Estoy entrando a mi casa en Barranquilla a la media noche. Viví una odisea para llegar y ver el partido Junior 2 x Santa Fe 0. El primer tiempo lo vi en medio de los carros pitando para evitar chocarse y para avanzar.
El segundo tiempo en el avión por la costumbre que tiene Avianca de llamar a bordo y dejarte esperando en la manga de acceso y después otra espera (estaba vez fue cerca de una hora) ya dentro del avión y con puerta cerrada. La experiencia del avión me dio la oportunidad de vivir ese cuento sabroso del Juniorismo.
En la entrada todos arrimados preguntando el marcador y los goleadores. Dentro, apeñuscados viendo la pequeña pantalla del celular. La repetición de los goles, la entrada violenta de Javier López sobre Jarlan Barrera y la protesta contra el árbitro después de los seis minutos de adición sin que el partido terminara.
Antes del partido notamos las ausencias de hombres importantes como Leonardo Pico y Willer Ditta. Fue una apuesta de Comesaña para controlar el juego aéreo y en eso acertó como en casi todos sus propósitos. Es que esta vez la táctica coincidió sin equivocaciones con la estrategia. Si se quiere más elemental “la estrategia es la táctica en movimiento”.
O mucho más elemental aún “Comesaña se rebuscó ese triunfo”. El cuento del fútbol es de los jugadores. Son ellos los que, con base en la idea del técnico, ganan partidos y títulos. Si ellos quieren, pueden. Como el jueves.
Y lo esencial: jugar al fútbol. Desarrollar la parte lúdica del juego. Jugarlo bien para entretener y para lograr. O sea, para ganar. Es que no hay otra manera de conseguir estrellas…