Dentro de la religiosidad y fer vor católico de la vieja Barranquilla nacieron muchos casos insólitos y tétricos que se daban bajo los rituales y festejos de los fieles, que después eran comentados con temor e incertidumbre en las iglesias y en los lugares de ventas de santos.
Una de estas historias que escalofría todos los sentidos es la de Omara Roquelina, el espíritu de una niña que pena por una muerte relacionada con una trágica boda y una sangrienta primera comunión. Todo surge en 1943, en lugar conocido en la ciudad como la Zona Negra, allí vivía Relfa Villate, una joven hermosa y muy humilde, que era visitada por Fidel Monterrosa, un muchacho pudiente que por medio de regalos a la inocente muchacha de escasos recursos la enamoró y le quitó la virginidad con la falsa promesa de casarse con ella el 23 de noviembre.
Cuentan que la joven entusiasmada con su matrimonio, de la mano de su madre, una vendedora de fritos, hicieron los preparativos con el cura y una extraña gitana muy amiga de Relfa llamada Carminia, la cual le prestó su vestido de matrimonio que era una reliquia familiar que había heredado de su bisabuela.
Llegó el 23 de noviembre y Relfa esperaba con su vestido de novia en la iglesia San Roque a Fidel, pero este jamás se presentó. Parroquia que los padres de Fidel habían mandado a decir que esa boda era una broma y que su hijo nunca se casaría con la hija de una fritanguera.
Relfa al escuchar esto se marchó en medio de lágrimas a su casa y cuando entró a su cuarto partió un espejo, acabando con su vida tras cortarse el cuello.
UNA CRUEL MALDICIÓN
Carminia, la gitana amiga de Relfa, llegó hasta la casa de Fidel y les tiró el vestido de la novia empapado de sangr, lanzándoles la siguiente maldición como un oscuro presagio a esa familia: “Ustedes amantes del dinero la mataron, pero por el espíritu de mi bisabuela y la última mujer que usó este vestido, les digo que nadie de su descendencia entrará a una iglesia de blanco porque el día que lo haga morirá. En el espejo verán su muerte”.
“Todos los vecinos de ese tiempo vimos esto y pasó porque ninguna de las Monterrosa se casó: una se murió, otra enloqueció, las demás quedaron solteras. Esa casa andaba con los espejos tapados con sábanas, tenían miedo. Al final la maldición la recibió la niña Omara”. Cuenta Toribio De la Hoz, un anciano vecino de la familia de Fidel que presenció los hechos.
En la familia Monterrosa había una niña que no comprendía por qué su familia tenía que tapar los espejos, ni tampoco por qué no entraban a la iglesia. Su nombre era Omara Roquelina, quien se la pasaba llorando porque quería hacer su primera comunión.
Relatan que su padre, Pedro Ramírez, peleó con su esposa, Milla Monterrosa, diciéndole que Omara haría su primera comunión en octubre. En víspera de Halloween Omara recibió la comunión, pero cuando iba saliendo de la iglesia San Roque alguien le dio un espejo a la niña y al verse en el reflejo, se desplomó en los escalones de la parroquia, quedando muerta.