La alerta emitida en las últimas semanas por Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) tras el hallazgo de tres lotes de atún con alto contenido de mercurio, dos de la marca Van Camps y uno de Carulla, han causado muchos interrogantes entre los consumidores colombianos.
El Invima ha manifestado que las mujeres gestantes y lactantes, al igual que los niños menores de 10 años, no deben comer más de dos latas de atún a la semana, y los adultos no más de cuatro por tiempo prolongado.
En rueda de prensa en la capital del país, Javier Guzmán, director del Invima, se refirió a las recomendaciones a los consumidores.
Según la normativa colombiana, el límite de mercurio permitido es de un miligramo por kilo. “En mujeres gestantes, el mercurio puede atravesar la barrera placentaria y afectar al feto. En niños en desarrollo podría afectar el sistema nervioso central”, dijo Hernán Quijada, subdirector de riesgo del Instituto Nacional de Salud.
Guzmán, por su parte, dijo que aunque el atún tiene beneficios nutricionales comprobados e ingerir una de esas latas contaminadas en exceso no representa un riesgo inmediato, el consumo frecuente y prolongado sí puede repercutir en problemas de salud, principalmente en poblaciones vulnerables.
“El riesgo para las poblaciones no vulnerables, es decir, adultos y mujeres que no están en embarazo, existe y por eso la recomendación es no consumir más de cuatro latas de atún de 160 gramos a la semana, por tiempo prolongado”, puntualizó.
Sin embargo, Guzmán dio a conocer que no se debe “satanizar” el atún, debido a que es una fuente importante de proteína.
Según Guzmán, el Invima está indagando en los procesos sancionatorios por el incumplimiento de la norma, los cuales podrían demorar hasta seis meses y que serían de hasta $200 millones.
EFECTOS DEL MERCURIO
El mercurio se puede conseguir en varias formas. Está presente de manera natural en el ambiente: elemental (o metálico) e inorgánico (al que la gente se puede ver expuesta en ciertos trabajos); u orgánico, el cual llega al cuerpo humano por los alimentos. El grado de toxicidad y sus efectos sobre los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel y los pulmones, riñones y ojos varían dependiendo del tipo al que pertenezca.
El proveniente de forma natural en la corteza terrestre puede venir de actividad volcánica, la erosión de las rocas o la actividad humana. El otro puede proceder de procesos industriales como la combustión de carbón en centrales eléctricas o la extracción minera de mercurio, oro (el cual se extrae con cianuro) y otros metales.
La gerente técnica de la marca Van Camps, María Emilia Paz, dijo desde la fábrica en Cartagena que “no existe riesgo en su consumo, pero se acogió el llamado del Invima”.
Según Paz, el mercurio presente en las latas de atún “es de origen natural y no producto de la contaminación humana”.
De acuerdo con Paz, el mercurio de origen industrial suele encontrarse en las costas “que es donde existe el mayor riesgo, y no en el mar adentro, que es donde se pesca el atún”.
“Aquellos lotes que fueron señalados por el Invima no presentan ningún riesgo a la salud del consumidor. Sin embargo, atendiendo la recomendación, sacamos del mercados esas 124.000 unidades y tenemos nuestra línea nacional abierta para que quienes puedan tener en sus casas alguna parte nos lo reporten”, añadió Paz.
La gerente técnica de atún Van Camp’s dijo que el mercurio dañino es el llamado antropogénico, que tiene que ver con la mano del hombre. Y sostiene que “ese tipo no ha sido de tectado en el producto”.
“Este mercurio podría tener problemas en el caso de que sean emisiones antropogénicas. Como desechos industriales o producto de la minería ilegal. Sin embargo, esta no ha sido la situación porque el mercurio al que se refiere el Invima es de origen natural”, dijo Paz.
La gerente técnica de planta expresó su preocupación debido a que “el pescado es uno de los alimentos más sanos y, como se han mostrado las cosas, los colombianos sienten temor de consumirlo”.
Explicó que el atún es rico selenio, un elemento que ayuda al buen funcionamiento del cerebro, el sistema nervioso y la protección contra el llamado estrés oxidativo.
La fábrica de la marca Van Camps de Cartagena tiene capacidad para la producción de hasta 200 toneladas diarias de atún. En la capital de Bolívar trabajan cerca de 2.000 personas.
ASÍ ES LA RUTA DEL ATÚN
En barcos pesqueros que parten desde la zona industrial de Mamonal, con una tripulación de 25 personas, se inicia el recorrido para obtener el atún que se consume en la Costa Caribe y que también es distribuido hacia el resto del país.
El recorrido se inicia por el Canal de Panamá, que permite el acceso a las aguas internacionales, mar adentro, donde está permitida la pesca de atún. La zona, demarcada con 40 grados de latitud norte, 40 grados de latitud sur, y longitud de 150 al oeste, está regida por la Comisión Interamericana de Atún Tropical (CIAT), de la cual hace parte Colombia.
El ingeniero mecánico Ramiro Martínez, representante de la flota atunera de la empresa Seatech, que maneja la marca Van Camps, explica que las embarcaciones utilizadas disponen de tres características especiales: temperaturas para la conservación del producto de hasta 18 grados centígrados bajo cero, sistema hidráulico dotado para largas travesías y aparejos de pesca especiales.
Sin embargo, aclara que los barcos no son propiedad de la empresa, sino que son contratados para prestar el servicio.
Los barcos utilizados para la pesca de atún, en el caso de los contratados por la marca Van Camps, tienen capacidades de 500, 1.000 y hasta 1.300 toneladas. Una vez parten desde Cartagena para pescar el atún, el recorrido completo para retornar con el producto dura entre 60 a 90 días.
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Las embarcaciones están dotadas de un helicóptero, lanchas rápidas, una lancha con red, grúas y una torre de vigía. La red utilizada para pescar atunes tiene 2 kilómetros de largo y hasta 2.000 metros de profundidad. Según el ingeniero Ramiro Martínez, existen tres tipos de atún más conocidos: aleta amarilla, ojo grande y barrilete. Sin embargo, por su gran tamaño y mejor sabor, la pesca de las grandes empresas de atún se centra en el de aleta amarilla, también conocido como yellow fin.
De acuerdo con Martínez, para pescar el atún aleta amarilla, una vez estando en aguas internacionales, el helicóptero del que está dotado el barco comienza a hacer sobrevuelos en busca de cardúmenes. Cuando los cardúmenes o grupos de atunes son identificados por vía área, desde el helicóptero le dan el aviso al capitán del barco.
Tras recibir la orden del capitán, las lanchas rápidas parten para apoyar la faena y evitar que el cardumen seleccionado se disperse.
Se estima que los atunes nadan a una velocidad de 75 kilómetros por hora y pueden recorrer distancias de hasta 100 kilómetros por día. Por eso, según el ingeniero Martínez, utilizan lanchas rápidas para la pesca de los llamados aleta amarilla, que son bastante veloces. Desde una de las lanchas es liberada la red y, de esa forma, encierran el cardumen de atunes.
Luego de la faena de pesca, los atunes son almacenados en los cuartos de congelación hasta que el barco retorna a la plaza de procesamiento en Cartagena.
De acuerdo con el ingeniero Ramiro Martínez, la Comisión Interamericana de Atún Tropical, establece dos periodos vedados para la pesca anualmente para evitar la afectación de la especie. Los periodos van del 28 de julio hasta el 10 de septiembre, y del 16 de noviembre hasta el 18 de enero.
Además, explica el experto, las embarcaciones pesqueras deben tener en cuenta el denominado rendimiento máximo sostenible para la pesca. Es decir, no se deben incluir peces que apenas empiezan su vida ni aquellos que estén la cumbre de su capacidad reproductiva.