Tan solo preguntar a cualquier habitante del barrio La Bendición de Dios por la casa donde fue encontrado el pasado domingo el cadáver desmembrado de un hombre, genera en esa persona miedo, temor y la impulsa inmediatamente a persignarse.
AL DÍA
recorrió las calles de este empobrecido sector enclavado en la Localidad Norte-Centro Histórico de Barranquilla, con la finalidad de encontrar el lugar donde fue descuartizado Reinaldo José Krautz
Visbal, de 37 años. Y lo hallamos, se trata de una vivienda de madera, con fachada pintada de rojo que se ha ido destiñendo con el paso del tiempo. Está situada en la calle 5 con carrera 49. No tiene nomenclatura y está abandonada desde hace aproximadamente tres meses, según una mujer que ni miró la vivienda cuando le preguntamos. El inmueble se levanta sobre un lote de cuatro metros de ancho por diez de largo.
“Ustedes tienen huevo si piensan entrar en esa casa. Eso está lleno de energías negativas y de bacterias por las cosas horribles que han ocurrido allí”, gritó un ‘pelao’, quien en un santiamén se marchó del lugar.
DENTRO DE LA CASA
Una desvencijada puerta de madera, semicerrada con un candado que no impide la entrada de nadie, conforma con una ventana de barrotes la fachada de la casa, temida por los habitantes de La Bendición de Dios.
Un callejón angosto y pedregoso, flanqueado por paredillas de madera, conduce al patio de la vivienda. Al ingresar se observa un ambiente tétrico y se respira un fuerte olor a formol y basura descompuesta.
En un rincón del patio llama la atención un tanque plástico de color blanco que conserva manchas de sangre en el interior. En este recipiente, de un metro de alto y 50 centímetros de circunferencia, fueron dejados los dos costales con los restos desmembrados de Krautz Visbal.
En un costado del patio está una especie de salón de piso de tierra, sin puerta en la entrada, que comunica con el interior de la casa. En ese lugar hay una pequeña mesa de madera, y es aquí donde los investigadores aseguran se hacen los descuartizamientos de cadáveres.
Sobre la mesa aún estaban el viernes pasado dos botellas de cerveza tamaño litro, y una de whisky Buchanans Deluxe, 12 años. También un sombrero vueltiao. “Estos elementos hacen suponer que el o los descuartizadores de Reinaldo Krautz tomaron licor cuando estaban desmembrando el cadáver”, precisó un investigador del caso. “La ingesta de alcohol forma parte del macabro ritual de descuartizar un cadáver”, agregó.
Dos habitaciones pequeñas y un espacio habilitado como baño, sin regadera ni inodoro, conforman el resto de la lúgubre casa. Los olores nauseabundos dominan el ambiente. En el lugar que hace de baño estaban una crema dental, una afeitadora y un champú, lo cual es indicativo de que el inmueble estuvo habitado unos días antes del horrible asesinato de Krautz. Las sabandijas, especialmente insectos y roedores, se pasean por todos los sectores de la casa.
En medio de los desechos plásticos estaba también un empaque de toallas sanitarias femeninas, y en el patio un zapato de mujer. Esto permite suponer a los investigadores de que en la casa estuvo una fémina. “En nuestras investigaciones de campo hemos establecido de que en esa casa fue desmembrada más de una persona, no sabemos exactamente cuántas, pero en esa dirección se encamina el trabajo que estamos realizando para esclarecer estos casos de desmembramientos”, aseguró una fuente policial.
En las afueras del inmueble está aún una carreta o tráiler de un vehículo de tracción animal, debajo del cual hay un promontorio de cal.
“En ese carro de mula iban a sacar los restos del descuartizado, la cal era para preservarlos”, dijo un investigador, quien subrayó que el que hizo el desmembramiento del cadáver de Krautz es un experto en la materia, pues los cortes eran perfectos.
“La morfología de las lesiones que se encuentran en cadáveres descuartizados reflejan el uso de instrumentos que dejan la impronta en los tejidos, lo cual permite estudiarlos con más profundidad para identificarlos, vincularlos al hecho y estrechar la búsqueda del victimario”, aseguran los especialistas en esta conducta criminal que tuvo su auge en Colombia en la década de los 90, y ahora con las casas de ‘pique’ en Buenaventura.
Según la psicológa Sandra Aguirre Gómez, las personas que cometen estos crímenes atroces poseen rasgos típicos de psicopatía, carecen de empatía y alimentan su mundo interior con fantasías de destrucción. “Además de transmitir un mensaje de terror a sus enemigos y a la sociedad, lo hacen para demostrar poder y control”, subrayó la profesional.
En La Bendición de Dios viven cerca de 536 familias desde hace 18 años. La mayoría son desplazadas por la violencia que imperó durante el conflicto armado. El barrio carece de los más elementales servicios públicos e infraestructura. Para nadie es un secreto que el sector está dominado por bandas de microtraficantes. En sus calles nadie habla de eso, mucho menos ahora por el terror que generan los descuartizamientos.