¿Qué Pasa?

En San Nicolás sobreviven a punta de bollos de maíz

Javier Andrés Romero empezó con el negocio tras el incentivo de un amigo y desde hace 7 años la producción no ha parado.

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Desde los 12 años Javier Andrés Romero se dedica a hacer bollos para salir adelante. Con esta labor logró construir su vivienda y darle trabajo a otros habitantes en la vereda San Nicolás de Sincelejo, donde reside.

En esta vereda la mayoría de las personas sobreviven a punta del maíz, ya que hay otras personas que se dedican a la venta de bollos.

Comenzar de cero para Javier no fue fácil, pues primero tuvo que tomar la decisión de dejar el trabajo que una señora le brindó y que por años se convirtió en su sustento. Sin embargo ‘las vacas flacas’ que llegaron a su vida lo obligaron a crear su propio negocio.

El joven que estaba indeciso de emprender la idea fue impulsado por un amigo que lo incentivó y desde hace 7 años la producción no ha parado.

Cuando me decidí buscamos las tiendas en las que podíamos repartir y vimos que sí habían más de 20 a 30, y empezamos con el negocio. Le empecé a repartir a los cachacos, pues la mayoría de tiendas son de ellos, muchos me compraron poco, otros un poco más, pero a la semana me llamaban que el bollito estaba saliendo bueno y que al cliente le gustaba. Luego entre los mismos tenderos como son familias me recomendaban que tráeme cierta cantidad, ya no me compraban de $5 mil o $10 mil, sino de $20 mil y $30 mil y así pues gracias a Dios fue creciendo mi negocio y me di a conocer. Ahora mismo tengo de 170 a 180 tiendas a las que les distribuyo el bollo”, anota Javier.

Contó que en las primeras semanas entregaba de 25 a 27 bollos por cada tienda, que eran $10 mil. Daba 25 y regalaba 2 para que ellos dieran a probar, eso fue en los primeros 3 meses debido a que en ese momento había competencia del municipio de Sampués. En las tiendas el precio al por mayor se da a $400

La producción al principio era de 400 a 500 bollos y ahora es de 3.000. En un día la producción diaria es de 2.500, pero si hay personal y la venta está buena aumenta a 3.200 bollos diarios.

“Acá se trabaja todos los días y la entrega es diaria. Como yo tengo rutas aquí en Sincelejo y son bastantes tiendas, hay veces que no me da tiempo de entregar a todas el mismo día”, agregó.

En su negocio tiene 17 trabajadores. Entre 15 le fabrican el bollo y los 2 restantes hacen las rutas en Magangué y Corozal. “En Sincelejo los entrego yo, desde las 5:00 a.m, puesto que tengo unos clientes en el Mercado, de allá me vengo a las 8:00. Aquí en la ciudad inicio a repartir desde las 12:00 m hasta las 9:00 p.m”. Romero se transporta en moto porque es más rápido y económico.

Bajan las ventas

Como en Sincelejo hay abundancia de cosecha de plátano, yuca y ñame y a la gente le gusta la variedad, hay momentos en los que las ventas bajan, por eso le apostó a otros mercados como Magangué, allá se fue con un muchacho y los ofrecieron. “Allá utilicé la misma estrategia y se me dieron las cosas, después me fui a Corozal y ya mi producto era conocido, se vende en varias tiendas allí y en Los Palmitos también”.

Los materiales para hacer el bollo para él son de fácil adquisición, puesto que el maíz lo consigue en el Mercado, la palma viene de San Andrés, Petaca y Tuchín (Córdoba), pero la adquiere de una persona que compra allá y se las revende. Cada palma tiene un valor de 500 pesos. Manifestó que la leña es más fácil de conseguir, ya que por los alrededores de la vereda hay fincas, “entonces cualquiera que corta un palo o algo me la vende a mí y siempre tengo leña, eso nunca falta. A diario utiliza 150 palmas y los sábados que es el día que más se hace usamos entre 250 a 300 palmas”.

Desde que me independice logré todo porque yo no tenía nada, ni una casa y todo esto lo he hecho a fuerza de bollo y bueno mis trabajadores todos se benefician y les va bien. Algunos empiezan desde las 7:00 a.m hasta las 4:00 p.m. A otros que si les toca extenderse un poco más que son los que cocinan el bollo, ganan más”, agregó.

Una envoltura con agilidad

Diego Andrés Arroyo refirió que por día se hace 600 bollos. El proceso para que el producto esté listo es primero coger la masa, echarle los ingredientes y amasarla. Después les toca hacer los bollitos uno por uno después empalmarlos y luego colocarlos en el caldero y ponerlos en el fogón. “En una hora me estoy haciendo 100 bollos. Aprendí viendo y empecé a hacer hasta que le cogí el maní. Primero me costó porque los hacía maluquitos, pero ya después mejoré la técnica”, dijo entre sonrisas.

Entre tanto, Maicol Antonio Márquez Basilio, también se hace 100 bollos y por hora hago 550 a 600. “Yo aprendí viendo a los demás porque yo inicie acá desvaritando la palma, luego me ascendieron a moler y ahora hacer el bollo”.

Él demora moliendo el maíz dependiendo cómo esté la máquina, si el molino está en perfecto estado aproximadamente de 4 a 5 horas. Ellos muelen por baldes, y la palma la utilizan dependiendo el tamaño si es grande solo una y si es pequeña se utilizan dos. Para amarrar el bollo utilizan 900 pitas y alcanza para envolver 2 mil bollos.

Javier Monterrosa tiene la labor de picar la palma, dijo que los lunes corta 150 palmas, pero los sábados pica entre 230 a 250. “Yo pico de 15 en 15 o de 10 en 10 y me demoro 20 minutos, y desvaritando me demoro 30 minutos a 15 palmas dependiendo el largo”.

Aseguró que desvaritar es más rápido que picar. Para no cortarse utiliza unas cintas en los dedos. Jamiser Romero es el encargado de sacar los bollos de una olla en los que caben 400 bollos, que están listos en unas 3 horas, los reposan y salen a distribuir.

Por Lina Marcela Peña Zubiría

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