Fue mi primer amigo en el fútbol. A Óscar Bolaño lo conocí en el camerino del Estadio Romelio Martínez. Antes de los entrenamientos y previo a los partidos allí teníamos una cita. Para saludarnos y hablar de fútbol.
También fue mi primera fuente informativa. Bola, como lo bautizaron sus compañeros de aquel equipo de José Varacka, nunca dejó de ser el samario humilde, extraordinario marcador derecho, con salida y apoyo, y buenos centros.
También fue permanente titular en las selecciones Colombia. Con el Caimán Sánchez obtuvo el Subcampeonato de la Copa América de 1975 en aquella final en Caracas ante el Seleccionado del Perú.
Con el paso de los años pude entrevistar a sus tres hijos futbolistas Jorge, Oscar y Hugo. Hace un par de años sufrió un derrame cerebro vascular y, desde entonces, estuvo en recuperación hasta cuando el buen Dios dispuso su partida.
Jesús ‘El Toto’ Rubio y Óscar Bolaño, dos jugadores históricos del Junior | Archivo
Cuando recibí la llamada de Lucho Grau para darme la noticia, y sentí que su voz se quebraba, rememoré aquel camerino de entonces. El de Varacka y León Martínez, y el de todos aquellos muchachos que formaron una familia tan unida que buenas tardes de fútbol, triunfos y estrellas nos dieron en un Romelio siempre lleno “hasta las banderas” como decía mi compadre Edgar Perea.
Estoy mirando la foto del Junior campeón del 77. Ya no están entre nosotros ni Orejita Núñez, ni el maestro Alfredo Arango, ni Oscar Bolaño. Perder gente valiosa como ellos enluta el alma. Nos pillamos viejo Bola, hasta cuando nos volvamos a reunir en el camerino celestial…