Con el virus en su cuerpo estas mujeres –apodadas “Ángeles de la Muerte” prestan sus servicios sexuales por 2 dólares en las habitaciones minúsculas en las que viven dentro de un pasillo de madera.
En el grupo de mujeres que viven allí, las que peor lo pasan son las niñas de 14 años que deben atender casi a cinco hombres todas las noche solo para poder sobrevivir. Los clientes pagan más si son menores. Dentro de su clientela también hay hombres blancos que, según las palabras de las niñas, son “casi siempre gordos y feos, pero son los que tienen más dinero”.
Ton Koene
Todos los hombres que visitan el lugar son conscientes de que ellas son portadoras del virus, pero la mayoría no usa preservativo, lo que hace que aumenten los casos de embarazo e infecciones. Y, lo más trágico en esta cadena de miseria es que aparte de la enfermedad, las prostitutas están expuestas a violaciones, secuestros, robos y todo tipo de violencia machista.
Ton Koene
La historia de los “Ángeles de la Muerte” se conoció gracias al fotógrafo documental Ton Koene quien viajó hasta Nigeria para conocer más a fondo la cultura africana. Según lo cuenta en su página web, se enteró de la existencia de este sector de la ciudad gracias a un taxista que hizo algunos comentarios sobre el lugar.
Cuando Koene llegó a Lagos fue en busca de un taxi que lo acercara al barrio de Badia. En el camino tuvo una charla con el taxista: “Cuando te vas acercando con el coche puedes oler el virus de sida desde fuera (…) Las muchachas de ahí, cuanto más bonitas y más jóvenes, son más caras. Los hombres las visitan como si estuvieran caminando por un supermercado”.