Cuando muchas personas vieron lo que quedaba de Johnny Montero, ciudadano hallado en el monte cerca de la vereda Caña Boba, nadie la apostaba a su recuperación y muchos sentenciaron que era difícil que llegara con vida al hospital de San Juan, pero no fue así, su recuperación casi milagrosa está avanzando de manera extraordinaria.
Miguel Quintero, el profesor y corregidor de Cañaverales, fue de los pocos que confiaba en que se salvaría su vida. De hecho cuando lo estaban rescatando del pedregal que tenía por cama, lo consolaba diciéndole que lo llevaban al hospital y se iba a recuperar.
CAMBIO EXTREMO EN POCAS HORAS
En las horas de la tarde del pasado lunes, cuando terminaba la jornada laboral, el semblante de Johnny ya era otro, el suero que le fue puesto a chorros, surtió su efecto y el joven que estaba residenciado en Fonseca antes de su tragedia, ya hablaba, seguía pidiendo agua y cuando le empezaron a dar alimento, ya tenía fuerzas para comer por sus propios medios.
Ayer le estuvo preguntando a Miguel Quintero, quien fue a visitarlo desde temprano, que deseaba salir de allí y que Miguel se lo llevara a su pueblo. El corregidor sigue siendo la persona que le inspira confianza y con quien acepta dialogar sin dificultades.
HERMANA LO ACOMPAÑA
En la sala donde se recupera en el Hospital San Rafael de San Juan del Cesar, está una de las hermanas que llegó desde Fonseca y es ella quien ha estado pendiente de sus necesidades.
Hasta el día de ayer, a Montero no se le habían practicado los exámenes para determinar si el estado de abandono, el hambre y la sed a la que estuvo sometido por días, le dejarán secuelas neurológicas.
Tampoco se sabe si Johnny podrá recuperar la movilidad, pues las piernas perdieron casi la totalidad de los músculos y debe ser sometido a un prolongado proceso de recuperación nutricional y de sus músculos de piernas y brazos.