Y la noche del domingo pasado en Medellín, Julio Comesaña dejó de ser el simple técnico de fútbol para convertirse en el gran mito rojiblanco. Nuestro Junior de Barranquilla ha ganado su octava estrella dejando tendido al Deportivo Independiente Medellín. No hay y no habrá uno como él en la historia del Junior de Barranquilla.
Ahora los tiempos de los técnicos son demasiado cortos para volver a escribir gestas como la de Comesaña. Los que creyeron siguieron creyendo y los que no, se convencieron, por fin que, igual al jugador que fue, Comesaña ha sido el técnico que dio las mil batallas para poner dos estrellas en el escudo de Junior, ganar una Copa y escribir páginas épicas como la semifinal de Copa Libertadores en 1994, la salvada del descenso en el 2008 y la final de Copa Suramericana en el 2018.
Con su familia reunida en las gradas, con el sabor de las fiestas de Navidad y los albores del Año Nuevo, Comesaña nos hizo paladear, otra vez, ese sabor del triunfo que es sin igual a pesar de los malos momentos y de los errores normales en una profesión con tanta presión y con tanta ingratitud. La locura rojiblanca se toma la costa caribe y al país, en el terreno los jugadores, el cuerpo técnico, el cuerpo médico, el cuerpo de utileros.
Toño Char en el estadio, anegado en llanto, con los jugadores recibiendo el trofeo y Fuad Char y Arturo en su casa con el corazón a millón manifestando su alegría con los ojos inundados por la felicidad. Y Alex, ¿dónde habrá celebrado el alcalde? En las calles de su Barranquilla, con seguridad. ¿Y yo? Yo en Bogotá, sudando una fiebre de 40 grados rodeado de medicinas para los bronquios en medio del frío inclemente. Pero, no importa.
Junior, Tú Papá, es el campeón. Hablo con Comesaña por teléfono en medio del alboroto no hay nada que pague esta felicidad. Es el Junior de Barranquilla, es el Junior del Alma, el Tiburón, es Junior Tu Papá. Gracias Dios que no termine esta alegría…