Como si se tratase de otro país con idiosincrasias distintas, o de un nuevo mundo en el que no tenían ningún lazo emocional, así despertaron las dos pequeñas que fueron intercambiadas involuntariamente al nacer en un hospital de Barranquilla, y ahora 6 años después abren los ojos en el hogar donde quizá debían haber estado desde un principio.
Pero este “final feliz”, casi que de cuentos de hadas, no pudo darse sin la constante lucha y sobre todo sin el escepticismo de José Gregorio, padre de una de las menores, quien a finales de mayo de 2019, como si algo dentro de sí lo invitara a ser detallista y a desconfiar de los rasgos físicos de la pequeña, los cuales, según él, eran distintos a los suyos.
A Hernández la idea lo atrapó, y aunque tenía la seguridad de que su pareja no le había sido infiel necesitaba tener la certeza y despejar la tormentosa marea de ideas que pasaban por su mente. Es por ello que un día sacó de paseo a la niña con la excusa de ir a comprarle un par de zapatos, desviando su rumbo hacia un laboratorio en la capital del Atlántico, en donde se realizaron una prueba de ADN.
Las semanas pasaron y la incertidumbre era su mejor amiga por aquellos días, la ansiedad lo consumía, necesitaba resolver su duda. Llegó el momento. El resultado fue entregado el 12 de junio de 2019, y dentro de aquel sobre se encontraban las palabras que más allá de despejar inquietudes, lo dejaron con más dolores de cabeza: “Incompatible”, José no era su padre biológico.
Debido a esta situación los problemas en su hogar incrementaron, lo que llevó a que su compañera sentimental también se realizara la prueba, la cual dejó el mismo resultado. Ninguno tenía el mismo rasgo de consanguinidad con la pequeña.
El 6 de septiembre de 2019 el hombre interpuso un derecho de petición a la E.S.E. Hospital Niño Jesús, donde el 21 de marzo de 2016 había nacido su niña. El padre inició, por sus propios medios, la investigación de lo ocurrido y se percató de que ese 21 de marzo nacieron siete bebés: dos niños y cinco niñas, descartando a los varones y a las otras niñas por las horas de sus nacimientos, lo que lo dejó con una sola posibilidad.
Así las cosas, una vez teniendo los datos, José buscó el nombre por redes sociales (específicamente en Facebook) con la sorpresa de que a la primera búsqueda salió el nombre de *Rosa, en cuya foto de perfil tenía colocada la fotografía de una niña, la cual, según su percepción, era idéntica a él y a una de sus hijas mayores, por lo que le escribió.
Se pusieron de acuerdo, intercambiaron teléfonos y hablaron sobre lo que habría ocurrido. La mujer y la niña fueron hasta Barranquilla, en donde la menor se realizó una prueba con Hernández y efectivamente este era su padre.
De vuelta a casa
El pasado miércoles 1 de marzo las pequeñas oficialmente regresaron a sus hogares gracias al cumplimento de una orden judicial expedida en una comisaría de familia, en la que ratificaba que las menores debían ser reubicadas con sus familias biológicas.
Fueron los funcionarios del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF– los encargados de realizar el acompañamiento de los allegados durante el proceso de intercambio.
“El día miércoles, luego de un año largo de hacer todas y cada una de las actuaciones jurídicas necesarias, un juez determinó que las niñas debían regresar a sus hogares naturales. Ya hoy se encuentran la una en Chiriguaná (Cesar) y la otra en Santo Tomás, lugar donde tiene su residencia el padre”, indicó a EL HERALDO Benjamín Collante, director regional del ICBF en Atlántico.
El funcionario destacó el acompañamiento del instituto para con las familias: “Nosotros como ICBF estamos articulando con la regional de Cesar para que realicen el respectivo acompañamiento psicosocial para efectos de que esta transición sea armoniosa, sea una situación menos compleja de lo que realmente es, después de 6 años de permanecer en un hogar se debe hacer un proceso de readaptación, con sesiones importantes, no solamente con la familia, sino con los menores de edad”.
El director sabe lo difícil que será la adaptación para las menores: “Ya ellas tienen conciencia de todo lo que está ocurriendo con sus padres, con su entorno, es un desarraigo lo que ocurre cuando deben reubicarse en sus familias biológicas, lo que genera un gran impacto, estamos hablando de los afectos, de sus amistades, de su entorno territorial. Es una situación bastante compleja, por esto amerita el acompañamiento por parte de las defensorías de familia”.
Sobre si el padre de las menores interpondrá una denuncia contra el centro médico en el que ocurrió todo el “calvario”, Collante agregó que “en algún momento y por supuesto luego de un hecho como ese que afectó de manera emocional genera todo tipo de reacciones, y está en todo su derecho porque hubo una falla en el servicio, pero ya eso dependerá mucho del estado anímico de la situación del padre que inició todo el proceso”.