El ladrón que asaltó una barbería en el barrio Boston de Barranquilla actuó con meticulosidad, como revelan las cámaras de seguridad.
El sujeto observó las cercanías del negocio antes de ingresar, vistiendo de negro y con un arma de fuego oculta.
Sin distinguir entre trabajadores y clientes, el ladrón robó joyas, dinero y celulares, mostrando total desprecio por la seguridad de los presentes.
Si tienes algo más de tiempo:
El viernes 22 de marzo en la barbería del barrio Boston, en Barranquilla, se desató una escena de violencia meticulosamente planeada por un delincuente que actuó con determinación y sangre fría, como lo revelan las cámaras de seguridad del establecimiento.
Antes de su entrada en escena, el sujeto, de tez morena y ataviado completamente de negro, incluyendo gorra y zapatos del mismo color, estuvo acechando las cercanías del negocio. Su objetivo: observar detenidamente quiénes eran los que entraban y salían del local. Este no era un acto impulsivo; era un plan premeditado.
Una vez dentro, el criminal simuló ser un cliente más, como si revisara distraídamente su teléfono celular. Sin embargo, las intenciones de este individuo se revelaron rápidamente. En un movimiento calculado, esperó a que la mujer que le abrió la puerta se alejara lo suficiente antes de desenfundar un arma de fuego, iniciando así su amedrentadora actuación.
El robo no discriminó entre trabajadores y clientes. La grabación muestra cómo, sin vacilación alguna, el ladrón se abalanzó sobre sus víctimas. A una mujer sentada le arrebató sus aretes y un anillo, mientras que a los hombres presentes les despojó de sus pertenencias más valiosas: dinero en efectivo y teléfonos celulares.
Pero lo que más impacta de esta escena es la táctica utilizada para su salida. Una vez consumado el acto criminal, el ladrón no se dio por satisfecho. Tomó a uno de los presentes como rehén, manipulando así a los demás para que obedecieran sus órdenes. Su exigencia fue clara: todos debían dirigirse al fondo del establecimiento, bajo la amenaza de un ataque si intentaban detenerlo en su huida.
Las imágenes captadas muestran la mirada constante del delincuente hacia atrás mientras se aleja del lugar. Cada paso parece ser una medida calculada para evitar ser sorprendido por aquellos a quienes ha despojado de su seguridad y sus pertenencias.
Esta no fue una simple incursión delictiva; fue un acto planificado hasta el último detalle, dejando en su estela una comunidad atemorizada