El baile le ha dado sus mayores alegrías y con él ha escrito páginas gloriosas de la historia cultural de la ciudad. Ahora prepara un libro para registrar su legado.
“Ya quisiera tener esa velocidad para subir las escaleras como ustedes”, es lo primero que dice Gloria María Peña Castro al recibir a AL DÍA en su academia.
La frase la esboza para romper el hielo, porque luego hace gala de su destreza. Se apoya en las barras del salón de ballet clásico y estira tanto sus piernas y brazos como lo hacía a los 15 años.
Se quita los tacones y a pies descalzos baila el icónico chandé que lleva su nombre (Gloria Peña), grabado en 1983 por Adolfo Echeverría para exaltar su labor.
También saca un abanico de colores y se hace un moño en la cabeza para lograr una puesta en escena más estilizada.
“Esta es mi vida, a esto me he dedicado los últimos 60 años, el baile me ha dado las alegrías más grandes y luego de soportar esta pandemia me siento dichosa de volver a reactivar mi academia de danza Gacho y Gloria Peña, con la que rindo honor a mi hermana Graciela, que me inició en este arte”.
Gloria Peña se declara amante de la cumbia, el merengue de Eddy Herrera, la música de Joe Arroyo y la opera del ruso Chaikovski. “La música ha hecho más llevadera mi vida, por eso al son que me toquen bailo”, dice sonriente.
Es consciente que por la situación pandémica no puede celebrar a lo grande sus seis décadas de trayectoria, pero desde ya prepara un programa junto a varias escuelas para hacerlo el año entrante. También escribe las últimas páginas de su libro biográfico La vida de Gloria Peña que lanzará en 2022.
“Hace 70 años se creó la academia y yo llevo al frente de ella 60, eso es lo que celebro. Esta academia la creó mi hermana Gacho en 1951, en el club de tenis del Viejo Prado, yo me uní a su misión 10 años después y tras aprenderle todo decidí darle continuidad al legado familiar”.
Le encanta que la llamen por su nombre, es enemiga de que la tilden de “maestra”, porque “eso la cohíbe un poco”. Además confiesa que sus conocimientos son empíricos y que esa autoexploración la llevó a ser toda una Gloria de la danza colombiana.
Paradójicamente de niña no le gustaba el baile, prefería pasar horas jugando con sus amigas, pero al bordear los 20 años hizo de la danza su estilo de vida. “La guía de mi hermana fue importante, ella fue la que me llevó a realizar muchos hitos. El primero fue representar a Colombia en el Primer Concurso Mundial de Ballet Clásico que tuvo sede en Río de Janeiro”.
Luego siguió potencializando su talento. Al terminar el bachillerato descartó estudiar Derecho o periodismo, y decidió hacer de la danza su carrera.
La madre de Milton y Jorge Alberto Coral Peña, a quienes crió junto a su esposo Milton (fallecido hace dos años), comenzó a ganar renombre al ser coreógrafa de los clubes sociales de la ciudad y al montar los shows de coronación de soberanas del Carnaval como Silvana González, Mireya Caballero, María Cecilia Donado, Laura Char, María Gabriela Diago y Angie De la Cruz.
El momento cumbre de su carrera llegó el 7 de noviembre de 2003, cuando llevó a 51 hacedores del Carnaval de Barranquilla a la sede de la Unesco en París para ratificar a la fiesta como Patrimonio Oral e Inmaterial de la humanidad. “Me llevé a los verdaderos hacedores, esos que bailan en la Vía 40, no llevé muchachos de escuelas, ni bailarines profesionales, es al bailador de calle al que se le debe ese logro”.
Otra de sus hazañas ocurrió en Senegal. La fecha no la logra precisar, a veces la memoria la traiciona. Cuenta que viajó a ese país africano para lograr que Colombia fuera sede de la Convención Mundial de Turismo. “Eso lo logramos con una muestra carnavalera, le ganamos al Ballet de Praga y al de Malasia, algo fuera de serie”.
Una segunda madre para sus alumnas Silvana González, reina del Carnaval de Barranquilla en 1981, recuerda que desde los 4 años tomó clases en su academia.
La define como una mujer de “armas tomar”.
“Para mi show de coronación le apostó a que fuera el primero en integrar todos los ritmos colombianos. Muchos decían que sería un evento muy frío, incluso hubo un periodista que hizo campaña para que nadie fuera al Coliseo Cubierto a verlo, pero pasó todo lo contrario, se llenó de punta a punta. En ese mismo año me preparó para ir al Reinado Nacional del Bambuco y fui la ganadora, le debo mucho, sus regaños me llevaron al éxito, se convirtió en mi segunda madre”.
Juanita Cárdenas Meza, profesora de folclor y quien la ha acompañado en sus salidas por 12 países, la define como una mujer exigente. “Es una de las coreógrafas consagradas a nivel nacional y aun así se muestra como un ser sencillo. Me enseñó mucho del manejo escenográfico, de las luces, la coreografía y también me formó como persona. Ha sido mi madre en la danza”.
Un momento inolvidable para Juanita ocurrió en París, durante la declaratoria de la Unesco al Carnaval de Barranquilla. “Nunca habíamos visto un teatro tan grande, nos pusimos nerviosos y ella nos dio un chocolate para activarnos. Luego se paró a un extremo de la tarima para motivarnos y hasta nos empujaba para que diéramos la talla”.
Gretta Parejo, una de las primeras bailarinas de su ballet también la describe como disciplinada y segura de su talento. “Gloria me enseñó a ser disciplinada y creativa. Ella es una institución en la danza, a su lado he aprendido todo lo que hoy me hace vibrar, bailar, enseñar y crear. He conquistado con ella muchos aplausos en grandes escenarios, esa es nuestra mayor satisfacción”.
“La canción de Adolfo me convirtió en leyenda”
El fallecido cantautor Adolfo Echeverría creó la canción Gloria Peña como un tributo a la profesora de su hija, María José, que a los 5 años ya tomaba clases de ballet.
“Yo iba a cumplir años y tenía un coctel por el aniversario de la academia. La niña le pidió que me hiciera una canción que quedó para la historia, a mí me gusta mucho esa estrofa que dice: Allá viene la mujer que sí enseña en Barranquilla/ Gloria Peña sabe mucho de danza y coreografía/ con un moño en la cabeza que se adorna con las flores...”.
Dice que este chandé “la convirtió en leyenda”. “Todos piensan que hubo un romance, pero no es así, fue un romance de familias, él me admiraba mucho y su señora también, por eso me dedicaron la canción. Esa es la única historia, desmiento cualquier otra versión”.
Al indagar acerca de lo que le falta por lograr, es contundente en decir que todo lo ha cristalizado. “Ya mi vida artística es un legado, cuando parta los barranquilleros seguirán sabiendo quien fue Gloria Peña. Me falta solo seguir enseñando y velando porque los jóvenes respeten nuestras raíces folclóricas”.
Una preocupación que esboza a los cuatro vientos sobre el Carnaval de Barranquilla está ligada a la inclusión de muchos ritmos extranjeros. “Los estamos adoptando para los desfiles y eso afecta nuestra esencia. También me inquieta la forma como nos vamos a cuidar para el Carnaval 2022, el cual es clave para el futuro de nuestra fiesta. Nueva York acaba de abrir Broadway, ojalá acá se pueda bailar por la Vía 40 con todas las medidas de seguridad”.