¿Qué Pasa?

Alfredo Molina, el guardián de la auténtica cumbia

A los 80 años este flautista de Chorrera (Atlántico), conserva la esencia folclórica

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En Chorrera, corregimiento situado a 5 kilómetros de la vía principal de Juan de Acosta (Atlántico), sus habitantes alardean de tres cosas fundamentales: la riqueza hídrica que poseen, representada en los múltiples chorros de agua cristalina que bajan de las montañas; de las mochilas que tejen sus artesanos con hilo de coral y cordones de seda, que exportan a Estados Unidos y Europa; y de manera especial de la cumbia, nuestra música autóctona de la que se consideran sus últimos y eternos guardianes.

Históricamente los campesinos de Chorrera han cultivado el millo, cereal del que aprovechan la caña para fabricar flautas artesanales y sacarles notas que han hecho historia en nuestro folclor en temas como: El Gallo Giro, La millera, Vuelve y engancha, Los indios, entre otros, creados por la Cumbia de Chorrera.

Columna vertebral de esta agrupación es el flautista Alfredo Enrique Molina Molinares, quien no goza de la misma popularidad mediática de Pedro ‘Ramayá’ Beltrán, pero también es dueño de una calidad musical y creatividad comparables a las del bolivarense radicado en Malambo.

A los 80 años, pese a su bajo tono de voz, andar lento y encorvado, Alfredo Enrique Molina se transforma apenas acerca a sus labios cuarteados una flauta de millo. “A mí me gusta hablar es con música, me siento un poco cansado por mi edad, pero aún soy capaz de alcanzar las notas más altas. Eso nunca me ha quedado grande, todavía tengo buenos pulmones”, dice con pleno convencimiento este músico folclorico de cabeza cana.

Dice que su romance con la flauta comenzó cuando tenía 10 años, mientras ayudaba en los cultivos de millo a su padre Andrés Molina Rolong (QEPD). Allí Alfredo cortaba los troncos de la caña y se empeñaba en sacarles sonidos. “De manera inconsciente fui educando mis pulmones y oídos, al punto que hoy alcanzo registros muy altos que difícilmente otros flauteros pueden conseguir”, explica el músico, toda una celebridad en Chorrera.

Al maestro Alfredo le fue suficiente cursar cuarto de primaria para escribir e interpretar de manera magistral la música de sus ancestros, que inicialmente paseó de parcela en parcela hasta radicarse en Usiacurí, donde se casó con Modesta Márquez Saltarín, con la que tuvo tres hijos (Ligia, José Alfredo y Viviana).

Tras la muerte de su esposa regresó a Chorrera en 1969, donde se dedicó de lleno a la música. Estuvo bajo la batuta de José Ávila Charris (QEPD), flautista fundador de la Cumbia de Chorrera, quien pulió su talento, recuerda.

Defensor de sus raíces

Desde entonces Alfredo ha dedicado su vida a preservar la cultura ancestral de su pueblo a través de este instrumento musical. Su fama ha trascendido como ganador de cuatro ediciones del Festival Nacional del Pito Atravesao (Festipito) en Morroa (Sucre), con su grupo Cumbia Original de Chorrera. “Desde 2002 estamos participando en Morroa. En el debut obtuvimos el primer puesto en la categoría Tradición. En 2015 también fuimos primeros, y en los dos últimos años he tenido el privilegio de ser el Mejor Pitero o flautista en la categoría Tradicional, algo que me llena de orgullo”, explica emocionado el octogenario artista. Sobre el legado que recibió de José Ávila Charris, fallecido el 4 de junio de 1998, Molina sostiene que fue una etapa muy productiva en la que grabaron seis LP, entre estos Cumbia de Chorrera. De esta producción se destacan los temas: La cumbia del Caribe, Cumbia suavecita, Las velas, Porro cumbia y La chorrita, esta última de su autoría.

Fuimos la primera cumbiamba que grabó en acetato. Con el difunto José Ávila aprendí a entrelazar las notas de la flauta con la percusión. Me decía que era un músico prodigioso, algo que era un gran elogio, porque yo simplemente me dedicaba a tocar la caña de millo, que es sembrada para esta época y cortada entre diciembre y enero, esos eran los meses más alegres para mí, porque aprovechaba y hacía mis flautas. Mientras los niños en Navidad y la fiesta de Reyes Magos les daban regalos, yo estrenaba flautas”, rememora.

Músico empírico, Alfredo Molina aprendió a tocar a la perfección el estilo chorrerano de la cumbia, que se caracteriza por tener sus notas en tono mayor, más movido, una percusión muy marcada, y ser uno de los más conservadores.

La importancia del maestro Alfredo y la Cumbia de Chorrera es que no se contaminaron con ciertas influencias que tuvo el folclor de las orquestas tropicales, conjuntos vallenatos y conjuntos de guaracha; él mantiene una nota auténtica de la cumbia”, explicó a

AL DÍA

el flautista usiacureño Nayib Feres, ganador en cinco ocasiones del Festipito.

Otra de los talentos que desarrolló Alfredo Molina es el de la composición. De su mente han salido canciones que a nivel de festivales de cumbia son de las más interpretadas por los nuevos grupos, tales como: El ancianito, Cumbia sin rival y La chorrita. “Cumbia sin rival es mi favorita, le tengo un gran cariño porque con ella me he ganado tres festivales en Morroa”, dice Alfredo, mientras se le comienzan a iluminar los ojos como si volviera a ver a su amada Modesta.

PILAR DE LA CUMBIA

En la flauta de millo hay cuatro pilares fundamentales: Pedro Ramayá, que tiene gran relevancia a nivel regional por sus notas modernas; en el sur del Magdalena y Bolívar; Aurelio Fernández, que conserva el estilo ribereño; Marcelino Bertel, que sobresale en el estilo sabanero; y el cuarto pilar es Alfredo Molina, quien preserva la nota auténtica. “Es un músico que nació oyendo la cumbia que hacían sus ancestros y jamás ha renunciado a ese estilo, por eso cobra gran importancia en esta época llena de estilos modernos para hacer música folclórica”, dijo el también flautista Joaquín Pérez.

INCENTIVANDO EL SEMILLERO

En Chorrera, Alfredo junto a su cuñado Anselmo Molina, quien lo acompaña con el llamador, están formando a 16 niños para que aprendan a tocar los instrumentos que le dan vida a la cumbia. “No somos eternos, en cualquier momento nos vamos y qué mejor legado que dejarle a mi tierra mis mejores notas musicales encarnadas por este semillero, queremos que esto se extienda a nuevas generaciones”, concluyó Alfredo Molina.

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