“Exmarido la golpea y amenaza de muerte por pedirle plata para su hijo”. “Le propina paliza por negarse a tener relaciones sexuales con él”. “La asesina a puñaladas por encontrarla bailando con otro hombre”…Estos son algunos de los titulares que recientemente han encabezado las páginas de la prensa local, que revelan la inusitada violencia contra la mujer. El año pasado 1.354 mujeres fueron agredidas físicamente por sus maridos, y 6 fallecieron a causa del ataque (4 por arma cortopunzante, 1 por objeto contundente y 1 por arma de fuego).
Sin embargo, la violencia de género no es solo la agresión del hombre a su pareja o expareja. En menor es cala, pero hecho fehaciente, los hombres también son atacados por sus cónyuges.
De acuerdo con cifras del Instituto de Medicina Legal, en el 2015, en el Atlántico, 2 hombres fueron asesinados por su pareja y 216 resultaron lesionados con distintos tipos de armas también por sus mujeres.
Los dos homicidios ocurrieron en Barranquilla y Soledad, mientras que de los 216 casos de agresión, 146 fueron en Barranquilla, 51 en Soledad, 8 en Malambo, 1 en Sabanalarga, 3 en Puerto Colombia, 2 en Galapa, 3 en Palmar de Varela, 1 en Piojó y 1 en Ponedera.
El año pasado fueron 3 los homicidios de hombres ultimados por su compañera sentimental, y 228 los agredidos, para un aumento del 50 por ciento de los asesinatos y un 6 por ciento de las agresiones en comparación con el 2015.
En Barranquilla ocurrieron 2 asesinatos, mientras que en Santo Tomá se presentó el otro crimen. En cuanto a violencia de pareja,156 fueron atacados en Barranquilla, 37 en Soledad, 19 en Malambo, 6 en Galapa, 4 en Sabanalarga, 2 en Baranoa, 1 en Santo Tomás, 1 en Polonuevo, 1 en Puerto Colombia y 1 en Sabanagrande.
Expertos en el tema analizan dos premisas: o los hombres han dado un paso al frente y se están atreviendo a denunciar, o efectivamente existe un aumento desbocado de agresiones de las mujeres en contra de sus maridos. Aunque, a la larga, pueden darse ambos casos.
Estas cifras son refrendadas por Marta Potes Meza, Comisaria Segunda de Familia, que atiende casos de violencia intrafamiliar de gran parte del suroccidente de Barranquilla. En diálogo con AL DÍA confirmó que por mes atiende a cinco hombres que denuncian maltrato por parte de su pareja. lo cual es un gran avance, porque antes era muy extraño que un hombre se acercara a una dependencia de estas a denunciar.
‘NUNCA ME ATREVÍ A DENUNCIARLA’
Juan Camilo (seudónimo utilizado para no identificar a la víctima) era un destacado estudiante de Derecho y reconocido por todos en la Facultad de Jurisprudencia de una universidad en Barranquilla, por su elocuencia, retórica y dedicación.
Se graduó con honores, y todos aquellos que tuvieron la oportunidad de estudiar con él le auguraban un éxito rotundo.
Realizaba prácticas en un bufet de abogados, pero a los dos meses se retiró del trabajo sin que tuviera ningún percance, lo cual causó extrañeza entre sus colegas, quienes lo estimaban porque además fueron sus profesores.
El hombre de 30 años llevaba un mes viviendo en unión libre con una mujer de 35. Esta lo obligó a retirarse del trabajo, porque quedaba distante del hospital donde ella laboraba como enfermera.
“No quería que trabajara lejos, porque decía que así me daría tiempo de salir con otra mujer. Yo le pedía que confiara en mí, pero me hizo renunciar al trabajo”, relató el hombre en diálogo con AL DÍA.
La mujer le compró un carro, le buscó un trabajo de asesor jurídico en el mismo hospital donde ella trabajaba y le pedía que estuviera desocupado a las 12 del mediodía para almorzar juntos.
Un día cualquiera, una compañera le pidió a Juan Camilo que le comprara un almuerzo en un restaurante vecino.
Este atendió la petición de la dama, y cuando entraba su mujer lo increpó, le echó la sopa caliente encima y le dio tres bofetadas delante del personal médico y de pacientes. Ambos fueron despedidos del hospital y ella pasó recriminándole durante semanas el despido. Lo golpeaba, lo arañaba y le gritaba que debían conseguir un trabajo en el que estuvieran juntos.
El maltrato se prolongó durante siete meses, hasta que Juan Camilo, con la ayuda de un primo, fue apartado de la mujer a quien le salió un jugoso contrato como enfermera en el Amazonas y se marchó.“Nunca me atreví a denunciarla, pero creo que si me fuera ido con ella para otra ciudad, me hubiera matado”, reconoció la víctima.
Actitudes como la asumida por Juan Camilo son catalogadas por la psicóloga Mileidys Quinto como temor a la crítica social. Esta profesional, que cuenta con ocho años de experiencia en trabajos con familias, niños y adolescentes, asegura que el hombre teme a ser víctima de burlas y señalamientos, y es por eso que se cohíbe de denunciar.
MEDIDAS DE PROTECCIÓN
Para establecer qué debe hacer un hombre en caso de ser víctima de violencia intrafamiliar, este medio consultó al abogado especialista en derecho civil en familia, magíster en derecho y docente de la Universidad Libre, Ricardo Jiménez Barros. Acudir a la Comisaría de Familia más cercana, consultar a un psicólogo o, en última instancia, si teme a ser señalado y rechazado, solo coméntele a un familiar. “Pero no calle”, advierte el profesional del derecho.
“Si acude a una comisaría se establecerían unas medidas de protección, tales como la amonestación, un llamamiento de atención, una conminación para una terapia de pareja o una intervención por parte de psicología”, explicó el profesional.
No obstante, cuando el caso excede los límites, se puede acudir a la Policía para que saque del medio al agresor de violencia intrafamiliar y proteja a la víctima. Jiménez Barros critica la Ley 1257 de 2008 (por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres), en el sentido de que está diseñada específicamente para contrarrestar la violencia contra la mujer y no la violencia de género. La violencia intrafamiliar contra el hombre pasó del anonimato a convertirse en un problema de sociedad que nos compete a todos.