Las calles y los niños son amigos inseparables pues la mayoría de sus juegos se desarrollan allí. Pero ¿qué sucede cuando este apego llega hasta el más allá? Según algunas leyendas, son varios los infantes que tras haber fallecido siguen penando en aquellos lugares donde solían realizar sus pilatunas. Esto puede sonar espeluznante, sin embargo vecinos de tres barrios populares de Barranquilla afirman que se han convertido en testigos directos de estas apariciones.
AL DÍA conoció de cerca tres leyendas que rezan en algunas calles barranquilleras donde algunos espantos se han hecho populares. Estos espíritus en pena o demonios como son llamados por muchos, son descritos a continuación por personas que los han visto merodear en las noches, haciendo así que la oscuridad tome un tinte terrorífico.
EL NIÑO SIN OJOS
Esta leyenda que tiene como epicentro el barrio
La Magdalena,
en el suroriente de Barranquilla, es contada por uno de sus moradores, Edgardo Manotas.
Marta Beleño, quien hace 30 años reside en este barrio cuenta que ese niño siempre aparece por estas calles.
“Dicen que si no le entregas la moneda te aparece en la siguiente cuadra, por eso muchas personas a veces tocan la puertas de los vecinos en la noche con desespero, ya que se dan cuenta que ese niño anda sin ojos.”Según la leyenda conocida por este medio, se trata de un niño que en los años 60 cuando iba para el colegio se quedó sin dinero para el pasaje y pidió chance en un carro negro, sin saber que el conductor era un traficante de órganos que terminó sacándoles las corneas y posteriormente lanzó sus cuerpo al Caño de la Ahuyama.
EL INFANTE QUE SE CRECE
Otro espanto popular es el que aparece en los callejones que de la calle 30 conectan al barrio
Simón Bolívar.
Wilson Bustillo, entrega uno de los testimonios más impactantes al respecto. “Estaba desempleado y un amigo me ofreció trabajar como celador en las cuadra del barrio El Limón, me tocaba estar en vela toda la noche, todo iba tranquilo hasta que un día escuché un llanto de un niño. Miré por la cuadra y me di de cuenta de que se trataba de un niño negrito con calzoncillo rojo, lo cargué para llevárselo a mi amigo de turno, pero de pronto se empezó a transformar, hasta convertirse en una cabeza grande de un viejo con colmillo y patas de gallina, lo que me causó mucho susto”.
Andrés Araujo, investigador del grupo Costa Paranormal, dice que conoció el caso de Bustillo cuando días después entró en una crisis nerviosa por esa aparición.
‘LAS NEGRITAS’ DEL BARRIO ABAJO
Wilfredo Betancourt, quien labora como celador hace 20 años, también habla de la aparición de un grupo de niñas afrodescendientes que juegan a la ronda en el
Barrio Abajo
en horas nocturnas. “Cierta noche escuché varias palmadas y risas, algo que me alertó, porque eran como las 2 de la madrugada, una hora inusual para que los niños estuvieran jugando. Luego vi en una esquina a unas niñas negritas con vestido blanco que se reían con mucha fuerza y luego desaparecieron”, indicó Betancourt.