“Una mujer joven termina su jornada laboral, llega a su hotel, se baña y se arregla para salir a cenar con una pareja de amigos. Alguien golpea en su habitación. Ella mira por el rabillo de la puerta, es su jefe. Abre, “Él” la empuja. Con el dedo índice derecho le ordena que haga silencio”, comienza el relato de la periodista antes de anunciar que es ella quien protagoniza la historia.
Este testimonio tomó relevancia nacional, no solo por tratarse de dos personas públicas (el nombre su agresor prefirió ser omitido durante el testimonio, pero la comunicadora aseguró que se trata de una persona reconocida a nivel nacional), sino porque reabre el debate de lo que ocurre dentro de los ambientes laborales y dentro de los medios de comunicación.
“Esperaba que el escrito tuviera esta repercusión porque quiero mostrar mi inconformidad con la gente que se cree con derecho a opinar sobre situaciones que no saben”, aseguró la periodista y agregó que esta columna la escribió con el fin de defender el derecho de cada quien a callar y que le sea respetado.
“Hay mujeres, como en el caso de Marcela, que se retractan y otras, como yo, que guardamos silencio y es nuestro derecho tomar esa decisión”, dijo la comunicadora.
“Las personas que tienen la fortaleza mental deben denunciar, pero si hay otras que no lo tienen nadie tiene porque juzgar”, enfatizó Morales.
Sobre las reacciones que ha tenido la columna en redes sociales han sido tan variadas como la misma polémica.
“He tenido poco tiempo de leer las reacciones dela gente, pero he encontrado muchos comentarios con expresiones de respeto y solidaridad”, asegura la comunicadora, quien agrega que también vio muchas reacciones de personas que no “tienen criterio para opinar y agreden”, pero era parte de lo que ella esperaba con su columna.