La mujer, Oksana, tenía 36 años de vida.
La mujer, Oksana, tenía 36 años de vida. Cortesía
Historias

Se enamoró de preso por cartas, prometieron casarse y la mató delante de los invitados a la boda

La mujer aseguraba que contaba los días para que el hombre estuviera en libertad y así poder casarse. El caso ha generado consternación a nivel internacional.

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Como abominable ha sido calificado el caso que en las últimas horas ha ocupado las primeras planas de los periódicos más leídos en todo el continente, debido a la consternación derivada de la muerte de Oksana Poludentseva, una mujer de 36 años que fue asesinada el día de su boda por su propio prometido, quien acabó con su vida delante de los invitados al casamiento que se celebraría luego de que el autor de los hechos fuera liberado de una prisión. 

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a los 36 años, Oksana se encontraba soltera y se había visto reacia a tener pareja en los dos años previos a lo que fue la experiencia de conocer a quien se convertiría en amante y posteriormente asesino: Stepan Dolgikh, de 35 años. Ambos eran habitantes de una aldea en Rusia conocida como Chik, pero el hombre vivía sus días condicionado por un doble frío: el del invierno, clima característico del pueblo, y también el de su celda en un penal. 

Algún día, en uno de esos azares del destino, la mujer comenzó a intercambiar cartas con Stepan, quien a través de estas le contaba que se encontraba privado de la libertad por haber cometido un crimen. Entre promesas de amor eterno y arropada por un idilio construido a través de las cartas de amor, como aquella historia entre Fermina Daza y Florentino Ariza, la pareja se prometía luna y estrellas por medio de escritos que los ayudaron a conocerse poco a poco. 

Emocionada, pero temerosa, la mujer aguardó hasta el día que el hombre terminó de cumplir su pena. Libre de sus culpas, Stepan fue liberado y una vez afuera de los muros que en algún momento fueron su hogar, el hombre encontró el cuerpo materializado una Oksana que se aseguraba enamorada y ansiosa por ese momento, ese primer cara a cara, ese primer beso, esas mariposas en el estómago. 

El noviazgo fue como una primavera para una mujer que por primera vez en la vida vivía un enamoramiento como los descritos por García Márquez. Entre esa dependencia mezquina e insaluble, la pareja se mostraba a sus conocidos como una muestra de coexistencia febril, pero tierna, que auguraba felicidad y placer para ambos. Un placer que, por esas cosas de la vida, les había sido negado. 

Y cuando la historia de amor solamente necesitaba un anillo de compromiso para sentenciar un 'felices por siempre', sucedió lo inesperado. 

El crimen

Ella de blanco, él de traje. Ella con un vestido largo hasta el piso y él con un smoking similar a los de James Bond en sus películas. Residentes en un pueblo pequeño, la noticia del compromiso acaparó la atención de todos, por lo cual la celebración vistió de gala a los pobladores. Así hasta el punto de que todo niño, hijo, padre, madre y hermano sabía del compromiso que no sería fácil de olvidar... y que no ha sido fácil de olvidar.

Con coronas atadas a un listón, como manda la cultura rusa, hombre y mujer fueron unidos en Santo Matrimonio para convertir las dos almas en una ante los ojos del señor. Oksana y Stepan bebieron tres sorbos de la misma copa de vino, lo que da a entender que quienes beben, así como comparten el licor, compartirán todo lo que en vida conquisten. 

Rojo como el vino fue la celebración. Con todo el pueblo invitado, la fiesta prometía ser jovial y amena. Sin embargo, de un momento a otro, Stepan perdió los estribos. 

La excusa

Según aseguró, la mujer miró 'con ojos de deseo' a un desconocido presente en la celebración y esto, según el feminicida, "le desató furia". Entonces vino lo inesperado. El hombre la emprendió a golpes con la mujer y las propias manos que escribieron cartas de amor desde el centro carcelario fueron las mismas que acabaron con la vida de una mujer cuya felicidad se convirtió en gran maldición. 

Los testigos aseguraron que el hombre "la golpeó con las manos y pies hasta causarle la muerte", mientras que el sujeto la arrastraba con todas sus fuerzas hasta la mitad de la calle. La escena estuvo llena de sangre y paralizó a todos los presentes. 

El cuerpo ensangrentado de la mujer terminó arrojado en un barranco de la fría Rusia y los invitados miraban completamente petrificados el proceder del novio. Nadie se atrevió a intervenir. Era tal la furia que salía de sus ojos que parecía "como si tuviera un demonio adentro". 

Al final hubo alguien que, liberado del shock, llamó a la Policía que dio captura a un sujeto que nunca mostró arrepentimiento por su proceder. Bañado en la sangre de ella fue encontrado y conducido hasta la misma prisión de la que, meses antes, ella lo había sacado. 

Al final, el hombre fue sentenciado a una pena de 18 años de prisión. La justicia rusa sigue dando la lucha para que el hombre no vuelva a ser puesto en libertad. 

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