Sobre el suelo de una bodega en el sector de Barranquillita había vidrios, piezas rotas y acero oxidado. De una mula de seis ejes descargaban las antiguas máquinas tragamonedas, llevadas al matadero tras un poco más de un año de confinamiento.
Esto es un decir, pues las máquinas fueron llevadas a ser destruidas y desmontadas. Póker, ruleta, Blackjack y otras modalidades eran las que tenían estos aparatos que estaban en funcionamiento de manera ilegal, según lo dictaminó Coljuegos.
Desde las 9:30 a.m. hasta entrada la tarde, un equipo de aproximadamente 12 hombres las destruyeron con martillos y otras herramientas. La razón: habían sido incautadas en sitios ilegales de apuestas.
Un total de 354 maquinas tragamonedas fueron destruidas ayer en Barranquilla, luego de haber sido incautadas en diferentes operativos entre al año 2017 y el 2018.
Provenientes de diferentes ciudades del Caribe colombiano, estos aparatos fueron recogidos luego de que sus antiguos propietarios excedieran el plazo de su licencia o por contrabando. Coljuegos, de la mano de la Unidad de Intervención Policial y de Antiterrorismo de la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación, fue la entidad encargada de llevar a cabo la destrucción de los equipos.
En total, según estimó Coljuegos, las máquinas fueron incautadas en cerca de 21 establecimientos esparcidos por toda la Región Caribe. Cada una de estas tragamonedas es tasada por la entidad en una cantidad aproximada de $400.000, aunque el precio por el que fueron adquiridas pueda ser mucho mayor.
“La destrucción de estos elementos se logra luego de surtir el proceso administrativo de retiro y decomiso. Primero como medida cautelar ante una presunta ilegalidad en la operación de juegos de suerte y azar, se retiran o decomisan estos elementos, 30 días después se decreta el decomiso y se notifica a los investigados, quienes cuentan con 5 días para presentar únicamente recurso de reposición, resuelto el recurso y notificado se emite constancia de ejecutoria del acto administrativo para así proceder a la destrucción”, explicó Juan Pérez Hidalgo, presidente de Coljuegos.
Los puntos clave en el desarme de las maquinas tragamonedas fueron las placas de identificación, ubicadas en la parte externa, el disco duro y las memorias de cada uno de los equipos. Luego de haber sido clasificados, organizados e identificados, los operarios procedieron a la destrucción, almacenando las piezas restantes en contenedores. Los materiales con utilidad fueron reciclados, mientras que lo demás fue incinerado.
A nivel nacional
En el país, en 2018 fueron destruidos 2.630 elementos de juego de suerte y azar: 2.051 máquinas tragamonedas (equivalente al 78%), elementos que componen Bingos 176, (6.7%), ruletas 6 (0.2%) y 397 elementos de apuestas deportivas (15.1%) que operaban sin autorización y que dejaron de aportar al sistema de salud del país un valor estimado de $6.048 millones. Dentro de estos operativos, se confiscaron y desarmaron 354 tragamonedas y un módulo de apuestas deportivas en Barranquilla, por las que se dejaba de percibir $968 millones en un año de operación y que corresponde a juegos en la modalidad de localizado.
Las multas por tener en funcionamiento máquinas tragamonedas de forma ilegal puede rondar entre los $50 millones y los $60 millones, cifra que se adaptaría al valor actual del salario mínimo.