A la cárcel La Vega en Sincelejo fue enviado en la mañana de este viernes Yan Carlos Muñoz Díaz por parte del Juez Primero Promiscuo Municipal de Sincelejo.
A este, la Fiscalía le imputó cargos por homicidio agravado en el que la víctima fue Jorge Domingo Ruiz Martínez y los aceptó.
En desarrollo de las audiencias concentradas la Fiscalía 12 Seccional de Sincelejo relató que el asesino, que es conocido como el Cachaco, sacó un machete, empezó a cortar las ramas de unos árboles y en un descuido de Jorge Domingo que estaba de espalda, a sangre fría, le propinó un machetazo a la altura del cuello que por poco le cercena la cabeza.
Un testigo del ente investigador relató que la intención del Cachaco era la de cortarle la cabeza a Jorge, cogerla con sus manos y colocarla en un árbol, pero no logró. Además en su huida también le lanzó varios machetazos al testigo que por fortuna logró esquivarlos.
Yeison Ruiz Martínes, quien este viernes reclamó el cadáver de su hermano Jorge en la sede de Medicina Legal, pidió que sobre el asesino caiga todo el peso de la ley porque actuó a sangre fría y se las tira de loco para agredir a las personas con machete.
La comunidad de Galeras que este sábado le dará el último adiós a Jorge, está conmocionada con este crimen.
El juez que acogió la petición del fiscal consideró que el asesino representa un peligro para la comunidad, la seguridad y la tranquilidad de la comunidad y de las víctimas y de sus familiares porque así como atentó contra alguien a quien consideraba su amigo y asesinó de forma premeditada aprovechando que este estaba descuidado para propinarle las heridas cuando este se encontraba de espalda, lo puede hacer con cualquier ciudadano.
Aunque Yan Carlos Muñoz Díaz se entregó a la Policía de Galeras la mañana de este jueves después de haber cometido el crimen y les manifestó el lugar donde se encontraba el cuerpo sin vida y el machete que había utilizado, la Fiscalía contó con el testimonio de un testigo presencial que dijo que se habían encontrado en una manga, que hace parte de una finca ubicada en el barrio 8 de diciembre de Galeras, donde siempre se reunían debajo de unos palos de mango con la intención de arreglar unas cuentas relacionadas con unos negocios que tenían, pero de los que no dio detalles.