Junior clasificó a semifinales a los 47:18 minutos del segundo tiempo cuando Willer Ditta sacó un balón con su pie derecho, casi en la línea de meta, pateado con la izquierda por Mariano Vásquez de Equidad, desde la cabeza del área, después de una salida de Sebastián Viera a “puñetear” un centro aéreo de Néider Barona y el balón quedó suelto.
Ditta despejó con la derecha y el balón cayó en Luis Cabezas. Viera se levantó raudo y, cuando volvía al arco, pudo capturar en el piso el remate de derecha de Cabezas. Bendito Dios. La felicitación con choque de pecho entre Ditta y Gabriel Fuentes, que estaba a su izquierda, encarnó la síntesis de lo que fue el Junior en la noche fría de Techo en Bogotá: un equipo solidario.
En el primer partido en Barranquilla (1x0 a favor del Junior) destaqué la perseverancia. El insistir, el buscar, el no bajar los brazos, hasta la aparición del gol de cabeza de Díaz. En este segundo partido (empate 0x0) fue más que evidente el factor solidaridad. Hay estadísticas que sirven para explicar cómo el Junior se hizo fuerte en la unión de sus once hombres.
Las 42 recuperaciones y las 13 faltas, algunas “técnicas”, con solo 2 tarjetas amarillas (Piedrahita y Pérez) lo que indica que Junior no entró en desorden, ni en “botinera” inútil, ni en pánico nunca. Trabajo físico, solidario, pero leal. Tal vez, cuando los minutos se acababan, hubo intercambio de botín y empujones, pero, en esencia, Junior no cambió la ventaja que tenía, desde el primer juego, por pasar la raya de lo permitido en el juego fuerte.
Habíamos avizorado que Junior jugaría la semifinal con el Caldas de Manizales. No fue así. Rionegro lo eliminó en dos partidos bien montados y jugados. Frente a ese equipo, Junior jugará el jueves en Rionegro y después el domingo en Barranquilla.