Desprenderse de la tierra que ama y aún añora no fue nada fácil para Néstor Emiro Gómez Ramos. Sucedió el 14 de septiembre de 1990, hace 28 años, cuando por rogativa de su madre se vio obligado a dejar Barranquilla e instalarse en Nueva York. La razón de ese viaje, al que le dio muchas largas, tuvo una motivación sentimental, de apego filial por parte de doña Victoria Ramos, que desde 1972 cuando se radicó en la metrópolis, soñó reunir a toda la familia a su alrededor.
La migración de los Gómez-Ramos hacia la Gran Manzana comenzó en los 60 con el padre y el hermano mayor, siguió en los 70 con el resto; y concluyó con Néstor Emiro, su esposa Francisca Gutiérrez y los tres hijos: Natalia, Néstor Jr., y Juan Paulo.
Una de las cosas que más pesadumbre le produjo de ese desarraigo fue renunciar a la sonoridad musical de Barranquilla, donde desde la adolescencia comenzó a cultivar su espíritu de melómano empedernido y acucioso investigador musical; que hoy a los 72 años mantiene con el mismo fervor.
Sin embargo, esta congoja que en la parte musical le producía Barranquilla, la paliaba con la certeza de que llegaba a una ciudad también de mucho ritmo y melodía, en la que podría seguir desarrollando esta pasión.
“En cuanto me instalé en NY me di a la tarea de conseguir al trompetista Tony Pabón, por su importancia en la salsa. Fue el primer músico que entrevisté, el 31 de octubre de 1990”, rememora con exactitud.
A partir de entonces el Licenciado, como lo conocen en el medio musical barranquillero por su formación profesional en matemática y física en la Universidad del Atlántico; comenzó la conquista de Nueva York.
Primero en lo laboral, pues se vinculó a la Oficina de Educación de la ciudad como asistente en escuelas de educación especial, donde trabajó 16 años hasta alcanzar la pensión.
Con la supervivencia resuelta, Néstor Emiro le da rienda suelta a su entusiasmo por la música.
“Inicié el programa radial Estampas del Caribe Colombiano en una filial de RCN que dirigía Eduardo Aponte Rodríguez, célebre locutor colombiano. Era de lunes a viernes, de 5 a 6 de la tarde sobre música de Pacho Galán, Corraleros, Pedro Laza…”
En el programa permaneció un año, pero renunció cuando le cambiaron el formato a radio-revista. Después colaboró en la emblemática Radio Wado, en un espacio de 11 de la noche a 5 de la mañana, sábados y domingos. “No era musical, sino de temas generales con participación de la gente por teléfono”.
Uno de los acontecimientos que más recuerda y emociona a Néstor Emiro de su experiencia radial en Nueva York, fue su contribución a la identificación del destacado cantante de origen antillano, pero formado en Barranquilla, Luis Carlos Meyer. El artista padeció una isquemia que lo dejó casi sin habla y permanecía abandonado en un ancianato del Bronx.
A las enfermeras les hizo entender que fue un cantante famoso, pero no le creían. Sin embargo, una de ellas visitó al periodista bogotano Javier Castaño del diario La Prensa de NY, quien se interesó en el caso, mas no encontraba información sobre Meyer.
“Un barranquillero de apellido Rada le habló a Castaño de mí, y me visitó al apartamento. Le confirmé que en efecto era un gran figura, que había grabado con Rafael de Paz, y le mostré varios discos”. Con este episodio comenzó la historia del rescate del ‘Negro’ Meyer, como le decían, y que termina con su presentación en un homenaje en el teatro Amira De la Rosa el17 de julio de 1998, con Juan Piña cantando su música. Meyer regresó a NY donde falleció el 7 de noviembre de ese mismo año.
“Javier Castaño quedó como un hijo de Meyer, y este le cedió todos los derechos de su producción”.
El periodista publicó un libro y un video con la historia del artista, y en la fecha del nacimiento de este organiza una velada para recordarlo.
El episodio de Luis Carlos Meyer tuvo resonancia nacional por el renombre del artista, del que no se sabía nada hacía 45 años.
Néstor Emiro conserva algunos de sus elementos, como el corbatín que usaba en las presentaciones, algunas partituras y documentos sobre su vida.
“Estas cosas quiero donarlas a un museo o archivo histórico en Barranquilla. Castaño me las dio tras la muerte de Meyer, al invitarme a abrir sus maletas en el ancianato, y rescatar objetos de algún valor histórico y documentos importantes”.
EMBAJADOR MUSICAL EN N.Y.
Además de su labor en radio, Gómez Ramos se dio a la tarea en NY de rastrear y entrevistar a aquellos ídolos salseros que disfrutó en la legendaria Cien de Rafael Figueroa; y que ahora tenía casi a la mano en la ciudad de los rascacielos.
“Entrevisté a Adalberto Santiago, Eddy Zervigón, Joe Cuba, Mario Bauzá, Graciela, Johnny Colón, Orlando Marín, Junior Córdova y muchos más. También he recopilado grabaciones en vivo de conciertos en escenarios de salsa en el Madison Square Garden, Carnegie Hall, Lincoln Center, Central Park, Brooklyn, Battery Park y algunos clubes nocturnos”.
Toda esta labor de investigación musical la divulga en dos canales de YouTube, en Facebook, y en la revista virtual Herencia Latina.
Néstor Emiro también hace las veces de un espontáneo embajador musical colombiano en NY, al que muchos acuden para agilizar diligencias contractuales con intérpretes y orquestas. “Siempre estoy presto a colaborar buscando los contactos para facilitar las cosas. También para información, etc”.
TRABAJO SOBRE PEDRO LAZA
Hubo un momento en el que el Licenciado dedicó todo su esfuerzo a escudriñar sobre la música de las Antillas; y luego otra, en la que afirma aún se encuentra, en la que explora sobre los auténticos valores que identifican nuestras raíces musicales: el porro, la cumbia, el fandango, etc. En ese sentido les da las últimas puntadas a una investigación sobre la vida y obra de Pedro Laza y sus Pelayeros.
“Después de ver todo lo que he reunido durante 32 años de búsqueda, vi la necesidad de elaborar un texto que quede como memoria cultural. De no hacerse, el esfuerzo de los músicos protagonistas quedaría condenado al olvido”, afirma.
“Al maestro Pedro Laza Gutiérrez lo visité por primera vez en Cartagena el 3 de enero de 1986, invoco la fecha con exactitud porque la dirección de su casa me la dio ese gran ser humano que era Jesús Eladio Argüelles, mi amigo, locutor y periodista”.
UNA PASIÓN JUVENIL
Las raíces musicales de NEGR datan de su adolescencia, cuando a los 13 años el tío Israel Ramos lo pone al frente de su picó Romance en el Haway. “Era el picotero, y cada fin de semana actualizaba la discoteca comprando los últimos éxitos extranjeros y nacionales, especialmente música de la Costa. La sede era en Lucero, calle 51 con carrera 36, donde tenía también una tienda-cantina con un traganiquel de discos 78 RPM, que me encargaba de surtir”.
Eran los tiempos de fama y celebridad de la Sonora Matancera, Billo’s Caracas, y orquestas costeñas como Rufo Garrido, Pedro Laza, Clímaco Sarmiento, Pacho Galán, Lucho Bermudez, Nuncira Machado, entre otras.
“Así me empapé de títulos de canciones, nombres de cantantes y orquestas de moda; y desde luego a apreciar la música”, afirma.
LA CIEN EN SU AFECTO POR LA MÚSICA
Un capítulo aparte que también influyó mucho en el afecto y la perspectiva de sentir la música, lo representa para Néstor Emiro La Cien, el mítico estadero de salsa que Rafael Figueroa Lindo inició en 1959 en el barrio Rebolo.
De La Cien lo impactó escuchar una música que solo programaban allí, y la forma como la gente disfrutaba y bailaba con alborozo aquel repertorio de ritmos antillanos, antes de que surgiera la etiqueta de salsa.
“Visité ese sitio por primera vez el domingo 4 de diciembre de 1966. Fui con un hermano y varios amigos a celebrar el primer puesto que obtuve en 5º. de bachillerato como estudiante del José Eusebio Caro. Ahí empecé a conocer orquestas, grupos y cantantes que no se escuchaban en la radio: Ray Barreto, Pete Rodríguez (el pianista), Cortijo, el Gran Combo, Pacheco, Gil Suárez, Joe Quijano, Johnny el Bravo, y otros”.
A partir de entonces las visitas a la Cien y sitios similares se hicieron habituales para NEGR.
“Una de las primeras lecciones asimiladas en estas jornadas me enseñó que la música es capaz de proporcionar una mayor satisfacción cuando además de percibir su sonoridad, también nos despierta curiosidad por conocer sus orígenes y características”, sentencia.
Esas preferencias musicales las seguía alimentando escuchando programas radiales como Éxitos del momento, con Félix Chacuto; la Tómbola Musical, con Pedro Juan Meléndez; y la Hora de la Salsa, con Jesús Vargas Navarro.
ETAPA RADIAL EN B/QUILLA
El periplo musical en la vida de NEGR tuvo también un paso por la radio local. A finales de 1979 le propuso a Ley Martin, director del espacio dominical Las estrellas de la salsa, de la extinta Radio Universal; compartir con los oyentes parte del material que había logrado investigar sobre historia y datos de música afroantillana. “En esa época contaba con libros de antropología musical y una discoteca de salsa que alimentaba mi familia desde Nueva York. Además recibía revistas como Latin New York y Swing Latino, de Venezuela. Me atrajo ese programa por la novedad con que presentaba la música: detalles historiográficos, trayectoria de los protagonistas; más allá de mencionar solo nombres de temas y sus intérpretes. En eso estuve como un año”.
Luego le vino una propuesta de su amigo Alfredo Barraza Martínez para contar con espacio propio en La Voz de la Patria. “Se llamó Horizontes Latinos, pero el experimento solo duró tres meses”.
La incursión siguiente resultó en 1984, en Radio Sutatenza, a la sazón dirigida por Víctor González Solano, quien le cedió una hora todos los sábados para hacer el programa Estampas del Caribe. Allí permaneció un año.
También rememora una etapa al lado del inolvidable Jesús Eladio Argüelles quien lo llevó a que lo acompañara a su programa Reportajes espectaculares, por Emisora Atlántico. “Teníamos invitados en vivo en cabina, entrevistas grabadas o en directo por teléfono. Hablamos a Lucho Bermúdez (grabada), Nuncira Machado, Tony Zuñiga, Gregorio Mendoza, Charlie Pla, entre otros”.
Fue lo último que hizo en radio, porque surgió su viaje a Nueva York a fijar residencia.
A pesar de la distancia Néstor Emiro Gómez Ramos afirma que no olvida Barranquilla, todos los años retorna a celebrar Navidad y Carnaval, y a reencontrarse con nuestra sonoridad musical, con los sabores de la gastronomía; y con la amabilidad y alegría de la gente.
Sin embargo, es categórico y con cierta tristeza dice: “Lamentablemente no tengo planes de volver a establecer mi permanencia aquí, toda mi familia está en NY, incluyendo los nietos; pero mi trabajo de investigación musical seguirá”.