¿Qué Pasa?

Conversamos con Jay Rodríguez, el barranquillero que toca con los grandes del jazz y la salsa

El artista se destaca en la ejecución del clarinete, flauta y saxofón.

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Pese a que el músico barranqui­llero Hernán Ramiro Rodrí­guez Sierra, de 50 años, partió de Barrranquilla a New Jersey (EE. UU.) cuando tenía solo 3 años, no se olvida de su terruño.

Apenas atendió nuestro llamado, contestó con un español pausado: “¿Qué más socio, cómo va todo por La Arenosa?”. Este según él, es un saludo que aprendió de su fallecido padre, el sabanalarguero Ángel Rodríguez.

Jay Rodríguez, como es conocido a nivel artístico dentro del circuito ja­zzístico y salsero estadounidense, agre­ga que pese a que partió de su natal barrio El Carmen a muy temprana edad, disfrutó varias vacaciones allí jugando bola e’ trapo, y por eso le es imposible olvidar sus orígenes.

Este es Jay Rodríguez:

Sus virtudes musicales en instru­mentos de vientos como la flauta, el saxofón y clarinete, lo han llevado a tocar con estrellas rutilantes del ja­zz como Paquito D’ Rivera, Stanley Turrentine, Dizzy Gillespie y salse­ros de la talla de Ray Barretto, Celia Cruz y Tito Puente, solo por mencio­nar algunos.

La relevancia de esta artista ha trascendido al plano cinematográfi­co, en el que ha realizado la banda so­nora para películas y documentales como El rostro cambiante de Harlem, Caras del cambio, Slavery in África, entre otras. En diálogo con AL DÍA, Jay Rodríguez habló de su amor por Barranquilla, de su crecimiento ar­tístico y también compartió sus ex­periencias al lado de los grandes con que ha trabajado produciendo jazz y salsa.

P.

¿Qué recuerdos guarda de su niñez en Barranquilla?

R

. Recuerdo a mi abuela Pabla bañándome en una batea. Esto es lo primero que se me viene a la mente cuando pienso en Barranquilla. También pasaba vacaciones por allá cerca a la cancha del Carmen, donde hice muchos amigos jugando fútbol, y recuerdo mucho además las arepas e’ huevo.

P.

¿A qué se dedicaba su familia en Barranquilla?

R. Mi papá Ángel Rodríguez Ortega trabajaba para Óptica Garavio, una compañía especializada en la elaboración de lentes y monturas, a él la sociedad Norteaméricana de Optometría le ofreció un mejor empleo en New Jersey, y en 1970 nos trasladamos junto a mi madre, Gladys Sierra, que actualmente tiene 87 años. Luego la familia se fue completando hasta llegar a cinco hermanos: Ángel David, Rodolfo, Marina González, Rocío Carmona y Peggy Rodríguez. Yo soy el segundo de mis hermanos y el único que se inclinó por la música. Siempre he vivido en New Jersey, donde he ido descubriendo mis dotes como instrumentista.

P.

¿Cómo nace su orientación hacia el arte musical?

R.

Todo surgió a raíz de un regalo que me hizo mi madre cuando tenía 7 años. Recibí un clarinete de metal al que le empecé a sacar notas, y digamos que así inicia mi romance con la música. En las escuelas estadounidenses es fuerte la educación en la parte musical, así que aproveché esa oportunidad y me fui puliendo. A los 10 años, de la mano de Jesús García, un amigo de la familia que era maestro de música, me sugirió que me fortaleciera con los instrumentos de metales, acepté su propuesta y así llegué a las manos del reconocido jazzista Paquito D’ Rivera que me llevó al éxito.

P.

¿Qué lo influyó para dedicarse a la salsa?

R.

Mis pinitos fueron con un grupo de jóvenes en el que sobresalía el bajista y percusionista Pucho Matos, que trabajaba con el trompetista salsero Luis ‘Perico’ Ortiz. Pucho comenzó a ver mi disciplina y talento con los instrumentos de viento y me recomendó a varias orquestas afroantillanas en New York. Allá a finales de los 70 e inicio de los 80 era inevitable contagiarse de salsa y jazz, por lo que decidí fortalecerme en la ejecución de estos géneros, al punto de lograr consolidarme como un gran solista. Inicié con el maestro Primitivo Santos, luego con Vicente Pacheco, Tito Puente, Celia Cruz y también con la agrupación merenguera Los Vecinos cuando tenían a Milly y Jocelyn. Todos eran grandes músicos con un profesionalismo impresionante que motivaba. Tito Puente por ejemplo reclamaba mucho que había que hacer bailar a todos, lo repetía antes de las presentaciones ‘aquí deben bailar hasta los meseros’, era una orden, con él aprendí mucho de arreglos y armonía.

P.

¿Cómo se define en su condición de músico?

R.

Soy como Paquito D’ Rivera, muy versátil, capaz de encimarles melodías nuevas al jazz y la salsa. Soy un hibrido entre los jóvenes y las generaciones antiguas.

P.

¿Qué recuerdo musical de su infancia guarda de Barranquilla?

R

. Las canciones de Joe Arroyo, como Rebelión y En Barranquilla me quedo, eso es algo que mi memoria musical siempre ha mantenido guardado. Su música es referente para cualquiera.

P.

¿Cuándo fue la última vez que visitó Barranquilla?

R

. En 2003, esa vez toqué en la Biblioteca Piloto del Caribe, también participé en el concierto que hubo para la celebración de los 30 años de la emisora de la Universidad del Norte, ese día fue muy bonito porque sentí una fuerte conexión con mis raíces musicales, por eso no lo olvido.

P.

¿Cómo le pareció la ciudad esa última vez que vino?

R.

Me encanta la ciudad, el calor humano que ofrecen siempre las personas es algo único, el clima también, por acá a veces hace mucho frío y es cuando más se extraña estar en Barranquilla. Ha crecido mucho en materia de construcción y eso habla bien de la ciudad, quiero viajar seguidamente allá porque tengo en mente un proyecto consistente en producir un álbum en el que acompañaré a las grandes cantadoras del Caribe con mis instrumento, esto es algo que he ido madurando y pronto espero estar por allá, porque también quiero ser profeta en mi tierra, no estoy conforme con haber conquistado otras naciones y continentes, me seduce mucho la idea de hacer música en curramba.

P.

¿Sigue desde la distancia el desarrollo musical de la ciudad y del país a nivel musical?

R.

Claro que sí, me gusta mucho lo que hacen bandas alternativas como Sistema Solar, Bomba Estéreo, también me encanta Mojarra Eléctrica, creo que son jóvenes atrevidos que han sabido tomar nuestras raíces costeñas y las han proyectado en otros géneros. Barranquilla a nivel musical lo tiene casi todo, solo le falta una gran sinfónica o una verdadera Big Band que nos represente a nivel mundial.

P.

¿Cómo se produce su llegada a la orquesta de Ray Barretto para grabar en 1993 el álbum Ancestral Messages?

R

. Conocí a Barretto a través de Paquito D’ Rivera, él me hizo la conexión para trabajar en su orquesta. Inicialmente me invitaron a los ensayos en 1992, luego nos presentamos en muchos conciertos en Estados Unidos, hasta que llegó la grabación del álbum Ancestral Messages (1993). Fue el único trabajo que grabé a su lado, logrando interpretar el saxo alto y flauta. No seguí en su agrupación porque me dediqué de lleno a construir mi carrera como solista y ya no me quedaba mucho tiempo para acompañarlo en sus presentaciones, algo que Ray no permitía, porque él era un hombre que exigía a sus músicos disciplina y perfección y para rendirle, debías ensayar tiempo completo.

P.

¿Cómo define a Ray Barretto?

R.

Era un genio, un jazzista que tocaba conga callejera. Como persona puedo compararlo con un niño, era demasiado bromista y sabía relacionarse con el resto de la gente. Se caracterizó por exigirnos, en los ensayos y conciertos nadie podía beber y mucho menos fumar, porque sufría de asma y eso lo afectaba mucho, solo con mirarnos sabíamos lo que había que hacer. Creaba una conexión única con el resto, que no he visto en nadie más.

P.

¿Quiénes fueron sus máximos referentes musicales?

R.

Paquito D’ Guzmán, por acercarme al éxito; Ray Barretto, de quien aprendí a hacer música de primer nivel y Chucho Valdés con quien también hice un álbum Live in Italy (2007).

P.

¿Cuéntenos su trayectoria musical con otros grandes de la salsa?

R

. Me gustó mucho el acompañamiento musical que le hice a finales de los 80 a Tito Puentes y Celia cruz, ellos eran muy grandes amigos y tuve la dicha de compartir escenario con ellos. Tito en el timbal y Celia con su potente voz. Una vez se acercaron y me felicitaron por mi aporte con la flauta, Celia me dijo que debía tener unos pulmones del tamaño de una montaña porque la oía más que su propia voz (risas…).

P

. ¿En qué proyecto anda en estos momentos?

R.

Voy para Australia a un concierto, luego llegaré a Nueva Zelanda, donde además de presentarme, dictaré unos talleres para capacitar a jóvenes universitarios en el manejo de instrumentos de vientos. También sigo acompañando a Chucho Valdés, hace tres meses lo acompañé a una mini gira en Estados Unidos.