Los 16 años que tiene Elvis Montoya Cárcamo (nombre ficticio) han sido bien vividos. Y no solo porque ha tenido el desarrollo normal de un jovencito que quiere pasarla chévere sino porque tiene sueños, motor suficiente para vivir la segunda oportunidad que le está brindando la vida.
Las drogas, las fiestas hasta en la madrugada, el alcohol y el sexo hicieron parte de su rutina hasta que un día dijo no.
No fue fácil salir del fango en el que estaba sumida su existencia, pero lo ha logrado. Tampoco ha sido fácil el camino, sin embargo, ahí está en la lucha. En gran parte esa nueva vida se la debe al programa Jóvenes a lo Bien, la alternativa de la Alcaldía de Corozal y la Fundación Reintegrar que busca resocializar a los muchachos que han tenido ese tipo de problemas. Pero no solo brindándoles ayuda psicológica sino también un apoyo laboral con capacitaciones y herramientas para tener soporte económico.
Omar Daniel Meza Flórez, psicólogo, es el coordinador de Jóvenes a lo Bien. Lo define como un programa de tejido social que está en la búsqueda de reconstruir la sociedad a partir del cambio de la juventud. Eso lo han hecho con cursos de peluquería y barbería dirigidos a chicos y chicas.
“En primera instancia tuvimos un curso de mecánica de motos donde graduamos a 35 jóvenes de los barrios de la zona norte de Corozal. Luego graduamos a 25 jóvenes más en peluquería y barbería. Comenzamos con 35 jóvenes y hoy en día hay vinculados 75, de los cuales 45 son hombres entre los 15 y 19 años y 30 niñas entre los 13 y 17. Nos reunimos los martes y jueves y les brindamos charlas sobre prevención al consumo de drogas, embarazo en adolescentes, enfermedades de transmisión sexual, películas, actividades físicas y rumbaterapia”, explicó el psicólogo.
También trabajan la parte física para manejar las ansiedades. Esto debido a los problemas familiares y personales que muchos de ellos enfrentan.
“Hay muchos jóvenes que han estado inmersos en el consumo de sustancias alucinógenas, pero gracias a este proyecto de vida que tienen son muchachos diferentes. También vinculamos a las instituciones educativas, a través de ellas se canalizan a los participantes”, dijo.
No obstante, eso no queda en reuniones. El acompañamiento psicosocial que reciben y el apoyo productivo los impulsa a no desistir del proceso.
“Nosotros hacemos una caracterización y visitamos a sus familias para ver cómo viven. En esos estudios el 80% de los jóvenes que tenemos en el programa vienen de hogares monoparentales, la mayoría vive solo con el papá o la mamá, otros con el abuelo. Muchos de ellos no han tenido reglas y a veces entran en choque, pero esto los transforma”, dijo.
Todas las capacitaciones las hacen con el Sena. Ahora están próximos a recibir uno de panadería y manejo de sistemas. Sin embargo, todo no ha sido color de rosa porque ciertos muchachos han intentado recaer en el pasado, pero no los dejan solos. Esa es la prueba fiel de que el programa va más allá de un simple apoyo.
“Teníamos dos jóvenes que una vez tuvieron una recaída en el consumo de drogas y fueron capturados por la Policía con un arma de fuego. Aun así no les hemos dado la espalda y como tienen detención domiciliaria estamos acompañándolos. Sabemos que este proceso no es fácil y algunos seguirán cometiendo fallas y ahí es donde debemos ser persistentes y seguir ayudándolos. No porque se equivocaron hay que darles la espalda”, indicó Meza.
El 80% de los jóvenes vinculados también están desescolarizados y de eso hay mucho por hacer en la consecución de cupos y formación. Porque no solo se trata de la personalidad, también del profesionalismo que necesitan estos muchachos para mirar al mundo a la cara, sin sentir vergüenza y con otros ojos.