José Gregorio Hernández con sus dos hijas: la biológica y la que siempre lo llamó "papá"
José Gregorio Hernández con sus dos hijas: la biológica y la que siempre lo llamó "papá"Luis Rodríguez Lezama
Historias

Niñas intercambiadas al nacer en hospital de Barranquilla vuelven con sus padres biológicos

José Gregorio Hernández siempre dudó que la niña que lo llamaba "papá" fuera su hija, por eso por sus propios medios decidió resolver el misterio que lo carcomía.

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Luego de seis años de su nacimiento, dos niñas que fueron dadas a luz en un hospital de Barranquilla por fin pudieron estar junto a sus verdaderos padres. 

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Aunque el error fue descubierto en 2019, el proceso de separación de las pequeñas y sus padres, que creían estaban unidos sanguineamente, no fue para nada fácil, por más que su deseo fuera estar con la verdadera familia. 

Funcionarios del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar -ICBF- fueron los encargados de acompañar a las familias durante el proceso de intercambio, el cual por orden judicial debía reubicar a las niñas con sus familias biológicas, residentes en Chiriguaná, Cesar, y Palmar de Valera, Atlántico respectivamente. 

Pero, ¿cómo fue la historia que parece fuera inspirada en una película de Hollywood?; José Gregorio Hernández, el padre de una de las menores relató a AL DÍA detalladamente todo lo que sucedió y cómo afecto a las familias.

“Los rasgos físicos y el color de piel de la pequeña no coincidían”

José Gregorio siempre dudó de que la niña que tuvo con *María, por fuera del matrimonio, era de él. A finales de mayo de 2019 el hombre se quedó observando a la pequeña de tres años y  finalmente se convenció  de que los rasgos físicos y el color de piel de la pequeña no coincidían ni con los de él ni con los de su mamá.

A Hernández la idea lo consumía, y aunque tenía la seguridad de que María no le había sido infiel necesitaba tener la certeza. Es así como le manifestó “con todo cariño y amor” que debía  hablar con ella y le pidió que le dijera la verdad, “por muy duro que fuera”.

“Ella me dijo con toda seguridad que no me había sido infiel y que la  niña era mía”, contó en su momento Gregorio en diálogo con AL DÍA; sin embargo, destacó que la duda no se había disipado y cada vez que visitaba a la menor la incredulidad de que fuera su hija crecía. “Mis otras hijas se parecen entre sí y se parecen a mí”, dijo el hombre de 35 años, quien reside en un municipio de la banda oriental del Atlántico, al momento de justificar la duda.

Cómo resolvió las dudas

El hombre cuenta que un día sacó a pasear a la niña con la excusa de que le iba a comprar unos zapatos. “En verdad  nos fuimos a un laboratorio de Barranquilla para que nos realizaran una prueba de ADN. Eso me daría la certeza que buscaba”.

Transcurrieron unas semanas y el resultado llegó finalmente el 12 de junio de 2019: el ADN era “incompatible”, es decir, Gregorio no era el padre biológico de la menor.

Las tensiones entre Gregorio y María se acrecentaron; sin embargo, él  convenció a la mamá de la niña para que también se practicara una prueba . Los resultados llegaron el 25 de junio de 2019: también eran “incompatibles en un 99%”. María tampoco era la madre biológica de la menor.

En medio de la incertidumbre por saber qué había pasado y mientras la pareja digería la información, el 6 de septiembre de 2019 interpusieron un derecho de petición a la E.S.E. Hospital Niño Jesús de Barranquilla, donde el 21 de marzo de 2016 había nacido la pequeña.

Es así como el 19 de septiembre el hospital  dio respuesta a la petición y realizó la entrega de las copias de la página del libro de “relación o registros de partos vía vaginal y por cesárea de nacimientos ocurridos del 20 al 22 de marzo de 2016”.

La búsqueda de su verdadera hija

El padre inició, por sus propios medios, la investigación de lo ocurrido y se percató de que ese 21 de marzo nacieron siete bebés: dos niños y cinco niñas.

“Los niños quedaron descartados; en cuanto a las niñas, una había nacido en la mañana, dos en horas de la tarde y dos en la noche. Mi hija había nacido entre las 2 de la tarde y las 4 de la tarde, por lo que la otra niña probablemente era mi hija biológica”, cuenta Gregorio, quien dijo ser un comerciante de profesión.

Así las cosas, el hombre una vez teniendo los datos buscó el nombre por redes sociales (específicamente en Facebook) con la sorpresa de que a la primera búsqueda salió el nombre de *Rosa, en cuya foto de perfil tenía colocada la fotografía de una niña.

“Hice clic en el perfil, agrandé la foto y sorpresa: la niña era igualita a mí y tenía parecido con una de mis hijas mayores. De inmediato le envié mensajes a la mujer en los que le decía que quería hablar con ella”, expresó Gregorio.

No fue sino 20 días después que Rosa respondió y le dijo a Gregorio que ella vivía en Cesar.

“Nos pusimos de acuerdo, intercambiamos teléfonos y hablamos sobre lo que habría ocurrido. Yo le dije que viniera a Barranquilla, que yo le pagaba todo con la intención de poder realizarle la prueba de ADN a la niña”, contó el hombre.

La prueba se realizó y los resultados arrojaron que la niña sí era la hija de Gregorio, por lo que los familiares indicaron que el error se tuvo que haber dado en el interior del hospital, al momento del nacimiento de las menores. Las niñas fueron intercambiadas. La  niña de Rosa era la de María y la que tenía María era la de Rosa

La separación de las menores de sus madres

“Desde que todos nos enteramos ha sido difícil. Las mamás, lógicamente, están encariñadas con las bebés. Yo durante estos meses he ayudado a ambas, a la primera por ser mi hija legal, ya que yo la registré, y a la segunda por ser mi hija biológica, pero no ha sido fácil para ninguno. La niña que vive acá cerca siempre me ha dicho papá y la otra ya está asimilando que yo soy su padre. Esta última la tiene más fácil porque ella no tuvo la figura paterna hasta que yo aparecí”, relató Gregorio.

Desde 2020, José Gregorio tenía a las dos pequeñas viviendo con él y las llama “las mellas”, como una forma de intentar romper las barreras que un error en el centro médico y los resultados de unas pruebas de ADN puso entre ellas y sus padres.

Ahora, las niñas que ya tienen 6 años,  por orden judicial deben ser separadas, y estarán en los brazos de sus progenitores para escribir una nueva historia.