A medida que va desarrollándose la programación del Carnaval de Barranquilla 2018, un vivo entusiasmo se apodera de los atlanticenses y la temperatura festiva va incrementándose día a día hasta llegar a su máximo paroxismo en los cuatro días más alegres de Colombia.
En épocas de Carnaval el mundo se trastorna: el rico se disfraza de mendigo y el pobre, como por arte de magia, se convierte en alguien poderoso y famoso. Muchos hombres se visten de mujer (unos a manera de burla y otros por “salirse del closet”); el cuerdo se enloquece y el lunático se ajuicia; el triste se vuelve alegre y el entusiasta se desborda aún más en euforia y diversión, etc.
Todo esto se basa en la premisa de que de vez en cuando es absolutamente sano y necesario el desconectarnos de la cruda realidad social que muchas veces nos mortifica. Es la mejor manera de conservar la cordura y el equilibrio mental en medio de la crisis permanente que vivimos dedicándonos durante 96 horas a ver lo bueno de lo malo que nos está pasando y a no mirar exclusivamente lo que nos hace falta, si no lo que poseemos.
CONTAGIOSA LOCURA COLECTIVA EN EL CARIBE COLOMBIANO
Desde que en el 2003 nuestro Carnaval fue declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural Oral e Intangible de la Humanidad, y como tal depositario de la memoria colectiva del pueblo barranquillero, todos los habitantes de La Arenosa se sienten orgullosos de lo que esta reconocida distinción significa. Son conscientes de los múltiples beneficios que estas fiestas traen para el bienestar sicológico y social de los propios y extraños que la gozan.
Precisamente el significado de “Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” está presente en culturas privilegiadas del mundo que fortalecen la identidad de sus habitantes trasmitiéndoles sus valores autóctonos de generación en generación, al conservar elementos patrimoniales materiales (monumentos, edificaciones, sitios históricos, etc.) como no materiales (costumbres, tradiciones, rituales, música folclórica, eventos) entre los que se encuentran estos festivos carnvales, herencia intangible de nuestros antepasados.
Es bueno aclarar que así como se considera Barranquilla como el epicentro de estas inigualables.
tenemos que reconocer las valiosas contribuciones que hacen todos los departamentos y municipios de la región Caribe en aras de preservar y fortalecer esta portentosa manifestación cultural:
1.
La Guajira tanto en su capital con el “carnaval de Río…hacha”, como en Maicao, Villanueva, El Molino, Uribia, entre otros municipios de la bella península.
2.
En Cesar es Valledupar la que impulsa esta maravillosa explosión de alegría mediante su Junta Permanente del Carnaval, la cual coordina la lectura “recochera” del bando, los desfiles y concursos de disfraces individuales, y grupos, tamboras, comparsas, las reinas infantiles, las de los barrios y corregimientos. La gran final se realiza el sábado de Carnaval en la plaza Alfonso López en la que se realiza un desfile de artistas, se corona a la reina del Carnaval y al Rey Momo 2018. Estas fiestas se extienden a municipios como Aguachica, y otros.
3.
En el Magdalena la máxima manifestación de color, disfraces y entusiasmo se siente intensamente en Santa Marta, con la coronación de la reina, del rey momo y de la reina de reinas, las fiestas en casetas, estaderos y hoteles, el súper-concierto y las celebraciones en Pescaíto, el terruño de El Pibe. También son famosos los carnavales de Ciénaga, de Tenerife, de El Banco, de Plato, Ariguaní, El Difícil, en donde se vive un sano desorden y mucho folclor.
4
. En Sucre merece especial mención las festividades de Sincelejo, Ovejas, y Corozal, en donde se celebran las Noches Corozaleras, la Batalla de Flores y un famoso Encuentro Folclórico. Paralelo a este festín de desarrollan los carnavales en Morroa y Los Palmitos, Sabanas de San Pedro y El Mamón. En Córdoba son muy fastuosas y coloridas las celebraciones realizadas especialmente en Sahagún.
5.
En Bolívar son innegables los maravillosos aportes que a nivel de folclore y danzas han hecho y siguen haciendo los municipios que limitan con el Atlántico y las riberas del Magdalena, tales como Maríalabaja, Mompox, Arroyohondo, Talaigua, Talaigua Nuevo, cuna de la cultura anfibia, entre otras poblaciones.
A este valioso aporte se hace un tributo en nuestras festividades con la celebración de la Noche de Río. La excepción de esto sería la capital bolivarense, cuya obvia prioridad es su fiesta novembrina, aunque es un hecho innegable que miles de cartageneros se vienen por estos días a celebrar nuestros carnavales.
No obstante sería injusto dejar de reconocer los aportes que al interior del Departamento del Atlántico también hacen absolutamente todos nuestros alegres municipios vecinos, inclusive algunos de ellos como Santa Lucía, Suán, Puerto Colombia, Santo Tomás, Baranoa, Manatí, Palmar de Varela, para hacerse presentes en estas gozosas fiestas. Sus disfraces siguen siendo los mismos de sus padres y sus abuelos, con sus alegorías a animales, mostrando con inteligentes mensajes su inconformidad ante situaciones que se presentan en su micro-espacio territorial.
LOS ENEMIGOS DEL BUEN CARNAVAL
Es por eso que el Varnaval hay que preservarlo pues se convierte en 96 horas de alegrar millares de vidas en el Caribe colombiano, desfogando las energías reprimidas durante tanto tiempo. Hay que preservarlo de enemigos que lo desprestigian pues esa simple palabra Carnaval, es un sortilegio mágico que actúa como un bálsamo que alivia de las dolencias físicas y mentales, de quienes lo viven y gozan. Entre esos peligrosos enemigos están:
1.
Las explosiones de violencia e intolerancia que se manifiestan en la gran cantidad de riñas y pendencias. Violencia delincuencial o entre vecinos de barrio.
2.
Violencia intrafamiliar, trato brutal con parejas, hijos, adultos mayores o animales.
3.
El excesivo consumo de licor y el uso de drogas como ingredientes de diversión que generan violencia.
4.
Los abusos en los precios de los productos alimenticios y bebidas. Asociado a esta especulación se encuentra el desaseo y falta de higiene en los puntos de ventas de los mismos.
5.
Los comportamientos grotescos e irrespetuosos (aerosoles, espumas, agua, etc.) en espectáculos.
6.
La irresponsable promiscuidad y el sexo no seguro.
El uso político del Carnaval. Ciertos candidatos políticos aprovechan la coincidencia de Carnaval y elecciones para, en medio de disfraces acercarse amigablemente a la gente, con la mejor de sus sonrisas como parte de su astuta estrategia de conquista de potenciales votantes. Algunos de ellos montan sus presentaciones bajo el modelo de show, con las tecnologías, decoraciones, sonidos y luces similares a las de un concierto, con la participación de las mejores agrupaciones musicales, reinas y comparsas.
La invasión contaminante de manifestaciones culturales, musicales e idiomáticas foráneas (producto de la globalización, de la modernidad y del mercantilismo turístico-comercial) que amenazan nuestras verdaderas raíces, costumbres y las genuinas tradiciones de nuestro terruño.
En síntesis, salvaguardemos esta “terapia mental intensiva” de cuatro días de locura y “¡Guepa Jé ¡” que es el Carnaval de Barranquilla y del Caribe Colombiano. De esta manera se garantiza que quedaremos protegidos inmunológicamente para a partir del Miércoles de Ceniza enfrentar con todas las fuerzas y energías los retos que la vida nos depara. Ese es nuestro invaluable aporte a la paz de Colombia.