescientos millones de católicos en el mundo.
El término "cónclave" proviene del latín "cum clave", que significa "bajo llave", haciendo referencia al riguroso aislamiento al que se someten los cardenales electores para asegurar que su decisión se tome sin influencias externas. Este procedimiento, con raíces que se remontan a siglos atrás y formalizado tras el segundo Concilio de Lyon en 1274, se activa tras el fallecimiento o la renuncia de un Papa.
¿Quiénes participan y dónde se realiza?
Los protagonistas del cónclave son los cardenales de la Iglesia Católica que, a la fecha de inicio de la Sede Vacante (periodo sin papa), no han cumplido 80 años. Estos "cardenales electores", provenientes de diversas partes del mundo, son los únicos con derecho a voto.
El escenario principal de este trascendental evento es la Capilla Sixtina, reconocida mundialmente por los frescos de Miguel Ángel. Es bajo esta bóveda donde los cardenales se congregan para las sesiones de votación tras prestar un solemne juramento de secreto.
Durante el tiempo que dure el cónclave, los cardenales residen en la Domus Sanctae Marthae, una residencia dentro del Vaticano, manteniendo un estricto aislamiento del exterior. Se desconecta la conexión a internet y se instalan inhibidores de señal para evitar cualquier comunicación no autorizada.
¿Cómo se lleva a cabo el proceso?
Una vez iniciada la Sede Vacante, se establece un período de entre quince y veinte días para dar tiempo a que todos los cardenales electores lleguen a Roma. Tras una misa "Pro eligendo Pontifice" (para la elección del pontífice), los cardenales ingresan solemnemente a la Capilla Sixtina y se cierran las puertas, quedando "cum clave".
El proceso de elección se realiza mediante votación secreta. Cada cardenal escribe en una papeleta el nombre del candidato que considera idóneo. Se requieren dos tercios de los votos para que un candidato sea elegido Papa. Se pueden realizar hasta cuatro votaciones diarias, dos en la mañana y dos en la tarde.
La fumata y el anuncio al mundo
El resultado de las votaciones se comunica al exterior a través de la tradicional "fumata" (columnata de humo) que sale de una chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina. Si ninguna de las votaciones ha alcanzado la mayoría requerida, las papeletas se queman junto con una sustancia que produce humo negro, indicando que aún no hay papa.
Cuando finalmente un candidato obtiene los dos tercios de los votos y acepta la elección, las papeletas se queman con una sustancia que genera humo blanco. Este es el signo esperado por los fieles en la Plaza de San Pedro y el mundo entero: ¡Habemus Papam!
Tras la aceptación y la elección del nombre pontificio, el cardenal protodiácono anuncia al mundo desde el balcón central de la Basílica de San Pedro la elección del nuevo Sumo Pontífice con la histórica frase "Habemus Papam". Poco después, el nuevo Papa se presenta ante la multitud para impartir su primera bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo).
El cónclave es, por tanto, un proceso cargado de historia, simbolismo y un profundo sentido de responsabilidad para la Iglesia Católica, garantizando la elección de su máximo líder en un ambiente de oración, reflexión y total confidencialidad.