La Gaita es una de las tradiciones más arraigadas en el Caribe colombiano, y en esta hace presencia la herencia musical triétnica, sello de nuestra identidad cultural.
Cuentan que cuando los españoles llegaron al Caribe encontraron grupos que tocaban para sus fiestas y bailes flautas muy largas de cañas o cardón.
El origen de las gaitas se remonta a los usos rituales de las ocarina y caracolas, u otros instrumentos de viento de pueblos indígenas como los Ikas, Motilones o Cunas. También de la Sierra Nevada, principalmente los Koguis; o los Zenú que llamaban la gaita, chuana.
Desde los bundes coloniales hasta los Salones Burreros, pasando por los resonantes picós y verbenas; la música de Gaita es el epítome de la música vernácula del Caribe colombiano.
El protagonismo de esta sonoridad está muy ligado a la impronta de Los Gaiteros de San Jacinto, el más importante grupo de gaitas desde su creación en la década de los 50.
Los Gaiteros son el símbolo musical de los Montes de María, inicialmente en San Jacinto. San Onofre, Ovejas, El Carmen de Bolívar, Maríalabaja y Palenque. Empezaron luego a ser conocidos en el país en 1950, e internacionalmente en 1958, cuando Delia y Manuel Zapata Olivella promovieron sus primeras giras por el mundo.
Fue la primera agrupación folclórica colombiana en presentarse en México, Europa y Asia. Desde entonces no ha dejado de bailarse ni cantarse en los más importantes escenarios y festivales del mundo. Los miembros originales de la agrupación, un grupo de amigos campesinos, fueron: Rafael Campo Castro, Gabriel Torregrosa, Damián Berrío, John Fuentes, Alberto Posada y Wilson Fontalvo.
Hasta hoy cinco generaciones de grandes músicos, leyendas del folclor como Toño García, Toño Fernández, Joaquín Hernández, Carmelo Torres, y Juancho Fernández, Chuchita.
El formato inicial eran gaitas macho y hembra, con maracas; a los que se le suman los tambores de ligaduras y cuñas introducidas por músicos palenqueros y del norte de Bolívar, que llevaron a San Jacinto el Alegre, Llamador y Tambora, célula rítmica de la música de la Costa. Los gaiteros complementan con el pito atravesao y acordeón.
Solo hasta inicios de los 60 esta música pudo ser grabada, masificándose en emisoras y todo tipo de fiestas del Caribe.
Para el antropólogo Álvaro Bermejo la música de los gaiteros es el auténtico sabor terrígena que nos une a nuestras raíces, destacando que ha concitado procesos culturares que a pesar de ser negados por algunas elites, se mantienen vigentes entre nosotros.
Por su parte Álvaro Martes, antropólogo del Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico, afirma que en su origen es una música ritual que se fusiona y pasa a ser folclórica y urbana, pues trasciende a lo festivo, lo que explica su éxito en bailes populares. Además, contiene un sonido único, sincrético, que era instrumental hasta que Miguel Vázquez le pone letras sumando la influencia hispana, estrofas que alternan con estribillos típicos de la canción andaluza.
Se inspiran en el mundo rural costeño, en la naturaleza, el amor, letras llenas de humor y costeñidad.
La música de los gaiteros es también auténtica música de verbena e indiscutiblemente música de Carnaval.
Para Osman Torregrosa temas como: Morrocoyo, La india, Yo te adoro, Déjala llorar, Animalito de monte o La maestranza, son algunos de sus clásicos. Entre tanto, Donaldo García destaca que la música de los gaiteros llegó a todos los picós de la Costa debido a la alta fidelidad de los lp que graban para CBS.
Los Gaiteros generación tras generación patentan su vigencia, en 2007 logran un Grammy con una producción grabada por el Museo Smithsonian. Música que supera modas y salvaguardada en el acervo picotero.