El barrio, que puede presumir de tener su propio cementerio, hospital y una zona comercial próspera como casi ninguno que esté por fuera del norte de la ciudad, también goza de un grandísimo espíritu navideño.
Ahora mismo, meterse por Santa María es encontrarse con un mar de gente que inunda las calles del barrio, sobre todo la 91, cada uno en su ‘afán dicembrino’ por conseguir los elementos y la ropa con la que recibirá el próximo 2023.
Aunque las personas del barrio poseen una gran riqueza estructural que los podría catalogar como habitantes de una de las zonas más completas y autosuficientes de la ciudad, al tener su propio cementerio, hospital, un sector comercial próspero y concentrado mayormente a lo largo de una sola calle, en esta época dicembrina también tienen poderosas historias por resaltar que fortalecen, con mucho esfuerzo, su tejido social.
Gran parte de estas han sido acompañadas o impulsadas por la Organización de Acciones Comunales de Santa María (sur), a la cabeza de su presidenta Luz Helena Mercado, su fiscal Margarita Babel y María Ofelia Romero, líder del Comité de la Mujer, quienes año tras año se han encargado de brindarles momentos felices a una gran cantidad de niños durante la Navidad.
Ya sea por colaboraciones de parte distintos frentes de la comunidad, o con patrocinadores externos, como en su momento fue el Banco Inmobiliario Metropolitano, cada 23 de diciembre se hace una entrega de regalo a los niños del sector, acompañado de otras actividades como la repartición de perros calientes o arroces especiales y el acompañamiento de atracciones como ‘brinca brincas’ y demás actividades lúdicas.
Cabe mencionar que aunque durante muchos años se encargaron de hacer las novenas comunitarias, esa responsabilidad en la actualidad recae sobre la iglesia, la cual por medio de la comunidad de la parroquia del barrio San Luis, apoya a otras aledañas como las de Santo Domingo, Las Gardenias y la de Santa María, que actualmente solo cuenta con una capilla construida al interior del colegio Buen Consejo.
La persona designada para coordinar esa actividad en el último barrio señalado y protagonista de este escrito es Narcy Narváez, quien para este año congregó a los vecinos del sector para realizar un pesebre con base en material reciclable y que compite por ser el mejor entre siete barrios de la zona, soñando con los 300.000 pesos del premio, pero sobre todo con mantener vivo el sentido de pertenencia y el espíritu navideño.
Para esta representación del nicho en el que nació el hijo de Dios, Narcy aseguró que usaron, entre otras muchas cosas, botellas de plástico, cartón de rollos de papel higiénico, hojas de palma seca y hasta cáscaras de huevo.
Sin embargo, ella sola no habría podido abarcar la responsabilidad de coordinar la realización del pesebre, llevar a cabo la novena y gestionar los regalos. Es por eso que en esta época ha tenido como mano derecha a cuatro personas muy especiales: una religiosa y tres mujeres laicas pertenecientes a la orden de los Frailes Dominicos, quienes rechazaron pasar los días más especiales de diciembre con su familia, para “seguir la palabra de Dios” en distintas zonas populares del país, como el barrio Santa María.
Una de estas mujeres que renunció a los momentos especiales que brinda la época durante este mes, es Sandra Cifuentes, quien llegó desde Bogotá para contribuir en “darles una alegría a estos niños que tanto lo necesitan y compartirles de forma gratuita las enseñanzas de Jesús” como ella señala que las recibió por primera vez.
Eso sí, cabe señalar que a pesar de tantos sacrificios y ambientar las reuniones con la mayor creatividad para la entretención de los más pequeños, a veces puede dar la sensación de no ser suficiente. Durante el quinto día de la novena y ante la presencia de algo más de 120 niños, las generosas, pero más valientes mujeres, tuvieron que pasar por el triste momento de someter a sorteo los niños que iban a poder acceder a un regalo, porque el dinero recogido entre donantes y la organización eclesiástica, solo alcanzó para 86.
"Lo hacemos con el mayor amor del mundo, pero no podemos darles regalos a todos. Esperemos lo entiendan, igual recuerden que esto lo hacemos para celebrar el nacimiento de papito dios, no sean interesados", expresó una de las dos compañeras de Sandra, intentando causar risa a un impactado público por la noticia que había recibido segundos atrás. Y lo logró.
Aunque pudo ser una situación desalentadora para muchos, Maria Ofelia Romero, quien además de ser la encargada del comité de la mujer en su comunidad también supo ser presidenta de la Organización de acción Comunal de la misma, resaltó con entusiasmo el hecho de lograr congregar a los niños por medio de este tipo de actividades, alejarlos de “malos pasos” y avivar el amor por la navidad.
Mismo sentimiento que le despierta la obra de Julio Valenciano, un hombre que llegó hace solo cuatro años al barrio, pero que se ha encargado de ser un estímulo positivo para sus vecinos, decorando de forma temática su casa de acuerdo con cada una de las fiestas, nacionales o internacionales, que se celebran en la ciudad de Barranquilla. La Navidad, por supuesto, no es la excepción.
“Disfruto mucho de la Navidad, de sus colores, de la forma en que hace integrar a las familias, pero también de todas las fiestas en general, soy alguien entregado a la sociedad, me gusta hacer especiales los momentos importantes”, confesó.
De igual forma aseguró que vivir en Santamaria le ha cambiado totalmente la perspectiva que tenía sobre el barrio, y que hoy en día, se dedica a alentar y organizar la celebración de fechas importantes como los cumpleaños de los niños, el día de las madres, de las secretarias y demás.
Otros de los pilares para mantener el espíritu de la natividad del niño Dios en los corazones de los habitantes del barrio, es la familia Mendoza Arteta, la cual ha estado organizando novenas comunitarias por más de 40 años.
Aunque quien inició la tradición fue su papá, Deisy, una mujer de aproximadamente medio siglo de vida, asegura que la dedicación por a ver participe de la novena a todos los niños del sector, ha pasado de generación en generación y quien actualmente tomó la batuta, es su pequeña sobrina que vive junto a ella.
Valentina, de solo 9 años de edad, señala firmemente que lleva dos novenas organizadas y que ella misma hace el pesebre e invita sus amigos y demás niños de la cuadra a participar de la actividad.
Por el momento, Deisy aseguró que seguirá manteniendo viva su herencia en la realización de las novenas junto a su sobrina, sin importarle que en los 80´s participaran hasta 200 niños, y en la actualidad, solo canten los gozos acompañadas de unos 20.
Todas estas personas hacen parte del tejido social del barrio Santamaría, que se ha construido junto a una nube de estigmatización que ha intentado apagar el brillo intenso de una zona comercial en constante crecimiento y de las obras de sus distintos líderes, que cada vez buscan el beneficio de los suyos, incluso en contextos que deberían ser siempre positivos, como este de la Navidad.