Desde hoy, con el comienzo de la novena de aguinaldos, Barranquilla tiene un poco de Belén, o Belén de Barranquilla. Marceliano Pión, un apasionado por los pesebres navideños, acomoda la ropa colgada y el sombrero vueltiao que se camuflan en su recreación del nacimiento de Jesús, mientras explica “el camello” de su obra costeña.
“No importa si es enero o febrero, yo me la paso comprando figuras curiosas para mi pesebre”, dice Pión, quien prefiere no sacar las cuentas de cuánto gasta en personajes de cerámica, fuentes de agua y mantenimiento de su pequeño nicho construido en la terraza del Edificio Buenavista, en la carrera 42A1 #84-200, en el norte de Barranquilla.
Este pesebre no se parece a ninguna ciudad palestina. Debajo de un palo de mango, dos viejitos leen un libro sentados en una banca. A la orilla de un lago, una negrita palenquera vende pescado junto a su esposo, y más adentro del pueblo, un burro carga café colombiano. También se ven habitantes que preparan un sancocho, y en otro hogar, cuenta Pión, “cocinan un arroz con pollo”.
Para construirlo, cuenta Pión, necesitó más de dos sacos de arena que constituyeran el suelo desértico así como contratar a un ayudante, puesto que “ya uno no está para esto”. El fondo del pequeño pueblo, que tiene unos 15 metros cuadrados, también es obra del docente, quien lo pintó hace dos años.
“Menos mal mi mujer me alcahuetea todo eso”, dice mientras suelta una carcajada. Se refiere a Margarita Trujillo, con quien lleva casado 35 años y quien comparte su afición, pero a escala miniatura. En la sala de su casa, Trujillo tiene once mini pesebres de colección, que luce en una pequeña mesa durante todo el año.
Sin estratos
Recrear el nacimiento del niño Jesús es una tradición de diferentes países de habla hispana. Aunque pareciera perderse con el tiempo, en La Arenosa no existen estratos para querer rescatarlos.
En el barrio Bajo Valle, los nietos de Betty Geraldino, de 63 años, acomodan las ovejitas caídas de un pequeño pesebre, el cual según la ama de casa “ilusiona a más de veinte niñitos de por aquí”.
Para este viernes, Geraldino y sus nueve nietos se alistan para la novena de aguinaldo del sector, a la que nunca le puede faltar merienda para los niños y villancicos navideños.
“Eso es indispensable. A todos los niños que vienen acá se les brinda algo y se les da un buen regalo”, cuenta William Jesús Cantillo, quien revive con su hermano Rafael Castillo, la herencia de hace 53 años de su madre.
El rebaño de los hermanos, construido en un hogar del barrio Pumarejo, ocupa toda la sala y comedor de la casa con sus 21 metros cuadrados y casi 3.000 figuras. Debajo de la enorme estructura de madera, cuenta Cantillo, “nos tocó guardar todos los muebles, adornos y demás objetos de la casa que no teníamos donde llevar”.
Este Belén moderno no solo cuenta con ovejas y Reyes Magos. También tiene un África salvaje, colmado de diferentes especies. Hay jirafas, tigres, venados, chimpancés y búfalos, que pululan cerca a los rebaños.
Mientras tanto, desde el barrio Boston, Marelbis Rodríguez también alista su pesebre particular. En él, cuenta la mujer de 50 años, quiso recrear toda un villa navideña, en donde la nieve y Papá Noel reinan.
“Es como un gran Polo Norte. Me inspiré mucho en los Alpes franceses, en Alemania y Suiza”, expresa Rodríguez.
En la enorme Villa, que "congela" la sala de su hogar, hay carruseles de niños, osos polares y un enorme puente cubierto de nieve por donde transitan los autos.“Soy una fanática navideña”, dice entre montañas nevadas.