Madelis Mendoza Herrera faltó que la lapidaran, aunque moralmente afirma que se sintió así: apedreada, maltratada y hostigada por toda la gente que no se cansaba de lanzarle insultos y groserías en la esquina de la calle 85 con carrera 53, donde permanece desde hace seis años sentada en silla de ruedas, vendiendo dulces para poder sobrevivir.
Mabe, como la llaman en familia, es la mujer cuya imagen se hizo viral el viernes antepasado en un video que circuló en redes sociales y mensajería instantánea. La mostraban de pie y caminando, vestida con una sudadera azul, recostada en el mostrador de un almacén comprando los mecatos que ofrece. La toma, que dura unos 26 segundos, la contrastaban luego con otras imágenes perfectamente editadas, en la que la misma Madelis aparece sentada, moviéndose sobre la silla de ruedas exhibiendo en el semáforo las golosinas y caramelos que había comprado.
Aunque el video no contenía audio, era suficientemente entendible de que trataba de mostrar a la mujer como una farsante, que fingía estar discapacitada para conmover a la gente y poder vender su mercancía.
Lo que desconoce el que grabó las imágenes, los que las propagaron, los que se burlaron, y quienes la vituperaron personalmente y en Facebook; es que Madelis sufrió hace 16 años una isquemia cerebral por la que permaneció tres meses hospitalizada. Una secuela permanente del accidente cardiovascular le impide estar por más de 10 minutos de pie, pues se desploma. Por eso se mueve en silla de ruedas. Pero además, detrás de esta mujer luchadora hay todo un drama, una historia de vida que lo que merece es apoyo y protección; no improperios o burlas.
Un año después de la isquemia, que ella atribuye “a la ‘pensadera’ desesperada por no tener con que pagar el colegio de sus hijos”; le amputaron el brazo izquierdo unos centímetros bajo del codo. “Me salió una ‘bolita’, no le presté atención, y cuando fui al médico me dijeron que había que amputar”, recuerda.
En el 2001 su esposo falleció de cáncer de pulmón, por fumador; y como si fuera poco tanto sufrimiento el hijo mayor, Rafael Carrillo, murió en el 2013 a los 21 años, al caer del segundo piso de una obra en la que trabajaba como obrero. Las penas para Mabe no pararon ahí, el hijo menor, Edwin Alfonso Carrillo, fue asesinado en el 2015 en un confuso incidente en el barrio Las Malvinas. “Venía de trabajar, se puso a tomar cervezas en una esquina en donde llegaron a matar a alguien, y le dieron a él también”, rememora con melancolía.
Madelis, de 53 años, reside en un sector deprimido del barrio La Sierrita, en el sur de la ciudad. Convive con su hija de 21 años, que a los 15 salió embarazada y le dio una nieta que ahora cuenta 6 años.
“Yo salgo a trabajar, mi hija se queda al frente de la casa cuidando a la niña”, manifiesta.
La mujer le cuenta a AL DÍA que el viernes 22 de marzo, cuando empezó a viralizarse el video del matoneo, llegó a trabajar temprano. “Noté que dos carros no me prestaron atención. Detrás venía un taxi, y el chofer me grita que era una mentirosa, una embustera, que me había visto en el video. De los buses de Puerto Colombia me gritaban barbaridades y yo no sabía qué pasaba.
“Una señora de una lujosa camioneta blanca paró frente de mi para decirme que yo engañaba a la gente; y un señor se acercó y me dijo que me compraba bocadillos porque creyó que yo no caminaba, que lo había engañado”.
NO PODÍA FALTAR EL POLICÍA
Entre la lluvia de agravios y acoso que Mabe recibía de la gente, no podía faltar un policía. Madelis señala a un uniformado de apellido Giraldo que se le detuvo en frente y le gritó: “¡Párese, usted camina”. “Le respondí, ‘ayúdeme a levantar, porque yo sí me levanto, pero no sola’. El policía me insultaba como si fuera una delincuente. Otros policías llegaron y me dijeron que mejor me fuera, porque la gente estaba exaltada y me podían agredir.
“Una señora de la esquina me recomendó lo mismo, y me dio los pasajes porque acababa de llegar y no tenía plata. Regresé muy triste”.
El sábado 23 de marzo en casa de una hermana, es que Mabe ve el video y conoce el porqué de lo que le pasó. “Me llené de más tristeza, no entendía la maldad de la gente. ¿Por qué me grabaron de pie, y no cuando me bajo del taxi, que es con la ayuda de varias personas?”.
La mujer cuenta que compra los dulces en la 76 con 44, que el taxista tiene que ayudarla a bajar con ayuda de los empleados de la dulcería, que saben de su estado y la atienden con prioridad.
A la persona que la grabó le dice que no le guarda rencor. “Arriba hay un Dios”, afirma simplemente.
A raíz de esta cruel experiencia vivida Madelis empezó a entender un poco lo que son las redes sociales. “Me dicen que juzgan por lo que ven sin confirmar nada. Me juzgaron, y me ha podido pasar algo peor por una agresión, o por el estado anímico en que caí”, sostiene.
Sobre este caso que trae de nuevo a debate el manejo de este avance tecnológico, el sociólogo y docente universitario Guillermo Mejía afirma que estamos viviendo “en una sociedad informatizada”, en la que calumniar e injuriar en redes es un deporte más.
“Ir al fondo del asunto y no conformarse con lo superficial, es compromiso de quien se atreve a denunciar en redes sociales comportamientos disfuncionales, que en muchos casos no lo son, como ahora con la señora de los dulces”, añade. Por su parte Guillermo Reyes Fierro, magister en informática educativa, recomienda “no apresurarse en redes sociales, porque detrás del hecho hay una historia. Hay que verificar las fuentes antes de replicar cualquier información, y sobre todo manejar el respeto hacia el otro, así no se sepa quién es, es saber administrar y no darle un uso indebido”.
Madelis Mendoza Herrera, Mabe, volvió a su puesto de trabajo tras aclarar algo de su situación en un video que circuló, pero no tanto como en el que la lapidaron. “Siento que estoy empezando de nuevo”, manifiesta.