Es curioso. Los playoffs de Liga Águila quedaron emparejados con equipos del mismo corte. Me explico. En la llave Tolima-Medellín se destaca el hecho que, ambos, tienen un goleador sobre el que, el resto de la alineación, trabaja para contactarlo. Por supuesto que hablamos de Germán Cano y de Marco Pérez que se pelean, gol a gol, el Botín de Oro.
Contrario a ello el tope Junior-Rionegro presenta a dos equipos que son fundamentalmente colectivos, sin un goleador absoluto a quien buscar, pero con los goles repartidos entre todos. La fortaleza de Junior y Rionegro es su fútbol colectivo. En eso el Junior ha marcado el ejemplo de jugar al fútbol vistoso y productivo.
Es posible que algunos piensen aún en Teófilo Gutiérrez como el goleador que siempre fue, pero hace ratos que se convirtió en un jugador colectivo productor de fútbol, de asistencias, y manejador de situaciones como los tiempos de juego y la tenencia del balón. Cambió de ser un goleador de raza a un jugador de fútbol integral.
En el caso de Rionegro es posible que algunos recuerden también a Osorio Botello como aquel que hizo muchos goles en Bucaramanga y Millonarios, pero igual que Teófilo, se ha integrado al juego en lugar de esperar que los demás jueguen para él.
Obviamente, Teófilo es un jugador más talentoso. Contrario al tema de ataque, Rionegro es el equipo que más pega en el torneo siendo primero en ese ítem. Ha cometido 376 faltas por 203 del Junior. Las faltas son usadas, regularmente, para bajar el ritmo del contrario.
Esas faltas le han valido 65 tarjetas amarillas y 2 rojas. A Junior le han mostrado 46 y 4.