“Mataron al hombre de mi vida”: hija de comerciante asesinado en Alfonso López
El tendero Pedro Loaiza se retiraría del negocio en dos años para dedicarse a su familia, pero no le fue posible. Fiscalía ofrece $5 millones de recompensa por información.
Dos años restaban para que Pedro Antonio Loaiza Morales cesara las actividades comerciales y dedicara su vida al descanso, al disfrute de su familia. Pero los planes se vieron truncados la noche del miércoles pasado cuando un delincuente llegó al mostrador de su licorera y a través de la reja le propinó un balazo mortal en la cabeza.
El hecho sucedió a las 8:16 p.m. en el establecimiento Nubikar, situado en la carrera 23 No. 44-16, barrio Alfonso López. Familiares de Loaiza Morales (56 años) lo vieron tendido en el suelo, desangrado, y lo llevaron a la Clínica Murillo, donde falleció mientras recibía atención médica.
El homicida de Pedro Antonio quedó registrado en las cámaras de seguridad del negocio familiar de la víctima. Fuentes de Sijín, de la Policía Metropolitana de Barranquilla, reportaron que tienen identificado al criminal con miras a una pronta captura.
Por su parte, desde la Fiscalía anunciaron recompensa de 5 millones de pesos a quien de información que permita la captura del homicida.
La hipotesis que más cobra fuerza por este caso es una posible extorsión, aunque la familia del tendero asegura que este no tenía amenazas.
La última broma
Pedro Antonio Loaiza nació en El Líbano (Tolima), de donde se vino junto con su esposa y un hijo hace 36 años. Establecido en la capital atlanticense, se dedicó al comercio independiente y tuvo otros dos hijos.
Dos décadas atrás, Pedro Antonio montó la licorera Nubikar, llamada así en homenaje a los nombres de su pareja Nubia y su hija, la menor después de dos varones, Karen Loaiza Sandoval, quien relató para AL DÍA cómo fueron las últimas horas de su padre.
“Mi papá trabajó la noche del martes y madrugada del miércoles -porque la licorera es 24 horas-. Se acostó a eso de las 8 de la mañana, como siempre, y se levantó despuesito de 4 de la tarde, cuando yo venía llegando de la universidad”, recordó Karen, de 25 años.
“Subí (al segundo piso), me puse la pijama y bajé con 32 mil pesos para que mi papá se los entregara al domiciliario que estaba por venir con el pote de la leche de mi hija. Recuerdo que hasta le mamé gallo y lo abracé, porque la plata estaba incompleta (eran 33 mil pesos)”, contó la universitaria.
“Bromee por el tema de la plata y me quedó mirando con cara de que siempre me salía con la mía, porque era un papá entregado, que en todo me apoyaba”, continuó la hija del occiso. “Después se puso a jugar con mi hija un par de horas y luego pasó lo que pasó”.
Homicidio grabado
A las 8:14 de la noche llegó a Nubikar el homicida de Pedro Antonio. El sujeto llevó puesto un casco de moto y esperó detrás de un cliente que en ese momento realizaba una transacción con el comerciante.
El asesino miró hacia un lado y otro. En escena apareció un segundo cliente al que este sujeto cedió el supuesto turno que le correspondía para comprar.
El criminal comenzó a manipular el casco, se lo quitaba y ponía, después revisó sus bolsillos una y otra vez, como si buscara dinero para comprar.
A las 8:16 el criminal se quedó a solas con Loaiza y cuando lo tuvo cerca le dio un balazo certero en la cabeza.
“Estaba encerrada con mi hija y mamá, cuando escuchamos el tiro, creímos que se traba de otra cosa, como si se hubiera caído una canasta de gaseosa, o inclusive imaginé que mi papá se había tropezado”, precisó Karen. “Al bajar lo vi tirado, algo me decía que no tenía vida –por la cantidad de sangre-, pero aun así lo llevamos a la clínica: a los 20 minutos murió; mataron al hombre de mi vida”.
Según la Policía, el pistolero escapó en una motocicleta AX4 negra. “No entendemos qué pasó. Mi papá era de carácter fuerte, no se dejaba echar nada de nadie, sin embargo no se metía en problemas, si no era con él, le daba lo mismo”, expresó Karen.
En más de 20 años de tener el negocio, solo una vez atracaron a Pedro, fue en 2007, a partir de ese año enrejaron la licorera y más nunca tuvieron contratiempos. “Mi papá todo lo contaba, nunca nos habló de amenazas o extorsiones, entonces pedimos a las autoridades que nos ayuden a saber qué ocurrió aquí”, anotó la hija del ultimado.
Según Karen, hace 7 años tuvieron un altercado con una vecina, pero considera que a lo mejor no tiene vínculo con el homicidio de su padre. “Supuestamente ella vendía drogas, entonces cuando recibíamos las visitas de nuestros parientes policías ella se alteraba y nos trataba de sapos; eso se puso al tanto de las autoridades, pero no ocurrió nada, no creo que se relacione.
Más sobre Pedro Antonio
Pedro Loaiza se sostenía con el producido de su licorera y otras propiedades. Hace tres años le dijo a su esposa Nubia que en un lustro dejarían de trabajar, su deseo de jubilación quedó a dos calendarios.
“Mi papá estaba cansado. La trasnochadera lo tenía muy agotado, por eso es que últimamente cogía las cosas con calma, cualquier fin de semana nos íbamos de viaje o hacíamos una integración y simplemente decía ‘mañana no abro el negocio, y ya’, entonces llegar al punto de no trabajar más lo tenía entusiasmado”, explicó Karen.
Amante de las rancheras, los corridos prohibidos, la música popular en general, así era Pedro, quien tenía listo el plan dominical con el que honraría un aniversario más de su amada Nubia, la que hoy está de cumpleaños, un triste cumpleaños.
“¿Ese fue mi regalo?”, le dijo Nubia, destrozada, a su hija Karen. “Ella era todo para él y viceversa. Más de 38 años juntos y ya no los tengo juntos”, lamentó la universitaria.