Efectivos del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía hicieron un allanamiento la mañana de este jueves en la Fundación Geriátrica Los Girasoles, ubicada en el barrio Olaya, tras las denuncias de la comunidad sobre las condiciones en las que tenían a los 11 adultos mayores que allí están internados.
Sonia Quintero, hija de una de los abuelos hospitalizados en este hogar, describió como “deplorable” la situación a las que estaban sometidos.
El caso quedó al descubierto luego de que la mamá de un funcionario del CTI, según explicaron los familiares de las víctimas, alertó sobre el estado en el que tenían a los adultos mayores y recogió el material en el que se evidenciaban los maltratos para proceder al allanamiento.
“Acabamos de enterarnos porque nos llama la Fiscalía para que nos presentáramos acá porque iban a hacer un allanamiento. Vinimos y nos enteramos que los tenían completamente desnudos, nunca le ponían pañales ni ropa, a pesar de que le traíamos todo lo que necesitaban", contó Quintero.
A su vez, parientes señalaron que además de habitaciones insalubres con colchones cubiertos de hongo, fueron halladas cadenas en las camas.
“La Fiscalía tiene fotos donde se comprueba que los abuelos dormían amarrados en las camas, desnudos y sin sábanas. Dos personas amarradas en una cama individual”, detallaron.
Los 11 ancianos, desnudos, eran sacados al patio desde las 4 de la mañana.“En el día también eran amarrados en el patio”, precisó Quintero, quien durante la diligencia, encontró amarrada y desnuda a su madre, Nelly Palomino, de 81 años y quien padece Alzheimer.
Según los familiares, otro de los actos inhumanos a los que eran sometidos los internos tiene que ver con la alimentación. Al parecer, las sobras del almuerzo eran repartidas a los abuelos en el desayuno.
“Nosotros pagamos 870.000 pesos mensual, fuera de los insumos personales como pañales, toallas, ropa, paños húmedos y jabones. Es un negocio que ellos tienen porque parece que todo eso lo vendían”, declaró la denunciante.
Añadió que los abuelos eran sometidos constantemente a torturas, como amarrarles las manos a la hora de comer.
“Habíamos escuchado rumores sobre el maltrato pero no teníamos pruebas. Veníamos tres veces a la semana y aparentemente todo estaba bien, era una fachada. Sentimos impotencia porque eso no se hace. Queremos que cierren esto para que no sigan cometiendo estas atrocidades en contra de los abuelos”, dijo la mujer.
Familiares señalaron que en este lugar estaba internado un adulto mayor enfermo de Alzheimer, que había estado preso por el delito de violación, y que en varias ocasiones intentó abusar de las otras pacientes.