El hombre y una foto de su matrimonio y del día que fue condenado
El hombre y una foto de su matrimonio y del día que fue condenadoArchivo
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La historia del hombre que robó un banco para evitar a su esposa y le dieron casa por cárcel

No se ría, que los hechos son serios. El hombre tuvo que cumplir con 50 horas de servicio comunitario y una pena de tres años de libertad condicional.

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Unir dos vidas bajo el sagrado sacramento del matrimonio es la constitución máxima del amor como un deseo máximo del corazón. Sin embargo, el oleaje del tiempo se bate con tintes de sana rutina sobre los amores y estos, a veces, suelen ceder ante el paso de los años, que puede chocar con estruendo en ciertas relaciones para las cuales la sustancia mágica de la química se evapora. 

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Así comienza la historia de Lawrence John Ripple, un hombre como usted o como yo que, agotado de las manifestaciones fervientes de agotamiento en el interior de su relación, prefería cualquier cosa antes que pasar un minuto más al lado de su esposa.

Pisar la luna, la muerte misma o una estadía en la cárcel eran elecciones contempladas por el hombre, que al final, tomó la que se sería una decisión que, tiempo después, le daría la vuelta al mundo

Corría el año 2016, en un septiembre como este. Mientras el estruendoso 'desde septiembre se siente que viene diciembre' se esparcía entre las emisoras de Olímpica Estéreo en Colombia, un hombre en Estados Unidos decidió acabar de una buena vez con las discusiones con su esposa, y de paso, cambiar su vida para siempre.

Entonces tomó un bolígrafo, un papel y escribió: "Tengo una pistola, deme el dinero. Voy a asaltar a un banco".

Incrédula, la esposa se limitó a 'guardarse sus comentarios', mientras que el hombre, con papel en mano, salió por la puerta principal de la vivienda y procedió a encender el auto.

Avanzó por un par de calles cuando el mediodía ponía imperante al sol entre los acalorados ciudadanos de Kansas City. Fue un trayecto de pocos minutos el requerido para llegar a su destino.

El asalto

La reseña policial indica que el hombre detuvo su marcha en la sucursal del Bank of Labor en el 756 de la avenida Minnesota, a tan solo una manzana de la estación de policía más cercana. Sin emitir palabra, el sujeto ingresa al establecimiento, desenfunda el arma de fuego y entrega el pequeño documento sobre el que minutos antes había escrito. 

El trabajador de la caja principal, sin intenciones de poner en riesgo su vida ante lo que parecía un asalto 'con todas las de la ley', extrajo un monto de 2,924 dólares y los dispuso en una bolsa que posteriormente fue recogida por el hombre. 

Lo insólito vino después: en vez de huir, el sujeto se quedó de pie, como vacilante, ante la mirada desconcertada de las víctimas del hurto, quienes esperaban una salida 'a sangre y plomo', como es habitual verlo en películas hollywoodenses. 

El peso de los años no se descargó sobre sus hombros o rodillas. Tampoco un arrepentimiento ante la previa amenaza a la vida de un desconocido le había provocado remordimiento. Entonces, ¿qué podía pasar en su interior?, era la pregunta que rondaba por las cabezas de las personas que, atónitas, observaban el extraño comportamiento del asaltante. 

Inexpugnable, tras haber obtenido éxito, el hombre procedió a sentarse y luego esperó y esperó hasta que por la puerta cruzara un oficial de Policía. Cuando eso sucedió, el hombre solo se limitó a levantarse, entregar el dinero y decir 'soy el hombre que busca'. 

La confesión

También desconcertado y sin entender bien qué sucedía, el uniformado tomó en sus manos el arma de fuego del buen Lawrence, devolvió el dinero al sujeto que minutos antes lo había sustraído de la caja y entonces el asaltante fue conducido, esposado, al Departamento de Policía de Kansas.

El caso ganó notoriedad por el cubrimiento de los medios de comunicación ante la tan insólita noticia. Tanto, que agentes del FBI se desplazaron de Quantico con dirección a la ciudad de los Royals para interrogar al sujeto y descubrir lo que había detrás del crimen. 

"Prefiero estar detenido a seguir viviendo con mi esposa", relató. 

Previo a esa entrevista, se creía que el hombre tenía problemas de salud mental y por eso su intención de cometer el crimen, el cual ni siquiera fue premeditado. Solo tomó el arma, prendió el carro y llegó al banco. 

Pero no. No había problemas de salud mental. Solo un profundo deseo de separación y distanciamiento de la mujer que antes lo había hecho feliz y que, entonces, llegó a no soportar. 

Posteriormente, en las audiencias del crimen, Ripple le dijo al juez que una cirugía cardíaca lo dejó deprimido y diferente. No volvió a ser el mismo antes de robar el banco. No tenía antecedentes penales, era un buen padre de cuatro hijastros y mantenía una relación estable con su esposa.

La condena

Acostumbrado a tratar con criminales sin escrúpulos, el juez del caso encontró en Lawrence un hombre culpable de un crimen, pero -vaya la vaina- sin intenciones siquiera de reincidir en una conducta criminal. 

Aún así, el juez prefirió evitar su deseo de enviarlo a prisión y darle una lección, tal vez, más ejemplar: mandarlo a pagar casa por cárcel al lado de la mujer de sus pesadillas. 

Sin embargo, no todo terminó precisamente mal. 

El defensor público de Ripple dijo que desde entonces ha sido diagnosticado adecuadamente, está tomando la medicación adecuada y se siente como antes nuevamente, informa el Kansas City Star.

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