Dos años después aún no se sabe con certeza cuál será el futuro judicial de los capturados por, presuntamente, estar implicados en los atentados contra la estación de Policía San José y el CAI de Soledad 2000. Lo cierto es que esa dramática escena que vivió Barranquilla dejó una lección aprendida a las autoridades.
En un comunicado emitido el viernes, la Fiscalía precisó que el próximo cinco de febrero iniciaría el juicio en contra de Cristian Camilo Bellón, Nilson Mier Vargas y Dalila Duarte, quienes actualmente están presos en la cárcel de máxima seguridad de Valledupar, de Combita y Buen Pastor de Barranquilla, respectivamente. Jefferson Torres Mina, otro de los implicados, todavía es buscado por la Interpol.
El pasado martes 21 de enero, la Fiscalía solicitó, en audiencia preparatoria, incluir como pruebas varios testimonios que apuntan a demostrar la culpabilidad de los hoy imputados.
Luego, por solicitud de la defensa, se fijó la continuidad de la audiencia preparatoria para este el miércoles 29 de enero, a las 10:30 de la mañana, y si todo se realiza según el cronograma de las autoridades, el arranque del juicio oral no tendría que aplazarse.
Más seguridad. Luego de la explosión, cuando ya el dolor y el miedo mermaron un poco, surgieron los interrogantes. ¿Se pudo evitar?¿Es conveniente vivir, estudiar o trabajar cerca de una estación de Policía? Aunque se han tomado medidas para que no se repita una situación similar, la sombra de la tragedia aun cubre a la ciudad.
“Desde esa mañana hemos vivido con el temor de algo así vuelva a pasar. Es que es algo inevitable, ese susto, esa angustia, el miedo a volver a sentir miedo, por eso es que yo soy quien más está pendiente de los alrededores y cualquier cosa que veo sospechosa enseguida la aviso por el grupo de WhatsAapp o a la Policía.”
Son las palabras de uno de los vecinos del barrio San José que por años ha intentado combatir en silencio la delincuencia en su sector. No quiso dar su nombre porque hacer parte de la red de apoyo de la Policía le ha generado inconvenientes con quienes ven su labor como una piedra en el camino. El día del atentado, él acababa de salir de su casa, localizada a una cuadra de la estación de Policía.
“Yo salí porque me pidieron que llevara a mi nieta de siete años a una clase de natación. Apenas estaba pasándole un trapo al carro cuando sentí que todo tembló. Todos dicen que escucharon la explosión, yo no me acuerdo de eso, yo solo sentí que me moví y que la alarma de los carros empezaron a sonar. Fue horrible”, recordó.
Los protocolos. Este medio hizo un recorrido por diferentes instalaciones policiales para determinar cuáles son los protocolos de seguridad que buscan evitar cualquier acción delictiva dentro y fuera de estos lugares.
En la estación de Policía El Silencio, localizada en la carrera 26B con calle 74C, la seguridad es estricta. Se le pidió a la Secretaría de Movilidad que instalara reductores de velocidad y señales de prohibido parquear en la vía.
“Hablamos con la comunidad y acordamos que ellos estacionarán sus carros en sus casas. Así controlamos que no haya vehículos en la vía. Además, con los negocios cercanos también acordamos una restricción. Colocamos conos en los espacios que pueden ser usados por clientes de confianza, por ejemplo”, afirmó el subcomisario Alfonso Asprilla, encargado de la seguridad de la estación.
Uno de los puntos fundamentales es la campaña de sensibilización con los vecinos. La idea es que ellos saquen la basura de sus casas justo a la hora en que se hace la recolección. “Ha sido un trabajo difícil, pero de esta forma evitamos que haya bolsas, paquetes, que podrían ser peligrosos, cerca de la estación”, expresó Asprilla.
“Inseguridad hay en todos lados, siempre hay cierto temor, pero ellos (los policías) cierran la vía cuando van a formar y después la abren. Yo me siento seguro”, afirmó Jaime Caicedo, habitante del sector.
Priscila Valeria Gutiérrez vende frutas y verduras desde hace diez años, diagonal a la estación. Asegura que siempre se ha sentido segura. “Es que ellos cierran la calle cuando tienen que hacerlo, además uno los ve siempre pendientes de que todo esté tranquilo”, dijo la comerciante.
El coronel Yecid Peña, comandante Operativo de la Policía Metropolitana de Barranquilla, afirmó que en las 17 estaciones, cuatro subestaciones y 53 comandos de atención inmediata (CAI) con los que cuenta la Mebar, los protocolos son estrictos y fueron reforzados.
“Se ha aumentado el pie de fuerza, no se permite el parqueo en los alrededores, tenemos agentes encubiertos, se pasan revistas permanentes con personal de antiexplosivos y guías caninos, además se ha reforzado el tema de cámaras de seguridad”, explicó el oficial.
Puestos de control. Otras de las estaciones en las que las medidas de seguridad se notan son las de La Ciudadela, localizada en la carrera 4 con calle 45D, y la Simón Bolívar, en la calle 19 con carrera 5A. En ambas hay puestos de control permanentemente.
En la Ciudadela el riesgo para la comunidad es menor, pues no hay viviendas tan cerca, sin embargo, ahí queda la sede del Escuadrón Móvil Antidisturbios y al lado está una estación del Cuerpo de Bomberos de Barranquilla.
“Por aquí estamos tranquilos, lo que más nos preocupaba era cuando la parte de atrás de la estación estaba a su suerte. Por ahí pasa un arroyo y eso era un desastre, pero ahora los mismos policías cuidan eso”, dijo Carmen Osorio, habitante del sector.
En Simón Bolívar es más exigente para la Policía realizar los controles, pues en los alrededores está la iglesia Nuestra Señora de Santa Marta, está el Paso Simón Bolívar, una cancha de fútbol y una plaza con un enorme estacionamiento.
Precisamente en ese parqueadero es donde más se focaliza la vigilancia, teniendo en cuenta que son muchas las personas que estacionan ahí. Se dispuso un sector para parqueo exclusivo de vehículos de policías y más alejado está el lugar para los civiles.
“Muchos creen que en cualquier momento puede pasar algo parecido a San José, sobre todo porque en los barrios vecinos hay bandas, pero, ajá, toca confiar en Dios porque acá hacen todo lo posible para que eso no ocurra”, afirmó Manuel Albarracín, comerciante del sector.