La metamorfosis de un excriminal que ahora habla sobre Cristo desde la prisión
A diario Javier Eduardo Coronado Sarmiento se la pasa charlando con sus compañeros reclusos en el Establecimiento de Reclusión Especial (ERE) de la ciudad de Corozal, donde están internos funcionarios públicos.
La reinvención últimamente ha sido una constante en el diario vivir de Javier Eduardo Coronado Sarmiento. Él le tiene su propia definición: metamorfosis. Ese cambio, del cielo a la tierra, si se puede decir, lo ha desarrollado tras los barrotes de una cárcel donde está recluido por su anterior vida, esa misma que está mutando. El espíritu de conversión de Javier sí tiene libertad, pero el cuerpo físico no y por eso le toca hablar desde la prisión.
Tiene 48 años, de los cuales lleva 14 de cárcel en cárcel como prisionero pagando una condena de 26 años y ocho meses. Está privado de la libertad desde el 22 de febrero de 2007 y desde noviembre de 2015 permanece en el Centro de Reclusión Especial (ERE) del municipio de Corozal.
Por ser líder de la banda ‘Los 40’, con injerencia criminal y centro de operaciones especiales en el Caribe colombiano, le imputaron cargos por los delitos de homicidio y concierto para delinquir agravado. Algo no menor, pero una circunstancia que no se puede comparar con el recomienzo que emprendió desde que, dijo, conoció a Cristo.
Aunque suene incongruente, se encuentra en la ERE por su condición de funcionario público debido a que cuando delinquió era policía. Como uniformado demoró once años. El nombre de Javier Coronado quizás no diga nada, pero si se buscan reseñas de la prensa se hallan registros del proceso judicial en el que ha estado inmiscuido. El periódico El Tiempo registró que su captura ocurrió en febrero de 2007 en Barranquilla (Atlántico).
‘Quiero que vean un cambio’
“Cuando estuve recluido en Cómbita (Boyacá) conocí de Cristo. Esa relación con él igualmente se afianzó en La Picota, en Bogotá, por donde también pasé. Gracias a estas experiencias con Cristo tengo la oportunidad no solo de liderar el grupo cristiano de aquí del Centro de Reclusión Especial de Corozal sino de dictar charlas en distintos sitios. Aquí, por ejemplo, nos congregamos de lunes a lunes desde las 7:00 hasta las 9:00 de la mañana. Leemos la palabra, exponemos nuestras reflexiones y experiencias de fe”, aseguró Coronado.
También cuenta sus experiencias de fe en la Escuela de Carabineros, en el municipio de Corozal, y en el Colegio Gabriel García Márquez, en esa misma localidad.
“En estas reuniones expongo lo que no se debe hacer desde mi experiencia. Les cuento a los policías en formación y a los estudiantes la manera de no caer en la tentación para que ellos no se dobleguen ante el delito y lo que está mal hecho. Quiero que vean en mi un espejo de cambio y transformación aunque lo que hice fue por voluntad y nadie me obligó, pero me arrepiento de eso”, expresó.
Los catorce años que ha estado privado de la libertad le han impedido estar en el crecimiento de su hija, la enfermedad de diabetes de su mamá y, lo más triste, la partida de su padre hacia la morada eterna.
Convertirse en un líder espiritual no sería una prueba fehaciente de que verdaderamente quiere un cambio para su vida. Sin embargo, él lo siente así, como aquel ser humano de carne y hueso que tiene la convicción de creer en lo que no ve, aquello que se llama fe.
“Se han visto cambios enormes en las personas que he logrado evangelizar. Muchos de los reclusos que han quedado aquí en libertad están sirviéndole a Dios porque han reconocido sus errores. Esto lo han logrado porque son personas que han entendido esto no como una religión sino en modo de vida. Los que seguimos acá recluidos todos los días damos muestra de crecimiento espiritual, un cambio de óptica, de opiniones, de pensamiento, actitudes y de palabras”, expresó.
Escribió un libro
Además de eso afirmó que como conoce algo del procesal jurídico, en ocasiones cuando sus compañeros se lo permiten, brinda asesoría legal partiendo desde su bien cultivado conocimiento del sistema penal de Colombia. Sin embargo, eso lo alterna, en gran medida con un renglón más importante, con el objetivo de cimentar la fe y la esperanza.
“El director del ERE me inscribió en un concurso de casos exitosos de resocialización. Por eso estoy postulado con un libro que se llama Crónicas de mi metamorfosis, en el que comento todo mi proceso de cambio, esa es la palabra que más atesoro”, relató.
Pero más que eso lo que quiere es que la gente tenga una herramienta para que vivan su propia experiencia de mutación porque a pesar del pasado y del presente, siempre, siempre se puede empezar de nuevo.